Lucas 4:5-8 RVC
5 Entonces el diablo lo llevó a un lugar
alto, y en un instante le mostró todos los reinos del mundo,
6 y le dijo: «Yo te daré poder sobre todos
estos reinos y sobre sus riquezas, porque a mí han sido entregados, y yo puedo
dárselos a quien yo quiera.
7 Si te arrodillas delante de mí, todos serán
tuyos.»
8 Jesús le respondió: «Escrito está: “Al
Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.”»
En este breve episodio el Espíritu nos está
mostrando el verdadero espíritu que se manifiesta por detrás de los imperios
“humanos”: Satanás. El poder político, y fundamentalmente, el “Imperio” es la
expresión favorita del Adversario, la mejor herramienta que tiene para lleva a
cabo sus planes en la Tierra. Es su forma de pensar, su objetivo a largo plazo,
su estrategia, y con eso ya tenemos la raíz del Imperio.
Primero, Satanás recibe la autoridad de mando
de Adán; así como Dios le da la promesa de gobierno, el Adversario se la quita.
Segundo, esa autoridad usurpada la reparte entre sus adoradores. Ahí está el
ABC para formar un Imperio:
·
Las personas engañadas por el Adversario piensan en sus términos y tienen
sus deseos, en este caso es formar un “Imperio”.
·
Se rinden a Satanás (bajo cualquiera de sus formas: ídolos, el dios dinero,
el orgullo, etcétera) y lo adoran (consciente o inconscientemente).
·
Reciben poder y autoridad del Adversario, para cumplir con sus propósitos.
Pero esta ecuación por sí sola no basta para
formar un imperio porque falta un cuarto ingrediente que Satanás no puede
poner: las personas y pueblos con los dones y talentos divinos, aquellos
especialmente capacitados por Dios. Así pues, esta forma de engaño que es
mundial, cuando captura la mente de la gente preparada por el Señor, logra
establecer el Imperio. Y eso también lo vemos en el pasaje de Lucas,
precisamente porque Satanás en persona está tratando de convencer al Hijo de
Dios, ¿quién mejor que Él, sobre esta Tierra, hubiera servido a sus propósitos?
Por supuesto eso no pasó, y todavía sigo sin entender cómo es que Satanás pensó
siquiera que podía tentar al Señor. Supongo que la única explicación razonable
es que él mismo se ha creído su propia mentira, de todas formas, es una de las
preguntas que pienso hacerle al Señor cuando nos encontremos en el Cielo.
Ahora bien, Jesucristo definió a Ha Satan
como el “Padre de mentira”, y por lo tanto debemos tomar con cuidado sus
palabras, porque si bien contienen verdad, se encuentra muy sutilmente mezclada
con la mentira. “… yo puedo dárselos a quien yo quiera”, ¿es toda la verdad?
No, solo en parte, porque eso implicaría admitir que Dios “perdió el control”
de la Tierra, y aunque vemos que el mal reina por doquiera, también es
imposible no ver que Dios siempre le ha puesto límites. Satanás reina hasta
donde Dios le permite, y, según entiendo, no puede corromper cualquier nación
en cualquier sentido que quiera, sino solamente en función de los propósitos
divinos que ya habían sido establecidos para ella.
Romanos 11:29 RVC
29 Porque los dones y el llamamiento de Dios
son irrevocables.
Hasta donde sé, este pasaje expresa un
principio. Lo aplicamos a los dones espirituales que reciben los cristianos y
vemos que es cierto: aquellos ministros que se desvían groseramente después de
haber recibido grandes dones terminan muertos o públicamente avergonzados y desautorizados;
sería “más fácil” para Dios quitarle los dones y listo, pero eso no ocurre.
Sin embargo, el pasaje se está aplicando a
una nación, Israel, y en ese sentido creo que deberíamos entenderlo primero en
función de los llamamientos y dones que reciben las naciones… a las que les
pasa exactamente lo mismo cuando corrompen grandes dones y llamamientos que
reciben de lo Alto: terminan siendo destruidas.
Sé que no podemos hacer una doctrina de un
solo pasaje, pero toda la historia de Israel es el mejor ejemplo de una nación
con un llamado y que, muy a pesar de su propia voluntad, lo cumplió. Creo que
lo mismo ocurre para el resto de las naciones y que entre ellas Dios dispuso
bendecir especialmente a algunas para que fueran de bendición al resto, tal
como hizo con Israel (que también es un principio divino: bendecir a algunos
para que ellos lleven la bendición al resto). Pero ellas, ¡tal como Israel!,
usaron esas bendiciones para provecho propio y se terminaron convirtiendo en
imperios avasallantes, hasta que fueron destruidas.
Dios hizo todas las naciones:
Deuteronomio 26:19 DHH
19 Él va a hacer de ti una nación superior en
gloria, fama y honor a las demás naciones que hizo, y serás, como él lo ha
dicho, un pueblo consagrado al Señor tu Dios.
Y Él no hace nada sin propósito, ningún
pueblo de la Tierra es “un error” de diseño; y si ninguno lo es, necesariamente
todos tienen un propósito y un lugar dentro de Su plan.
Ninguna organización humana existe por una
sola persona, necesariamente un grupo debe unirse con una misma visión y bajo
un mismo liderazgo para lograr algo; desde una familia hasta el más grande de
los imperios. Ninguna organización dura a través de generaciones si esa visión
y liderazgo no se mantienen y recrean periódicamente. ¿Por qué la “mejor”
gente, aquellos que más recursos y capacidades tienen, querrían formar un
imperio y se someterían voluntariamente a tal visión y liderazgo?
En un sentido más básico, cualquier nación o
estado se “crea” con el objetivo de proteger a sus ciudadanos y permitir que
alcancen un mejor nivel de vida organizándolos para que realicen proyectos en
conjunto, o distribuyendo más eficazmente los recursos comunes. En el sentido
divino, a esto se le agrega el objetivo de lograr que las personas sean todo lo
que Dios ha dispuesto para ellas, que alcancen su perfección. Y por supuesto,
las naciones tienen el propósito de mostrar la gloria de Dios.
Sin embargo, la verdadera motivación humana
seguramente tenemos que buscarla en la triple alienación del hombre producida
en la caída: temor, vergüenza y culpa. Hablé más en detalle sobre eso en otros
artículos (https://cristianoseiglesias.blogspot.com.ar/2017/09/262-los-sentimientos-basicos-de-la.html y los dos siguientes).
Pero es fácil ver que este propósito fácilmente
es capturado por unas pocas voluntades que se encaraman en el poder y
transforman a las naciones en una proyección de su propia persona, y las
utilizan para cumplir sus propios objetivos. Digo naciones pero podemos hablar
de instituciones también. Aquí está Nimrod en todo su esplendor. Una parte de
lo “válido” de una nación queda usurpado por los liderazgos humanos.
1 Samuel 8:11-18 RVC
11 Les dijo: «El rey que ustedes ahora piden
les quitará a sus hijos para ponerlos como soldados en sus carros de guerra;
unos serán jinetes de su caballería, e irán abriéndole paso a su carruaje;
12 a otros los pondrá al mando de mil
soldados, y a otros al mando de cincuenta soldados; a otros los pondrá a labrar
sus campos y a levantar sus cosechas, y a otros los pondrá a fabricar sus armas
y los pertrechos de sus carros de guerra.
13 También les quitará a sus hijas, para
convertirlas en perfumistas, cocineras y panaderas.
14 Además, les quitará sus mejores tierras, y
sus viñedos y olivares, y todo eso se lo entregará a sus sirvientes.
15 Les quitará también la décima parte de sus
granos y de sus viñedos para pagarles a sus oficiales y a sus sirvientes.
16 Les quitará a sus siervos y siervas, y sus
mejores jóvenes, y sus asnos y bueyes, para que trabajen para él.
17 También les exigirá la décima parte de sus
rebaños, y ustedes pasarán a ser sus sirvientes.
18 El día que ustedes elijan su rey, lo van a
lamentar; pero el Señor no les responderá.»
Si esto habría de pasar en Israel, ¿qué nos
queda para el resto?
Entonces, Dios pone propósitos en las
naciones, reparte dones, determina territorios y recursos. Los hombres casi sin
excepción desechan a Dios y se vuelven al Adversario, para recibir protección y
poder de él (porque les exige “menos”…)
Oseas 2:5 RVC
5 Es un hecho que su madre se prostituyó; la
que los dio a luz perdió la honra cuando dijo: “Voy a seguir a mis amantes,
porque ellos me dan pan y agua, lana y lino, aceite y vino.”
Inevitablemente en toda estructura de poder
anida Nimrod, pero cuando una nación tiene una gran potencialidad, Satanás
destina todos sus recursos para formar un imperio, en realidad, una parte del
mismo Espíritu del Imperio que vio Nabucodonosor muy acertadamente con la forma
de una sola estatua:
Daniel 2:31-33 RVC
31 »Su Majestad veía una gran imagen. Esta
imagen era muy grande, y su esplendor era impresionante. Estaba de pie ante Su
Majestad, y tenía un aspecto terrible.
32 La cabeza de esta imagen era de oro fino,
su pecho y sus brazos eran de plata, y su vientre y muslos, de bronce;
33 sus piernas eran de hierro, y sus pies
eran en parte de hierro, y en parte de barro cocido.
Cada imperio es una bestia, porque esa es su
verdadera naturaleza, pero también todos son una sola cosa, y la bestia
horrible que surgirá al fin de los tiempos los representa a todos. Pero eso
nace de una manera “inocente”, buscando protección y refugio. Sí, los mejores
hombres, aquellos que más dones han recibido de parte del Creador, cuando son
engañados, forman los imperios más terribles, porque todos sus dones los ponen
a disposición de él. ¿Por qué?
Son engañados respecto de sus capacidades y
fundamentalmente respecto del amor y protección de Dios, y terminan siendo
conducidos a la “protección” de los falsos dioses. Luego entran la ambición, el
deseo de poseer más, de expandirse, el orgullo y todo lo que vemos en el
Imperio. Se construye una imagen muy imponente, que los “protege”, pero la raíz
de debilidad sigue siendo la misma que para todos los hombres.
No es posible que en este mundo actual haya
algo distinto. Inevitablemente se han levantado imperios, e inevitablemente han
sido juzgados por Dios. Eso está llegando a su fin, no debemos ser inocentes y
pensar que ahora vamos a hacer algo “distinto” porque ya el destino del mundo
ha sido sellado (debido al propio pecado de la humanidad). Pero podemos escapar
a la seducción de Nimrod, que, como dije, se manifiesta a todo nivel.
Podemos orar de manera enfocada para que el
Imperio tenga menos poder sobre nuestras naciones, podemos nosotros no ser
engañados; y fundamentalmente, podemos y debemos entender que NO HAY propuesta
política que no esté alimentada por algún “nimrodcito” escondido. No podemos
“abolir” el estado porque Dios ha dispuesto un gobierno para los hombres, no
podemos votar a un partido “excelente”, pero podemos elegir lo mejor dentro de
lo que hay, sabiendo que no podemos esperar mucho de ellos.
El Espíritu del Imperio está llegando a su
máxima expresión que se manifestará en el Anticristo, y, como dije, Dios mismo
está permitiendo ese proceso y no vamos a detenerlo nosotros, ni deberíamos.
Falta poco para que se manifieste y falta poco para que sea juzgado
definitivamente, y se cumpla la utopía de muchos pensadores políticos:
Isaías 2:2-4 RVC
2 En los últimos días el monte de la casa del
Señor será confirmado como cabeza de los montes; será exaltado por encima de
las alturas, y hacia él correrán todas las naciones.
3 Muchos pueblos vendrán y dirán: «¡Vengan,
subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob! Él nos guiará por sus
caminos, y nosotros iremos por sus sendas. Porque la enseñanza saldrá de Sión;
de Jerusalén saldrá la palabra del Señor.
4 Él juzgará entre las naciones, y dictará
sentencia a muchos pueblos. Y ellos convertirán sus espadas en rejas de arado,
y sus lanzas en hoces. Ninguna nación levantará la espada contra otra nación,
ni se entrenarán más para hacer la guerra.»
Allí ya no tendrá más cabida el Espíritu del
Imperio, sólo habrá un liderazgo mundial que guiará a las naciones, el Señor en
persona, no habrá ninguna nación que oprima a otra ni será necesario que los
pueblos piensen en armarse para defenderse:
Miqueas 4:4 RVC
4 Cada uno se sentará bajo su vid y a la
sombra de su higuera, y no habrá nadie que pueda amedrentarlos. Esto lo ha
declarado la boca del Señor de los ejércitos.
Mientras tanto, esperamos el cumplimiento de
la promesa.
¡Señor, líbranos de engaños!
Danilo Sorti
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