Hechos 21:4, 12-14 RVC
4 Como allí encontramos a los discípulos, nos
quedamos con ellos siete días. Ellos, por medio del Espíritu, le decían a Pablo
que no fuera a Jerusalén.
12 Al oír esto, nosotros y los de Cesarea le
rogamos a Pablo que no fuera a Jerusalén.
13 Pero Pablo respondió: «¿Por qué lloran?
¡Se me parte el corazón! Por el nombre del Señor Jesús, yo estoy dispuesto no
sólo a que me aten, sino a que me maten en Jerusalén.»
14 Como no pudimos convencerlo, dejamos de
insistir y le dijimos: «¡Que se haga la voluntad del Señor!»
Una de las cuestiones “no resueltas” de la
Biblia puede ser este episodio, ¿hizo lo correcto Pablo en ir a Jerusalén? Hay
dos “bandos” en este sentido, los que dicen que sí y los que piensan que no.
Hechos no “resuelve” muy claramente la cuestión y con eso nos muestra que en
realidad, más allá de nuestras decisiones, correctas o erróneas, Dios sigue
estando al control. Desde la cárcel Pablo escribió cartas maravillosas, siendo
prisionero en Roma pudo predicarle a lo mejor de la guardia pretoriana, de tal
manera que en las mismas narices del César el Evangelio fue establecido; y esos
soldados, al ser asignados luego a misiones fuera de Roma, llevarían el Mensaje
por donde fueran.
Saber que Dios está en el control y que puede
revertir para Su gloria aún nuestros equívocos es una de las enseñanzas más
útiles que necesitamos en esta vida. Con todo, creo que Pablo cometió un error
y fue motivado precisamente por el Espíritu de la Religión, el mismo que había
combatido con tanto ahínco en la carta a los Gálatas. Y si Pablo, luego de
haber recibido esas revelaciones tan profundas de la libertad cristiana, fue
sutilmente engañado, ¿qué nos queda para nosotros…?
Yo creo que, en el fondo, muchos de los que
afirma que Pablo no se equivocó lo hacen porque desean ellos mismos llegar a un
nivel en la vida cristiana en el cual resulta “imposible equivocarse”; piensan
que el Gran y Glorioso Apóstol Pablo llegó allí, pero lo cierto es que Pablo,
quién fue el más fiel en cumplir con el ministerio de todos los santos que
tengamos registro, no dejó de ser humano, y si él pudo equivocarse, también yo;
es decir, no voy a llegar a ese “estado ideal” en el cual no erre, y por lo
tanto, siempre necesitaré depender de la gracia de Dios, ¿no es eso
maravilloso? Pretender que existe tal estado de “perfección” accesible para mí
en esta Tierra es, en el fondo, una forma sutil de orgullo.
Bueno, dejemos los análisis filosóficos. El
texto inspirado de las Escrituras dice: “Ellos, por medio del Espíritu, le
decían a Pablo que no fuera a Jerusalén.” Entonces, o bien tenemos un error
aquí y ellos no hablaban inspirados por el Espíritu y Lucas se equivocó al
escribir esas palabras, con lo cual el Espíritu no inspiró esa porción de las
Escrituras, y si eso fuera así, ¿por qué habríamos de considerar que el resto
sí está perfectamente inspirado? O bien esas palabras son reales y el Espíritu
efectivamente tenía otro plan para que Roma fuese evangelizada y las cartas de
la cautividad fuesen escritas. Pero, a decir verdad, ¡gracias a Dios que Pablo
se equivocó!, porque sino, ¿de dónde hubiéramos obtenido el aliento que su
ejemplo nos da?
Bueno, asumamos que Pablo se equivocó, algunos
no estarán de acuerdo conmigo, pero sigamos leyendo.
Hechos 21:18-26 RVC
18 Al día siguiente entramos con Pablo en
casa de Jacobo. Allí estaban reunidos todos los ancianos.
19 Después de saludarlos, Pablo les habló de
su ministerio, y con mucho detalle les contó lo que Dios había hecho entre los
no judíos.
20 Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a
Dios y le dijeron: «Hermano Pablo, ya hemos visto cuántos miles de judíos han
creído, todos ellos celosos de la ley.
21 Lo que aquí se ha sabido es que a los
judíos que están entre los no judíos los enseñas a renegar de las enseñanzas de
Moisés, y que les dices que no circunciden a sus hijos ni observen nuestras
costumbres.
22 ¿Qué dices a esto? Seguramente ya se sabe
que has venido,
23 así que te recomendamos hacer lo
siguiente: Hay entre nosotros cuatro hombres que están obligados a cumplir un
voto.
24 Ve y purifícate con ellos, y paga para que
les rasuren la cabeza. Así todos comprenderán que no es cierto lo que supieron
acerca de ti, y que también tú obedeces la ley.
25 En cuanto a los creyentes no judíos,
nosotros ya les hemos escrito y les recomendamos que no observen nada de esto,
sino que se abstengan solamente de comer lo que se sacrifica a los ídolos, que
no coman sangre ni animales ahogados, ni incurran en libertinaje sexual.»
26 Pablo tomó consigo a aquellos hombres, y
al día siguiente se purificó con ellos y entró en el templo para dar a conocer
los días cuando se cumpliría la purificación y se presentaría la ofrenda por
cada uno de ellos.
Pablo no está haciendo nada muy distinto a lo
que solía hacer en cada lugar adonde iba:
1 Corintios 9:19-23 RVC
19 Porque, aunque soy libre y no dependo de
nadie, me he hecho esclavo de todos para ganar al mayor número posible.
20 Entre los judíos me comporto como judío,
para ganar a los judíos; y, aunque no estoy sujeto a la ley, entre los que
están sujetos a la ley me comporto como si estuviera sujeto a la ley, para
ganar a los que están sujetos a la ley.
21 Entre los que no tienen ley, me comporto
como si no tuviera ley, para ganar a los que no tienen ley (aun cuando no estoy
libre de la ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo).
22 Entre los débiles me comporto como débil,
para ganar a los débiles; me comporto como todos ante todos, para que de todos
pueda yo salvar a algunos.
23 Y esto lo hago por causa del evangelio,
para ser copartícipe de él.
Pero aquí hay una diferencia: “—Bueno,
hermano, ya ves que entre los judíos hay muchos miles que han creído, y todos
ellos insisten en que es necesario seguir la ley de Moisés.” Pablo no se está
“haciendo judío”, como lo hacía cuando predicaba a los judíos, compartiendo
todas sus actividades, sino que está congraciándose con los cristianos torcidos
de Jerusalén. Sí hermanos: torcidos, desviados de la verdad. Esa iglesia
maravillosa que 30 o 40 años atrás había recibido el fuego del Espíritu y había
manifestado un amor pocas veces visto en toda la historia de la cristiandad,
hoy había sucumbido bajo el peso de la Religión. ¿Acaso el Espíritu no había
mostrado de sobra que los gentiles también eran aceptados por la fe, sin tener
que convertirse en judíos? ¿Acaso el concilio de Jerusalén no lo había
entendido oficialmente? ¿Acaso no habían gustado del Espíritu viviendo en
ellos, que en nada se comparaba con las sombras de la Ley? Sí, pero volvieron
atrás. Con esa iglesia semi apóstata Pablo quiere congraciarse, en la ciudad
donde, también mucho tiempo antes, el Señor claramente le dijo que no
recibirían su testimonio, ¿por qué lo habrían de recibir ahora?
“Lo que aquí se ha sabido es que a los judíos
que están entre los no judíos los enseñas a renegar de las enseñanzas de Moisés”.
Esta es una de las actitudes favoritas del liderazgo de las todas las
instituciones seculares (¿y por qué la veo también dentro de la Iglesia?). En
vez de defender los líderes a Pablo y de respaldar su ministerio, se “lavan las
manos” y dejan que la persona cuestionada se las “arregle” por sí sola; no se
pueden oponer públicamente a él porque saben que está en lo correcto, pero
tampoco pueden respaldarlo públicamente porque eso les atraería las críticas de
los miembros de la institución. Aclaremos que, sin pretender compararme en lo
más mínimo con el apóstol Pablo, me pasó algo parecido en una institución
secular, ¡lo viví en carne propia!
¿Por qué Pablo consintió con la hipocresía de
ellos?
“Así todos comprenderán que no es cierto lo
que supieron acerca de ti, y que también tú obedeces la ley.” Eso suena por
demás de lógico y hasta “piadoso”, pero ¿a quién tratan de engañar? Querían
evitar problemas, eso es todo. Santiago estuvo allí, el mismo que escribió la
carta que figura hacia el final del Nuevo Testamento pero que en realidad se
supone fue uno de los primeros escritos por orden cronológico, el mismo también
que llegó a tan acertada conclusión en el Concilio de Hechos 15, y el mismo que
tenía tendencias judaizantes al momento del episodio narrado en Gálatas.
¿Santiago fue inspirado por el Espíritu al momento de escribir? ¡Por supuesto
que sí! ¿Siguió luego siendo fiel al Espíritu en su ministerio? Me da la
impresión de que no tanto.
Yo no puedo ver que la iglesia de Jerusalén
estuviera claramente desviada de la fe, pero sí que había permitido que el
legalismo anidara en ella, sutilmente, tan sutil que Pablo, quizás un poco
nublado en su visión espiritual, cayó bajo su engaño. ¿Cómo la grande y
famosísima iglesia de Jerusalén estaría desviada? El lugar donde habían pasado
tantos hechos gloriosos y la misma iglesia había nacido, ¿podía corromperse?
¡¡SÍÍÍÍ!! Y Espero que eso nos sirva de advertencia a nosotros.
Aquí tenemos la “tormenta perfecta” para el
Espíritu de Religión; estaba siendo eficazmente combatido por el apóstol en
territorio gentil, de hecho, era un verdadero dolor de cabeza para el infierno,
¡había que anularlo! ¿Qué mejor que matarlo en Jerusalén, si al fin y al cabo,
allí anidaba el “espíritu” de asesinato de los siervos de Dios? Sí hermanos, en
Jerusalén, la ciudad que tantos cristianos hoy alaban, que tiene maravillosas
promesas divinas y en la que el mismo Señor volverá para reinar. Que yo sepa,
ese espíritu todavía no fue quitado de allí.
¿Por qué ir a Jerusalén si el Señor ya le
había dicho claramente que no le creerían, si cualquiera podía darse cuenta de
que era el “nido de los judaizantes” que odiaban a Pablo, si era sabido que la
iglesia estaba infiltrada, si recibió dos advertencias en el camino?
Hechos 19:21 RVC
21 Cuando Pablo vio esto, le pareció que
luego de visitar Macedonia y Acaya debía ir a Jerusalén. Decía: «Después de
estar allí, tengo que ir a Roma y ver qué pasa allá.»
¿Qué paso ahí para que se metiera esta idea?
Hechos 19:9-20 RVC
9 Pero algunos de ellos no creyeron, y
delante de toda la gente hablaron mal del Camino. Entonces Pablo juntó a unos
discípulos y se apartó de ellos; pero todos los días debatía en la escuela de
Tiranno.
10 Esto se prolongó durante dos años, así que
muchos de los judíos y griegos que vivían en la provincia de Asia llegaron a
oír la palabra del Señor.
11 Dios, por medio de Pablo, hacía milagros
tan extraordinarios
12 que muchos le llevaban los paños o
delantales de los enfermos, y las enfermedades desaparecían y la gente quedaba
libre de espíritus malignos.
13 Andaban por ahí algunos judíos exorcistas,
que intentaban invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus
malignos. Les decían: «En el nombre de Jesús, a quien Pablo predica, les
ordenamos salir.»
14 Los que hacían esto eran los siete hijos
de un judío llamado Esceva, que era jefe de los sacerdotes;
15 pero el espíritu maligno les respondió:
«Yo sé quién es Jesús, y sé también quién es Pablo; pero ustedes, ¿quiénes
son?»
16 Dicho esto, el hombre que tenía el
espíritu malo se arrojó sobre ellos; y los derribó con tanta fuerza que los
hizo huir desnudos y heridos.
17 Esto lo supieron todos los habitantes de
Éfeso, tanto judíos como griegos, y les entró mucho temor, pero magnificaban el
nombre del Señor Jesús.
18 Muchos de los que habían creído venían y
confesaban sus malas prácticas.
19 De igual manera, muchos de los que
practicaban la magia llevaron sus libros y los quemaron delante de todos. ¡Y el
precio de esos libros era de cincuenta mil piezas de plata!
20 Y fue así como la palabra del Señor fue
extendiéndose y difundiéndose con mucha fuerza.
De todo lo que tenemos registrado en Hechos,
este es el evento más glorioso que vivió Pablo: nunca había tenido tanto éxito
ni tanto alcance, nunca se habían visto tantos milagros extraordinarios, de tal
forma que hasta los mismos demonios testificaban de él. Una pieza de plata era
el salario de un día de trabajo, 50.000 representaban 160 años; así que si
queremos tener una idea de cuánto dinero era simplemente multiplicamos 160 por
12 por un salario mensual básico. ¡Es mucho! No era fácil desprenderse de esos
libros, de última alguien hubiera preferido venderlos. Esa gente que se estaba
convirtiendo y quemando los libros no eran los pobres, que ni podían comprarlos
ni podían leerlos. Es decir, Pablo estaba llegando a todos los sectores
sociales, alcanzando las autoridades y sembrando las semillas de la
transformación social. ¡Fue un momento único en la historia de la iglesia! Las
congregaciones que salieron de allí fueron pujantes en el cristianismo
primitivo, Juan trabajó con ellas y el Señor les dirigió las cartas que figuran
al principio del Apocalipsis.
Decididamente el éxito que tuvo en Éfeso fue
increíble, ¿no será que sutilmente el orgullo se filtró en el corazón de Pablo
y pensó que podía “conquistar” la inexpugnable Jerusalén? ¿Por qué no habría
Dios de manifestarse con el poder que demostró que tenía en Su amada Jerusalén?
¡Pablo ya había sido entrenado en el poder de Dios, había vencido duras
batallas y su fe había crecido enormemente! ¡Pues vamos a Jerusalén!... Pues
no.
“Tu más grande derrota puede venir luego de
tu más grande éxito” es una frase que suele repetirse en los ámbitos
motivacionales y empresariales.
Lucas 4:22-30 RVC
22 Todos hablaban bien de él y se quedaban
asombrados de las palabras de gracia que emanaban de sus labios, y se
preguntaban: «¿Acaso no es éste el hijo de José?»
23 Jesús les dijo: «Sin duda ustedes me
recordarán el refrán que dice: “Médico, cúrate a ti mismo”, y también “Haz aquí
en tu tierra todo lo que hemos oído que hiciste en Cafarnaún.”»
24 Y añadió: «De cierto les digo que ningún
profeta es bien recibido en su propia tierra.
25 A decir verdad, en los días de Elías,
cuando durante tres años y medio el cielo se cerró y hubo mucha hambre en toda
la tierra, había muchas viudas en Israel;
26 pero Elías no fue enviado a ninguna de
ellas, sino a una viuda en Sarepta de Sidón.
27 Y en los días del profeta Eliseo había
también muchos leprosos en Israel, pero ninguno de ellos fue limpiado sino
Namán el sirio.»
28 Al oír esto, todos en la sinagoga se
enojaron mucho.
29 Se levantaron, lo echaron fuera de la
ciudad, y lo llevaron hasta la cumbre del monte sobre el que estaba edificada
la ciudad, para despeñarlo.
30 Pero él pasó por en medio de ellos, y se
fue.
Yo creo que Pablo vivió una situación
parecida a la que tenemos registrada aquí; Jesús hizo tremendo milagros y
señales, de las cuales solo algunas tenemos registradas en los Evangelios; pero
no en su propia tierra, y expuso crudamente el principio que se aplicaba: “—Les
aseguro que ningún profeta es bien recibido en su propia tierra.” Esto ya era
un dicho popular en la época de Jesús, ¿no sabía Pablo el principio?
Bueno, el asunto aquí no es recargar las
tintas sobre el apóstol Pablo, sino entender su humanidad; no fue un
“semidiós”, no estuvo libre de errores y pecados a lo largo de su vida, pero la
Gracia de lo Alto lo cubrió y lo fortaleció, realmente no fue “Pablo” sino el
Espíritu obrando a través de él. Eso mismo tenemos que entender nosotros, y
todos aquellos a los que les encanta exaltar a los hombres bíblicos, creo yo,
tienen un sutil orgullo escondido pensando que en algún momento podrían llegar
a esa supuesta posición autosuficiente. No hermanos, es solo por gracia, de
principio a fin y por la eternidad.
Entonces, según me parece, Pablo se ubicó en
el lugar incorrecto y por eso cayó preso del engaño de la Religión, a pesar de
que nadie mejor que él había podido desenmascarar ese escurridizo demonio.
¡El Espíritu de Religión contraataca! No
estaremos libres de él mientras caminemos con este cuerpo, por lo que siempre
será necesario que recordemos y nos recuerden que debemos afirmarnos en la
gracia. ¡Alabado sea el Señor porque nos ha dejado la provisión más que
suficiente para todo nuestro caminar!
Danilo Sorti
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