jueves, 1 de marzo de 2018

406. El Espíritu de la Religión nos saca del camino cuando la carrera es larga

Gálatas 5:1-7 RVC
1 Manténganse, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud.
2 Miren que yo, Pablo, les digo que si se circuncidan, de nada les aprovechará Cristo.
3 Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a cumplir toda la ley.
4 Ustedes, los que por la ley se justifican, se han desligado de Cristo; han caído de la gracia.
5 Pues nosotros por el Espíritu aguardamos, por fe, la esperanza de la justicia.
6 Porque en Cristo Jesús nada valen la circuncisión ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.
7 Ustedes corrían bien; ¿quién les impidió el no obedecer a la verdad?

Los dos capítulos anteriores fueron principalmente “teológicos”; Pablo está desarrollando argumentos basados en la Palabra. Estos dos últimos capítulos son más bien “prácticos” porque tienen mucho más que ver con la situación de vida de los gálatas.

“Manténganse … firmes” se toma de una palabra griega que da inicio a la sección, y cuya traducción es muy clara. Esa es una de las ideas principales de estos versículos y cuando la relacionamos con el versículo 7 podemos decir que se les está exhortando a “mantenerse firmes a lo largo de toda la carrera”.

Como la “dimensión temporal” es el ámbito “favorito” del Espíritu de Religión, y además, sabe ser paciente “como una madre”; va a esperar el momento adecuado para atacar, no al principio de la carrera, cuando la gracia brilla con todo su esplendor, sino más adelante, cuando ya los creyentes se han “acostumbrado” a la gracia y están relativamente estancados en su camino porque necesitan pasar a una “nueva etapa”.

Pablo nos aclara que es posible caer de la gracia. Ahora bien, si la única salvación posible es por gracia, tal como Gálatas se encarga de especificar, ¿qué pasará si uno se aparta de ella? Pues también caerá de la salvación. Aquí no se trata del “plan A” versus el “plan B” para alcanzar la salvación, es decir, que de todas formas, con la Ley se puede llegar igual pero más machucado. NO HAY OTRO CAMINO, queda por demás de claro en toda la carta, y si es tan serio el tema es porque son serias sus consecuencias, es decir, no se trata solamente de una vida cristiana “de menor nivel”, sino de la condenación eterna.

“Se han desligado de Cristo; han caído de la gracia” se refiere necesariamente al destino eterno de la persona, pero es algo que está ocurriendo en el presente, en realidad, que ya había ocurrido en algunos, y por eso debemos entender que tiene efectos también en el presente. Es decir, la presencia de Cristo dejó de manifestarse en la persona, las obras de la gracia, es decir, la manifestación del Espíritu con los frutos, tampoco. La esencia de la vida espiritual cambia inmediatamente cuando ese ha abandonado la gracia. El problema es que muchos cristianos apenas si han conocido la verdadera gracia, por lo que no llegan a ver “cambios significativos” en sus vidas… porque siempre han estado contaminadas con la religión.

La exhortación a “mantenerse firmes” conlleva la posibilidad de flaquear, implica que hay una “posición” de libertad que no es la más cómoda ni la más fácil, implica que hay que hacer un esfuerzo constante para permanecer en la gracia, y si relacionamos este concepto con lo que venimos hablando del Espíritu de Religión, implica que todos los días hay que resistir sus sutiles embates.

Es muy posible someterse voluntariamente al yugo de esclavitud; pero nadie haría esto con plena consciencia, por lo que sí o sí este yugo debe venir con engaños, para que parezca lo contrario, verdadera libertad. “Ustedes corrían bien” quiere decir que el engaño puede hacer caer no solamente a los que empezaron “a los tumbos”, sino también a los que empezaron y continuaron bien.

Pablo está diciendo algo muy interesante: “todo hombre que se circuncida … está obligado a cumplir toda la ley”. Aquí tenemos un principio: uno no puede tomar “una parte” de la Ley y mezclarla con gracia; propiamente dicho, no hay “partes intercambiables” como esos juguetes desmontables. Son dos sistemas integrales y completos en sí mismos, y si se quiere, con “lógica fractal”: cada pequeña parte implica y “reproduce” el todo.

Este principio es muy importante que los cristianos lo entiendan, especialmente aquellos de mentalidad más práctica, que suelen ser los líderes. Aunque es inevitable que tengamos algunas “negociaciones secretas” con el pecado, porque no hemos sido aún perfeccionados, hay una diferencia importante con hacer “negociaciones públicas”. Cuando el Espíritu trae algún avivamiento, termina echándose a perder en el momento en que llega a un acuerdo con el Espíritu de Religión, es decir, cuando se empiezan a introducir límites y prácticas repetitivas religiosas y se le empieza a recortar libertad al Espíritu. Eso nunca “se queda ahí”, siempre avanza “por más”, hasta ahogar toda la vida del Espíritu. Es como la levadura.

La mentalidad pragmática ha logrado muchas cosas para el Reino, pero también ha traído demasiados acuerdos con el sistema mundo, permitiendo que muchos principios y estructuras humanas se metan en la iglesia, lo cual se convirtió en el “sillón de los demonios”. Por eso necesitamos también a los “idealistas santos”, aquellos que tienen sus ojos puestos en lo perfecto de Dios y no mezclan las cosas.

Este engaño de la Religión, que aparece cuando pasa el tiempo y los cristianos se empiezan a poner distraídos, consiste entonces en mezclar la gracia con “elementos” de Religión. ¡Chocolate por la noticia! Es lo que vemos en cualquier iglesia con unos cuantos años de vida, y mucho más en las denominaciones históricas. El Espíritu se manifiesta muchas veces por misericordia, pero esas mezclas no están bien, no son algo inocente. Y siempre habrá quienes pretenderán vivir una vida santa por sus propias fuerzas para agradar a Dios y terminarán condenándose.

“Pues nosotros por el Espíritu aguardamos, por fe, la esperanza de la justicia.” Esta justicia puede significar varias cosas, pero aquí creo que claramente se refiere a una vida justa, hecha perfecta, solo posible en cumplimiento de la promesa, algo que corresponde al futuro y que tenemos que esperar; un cumplimiento que no podemos ver aquí todavía y por eso lo esperamos por fe. Esta es la justicia de Cristo que se nos imputa a nosotros y que se nos transferirá cuando hayamos sido hechos perfectos y el Padre, que es el Juez justo y el que nos justifica, nos hace desear y esperar ese momento.

De paso, el versículo 5 es un pasaje trinitario en donde se ven tres obras de Dios: la fe que nos da el Espíritu, la esperanza que tenemos en el Padre y la justicia que ganó Cristo.

“Porque en Cristo Jesús nada valen la circuncisión ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.” Este pasaje es maravilloso porque en realidad está diciendo que toda esa discusión sobre la Ley y las formas religiosas es totalmente inútil hoy porque la obra de Cristo resultó muy superior. Aquello que antes era valioso: la circuncisión, y que separaba al pueblo de Dios de los gentiles, hoy ha perdido todo su valor. A pesar de eso, aún es posible encontrar en la web algunos que se llaman mesiánicos y que enseñan claramente que el creyente debe circuncidarse.

De paso, se resuelve aquí el problema de las “buenas obras”: la fe que obra por el amor. Las obras ya no tienen mérito para alcanzar la vida que Dios quiere porque se demostró que eso era imposible y que, en cambio, se constituía en puerta de entrada para el Espíritu de Religión. Las obras, sin embargo, se constituyen en el “termómetro” de la fe; la fe salva, pero como habría dicho Santiago algunos años antes, “la fe sin obras es muerta”. La verdadera fe necesariamente produce obras, pero esas obras no la reemplazan ni alcanzan algo por sí mismas. La Biblia es muy clara respecto del “orden” en que se colocan la fe y las obras.

La fe obra por el amor, que es EL FRUTO del Espíritu. De nuevo, un pasaje trinitario: la fe es posible solo por el accionar del Espíritu, las obras tienen que ver con el mundo material, creación de Dios Padre y el amor se nos da a través de Cristo, quien lo manifestó en forma máxima. Las obras hechas por amor son aceptables, eso solo es posible cuando el Espíritu está muy presente en el proceso, y Él lo estará solamente cuando la motivación es correcta. Las obras hechas por culpa, por costumbre, por motivos humanos, para alcanzar algún mérito espiritual no pueden ser hechas con la plenitud del amor del Espíritu. Y sólo podemos hacer “buenas obras” en aquello que amamos, es decir, en aquello para lo cual el Espíritu nos inspira amor. Alguno dirá que debemos amar a todo lo que sea bueno y a todos con el amor de Dios, y eso suena muy espiritual, pero poco real: todos somos especialmente movidos por el amor de Dios hacia algunas cosas y es en ellas donde podemos manifestar especialmente Su amor a través de nuestras obras.

“¿Quién les impidió obedecer a la verdad?” es un tema que vamos a desarrollar en el próximo artículo, pero dejémoslo aquí como cierre de lo que venimos diciendo: toda esta acción del Espíritu de Religión sin dudas que puede venir por el susurro directo de los demonios, pero tanto allí como hoy lo más común es que sea a través de personas de carne y hueso, que se constituyen en sus emisarios. De ellos tenemos que cuidarnos.



Danilo Sorti 



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