jueves, 1 de marzo de 2018

410. El Espíritu de Religión exige que tomemos una posición

Gálatas 6:11-18 RVC
11 Miren con cuán grandes letras les escribo de mi propia mano.
12 Todos los que quieren agradar a los demás los obligan a que se circunciden, solamente para no ser perseguidos por causa de la cruz de Cristo.
13 Porque ni siquiera los mismos que se circuncidan cumplen la ley, aunque quieren que ustedes se circunciden para tener de qué jactarse.
14 Pero lejos esté de mí el jactarme, a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.
15 Porque en Cristo Jesús nada valen la circuncisión ni la incircuncisión, sino una nueva creación.
16 Y a todos los que anden conforme a esta regla, que la paz y la misericordia sean con ellos, y con el Israel de Dios.
17 De aquí en adelante nadie me cause molestias, que yo llevo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús.
18 Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con su espíritu. Amén.

Pablo empieza la carta con relatos personales, y concluye con una nota también muy personal. Cuál es la posición de Pablo respecto de la doctrina de los religiosos de la época, los judaizantes, queda en claro desde los primeros versículos, pero en estas últimas frases, también repletas de significado, el apóstol termina por dejar en claro cuál es su posición con respecto a los falsos maestros.

Si bien toda la carta es “difícil”, esta última sección es especialmente difícil de “digerir” en esta época de la iglesia de Laodicea:

Apocalipsis 3:15 RVC
15 »“Yo sé todo lo que haces, y sé que no eres frío ni caliente. ¡Cómo quisiera que fueras frío o caliente!

Esta iglesia tibia es una que tolera el pecado, no niega la verdad pero acepta también el error sin confrontarlo, a diferencia de Filadelfia. Por lo tanto, termina siendo “políticamente correcta”, y por ello, no va a confrontar a los desviados. Como consecuencia, los religiosos o judaizantes modernos hallan cabida allí, o por lo menos, no son confrontados seriamente.

A diferencia de esa iglesia laodicense, Pablo toma posición con respecto a esos falsos maestros religiosos, y con ello los expone y nos da las claves para identificarlos.

“Todos los que quieren agradar a los demás los obligan a que se circunciden, solamente para no ser perseguidos por causa de la cruz de Cristo.” En un ambiente cristiano que todavía estaba conformado por muchos creyentes de trasfondo judío, y que por lo tanto tenía fuertes vinculaciones con la comunidad, separarse mucho de sus prácticas implicaba perder ciertos beneficios y exponerse a la persecución de ellos, que además solían estar integrados en las ciudades donde vivían por lo que podían (y lo hacían) azuzar a las autoridades gentiles para que persiguieran a los cristianos.

Siempre es posible hacer “algunas pequeñas modificaciones” a lo que creemos o predicamos para agradar a las estructuras denominacionales o al pastorado de la ciudad. Hay algunos temas “complicados” que podemos obviar de nuestra enseñanza, hay algunas “frases mágicas” que debemos decir en cada predicación, hay alguna genuflexión de rigor siempre que somos invitados o sostenidos por alguna iglesia o ministerio… Por supuesto, siempre hay un equilibrio delicado entre decir la verdad con amor y no avanzar más allá de lo que nuestros oyentes pueden recibir (hay verdades que muchos auditorios modernos no “pueden” escuchar porque están demasiado lejos de su entendimiento espiritual) y negociar el mensaje.

No puedo decir exactamente “dónde” está la línea divisoria, pero sí que la hay y que cada uno deberá estar atento. En realidad, la “línea divisoria” no se coloca en función del contenido teológico o el mensaje, sino en función del amor: cuando hablamos lo que el Espíritu nos indica y por amor a los hermanos callamos algunas cosas, estamos del lado correcto. Cuando callamos por temor a que nos reduzcan la ofrenda o que nos inviten más, estamos del lado incorrecto. Por eso lo más prudente es hacer como Pablo, él tenía su oficio y no necesariamente dependía del sostén de las iglesias, solamente lo ayudaban aquellas iglesias maduras que estaban en un mismo espíritu. Aquel que solo vive del Evangelio, está en una posición delicada.

Como ya vimos, el mensaje de la Gracia, que es el mensaje de la cruz, necesariamente acarrea persecución. Para algunos de nuestros hermanos es una persecución sangrienta. Para otros, es algo más sutil, pero es lo mismo. A medida que se aproxime el fin será mucho más manifiesta y agresiva para todos, aunque también tenemos las promesas de una protección sobrenatural.

“Porque ni siquiera los mismos que se circuncidan cumplen la ley” es lo que dijo con otras palabras en párrafos anteriores. La verdad es que la “Ley” que ellos estaban enseñando no era la Ley Mosaica, era un recorte conveniente de ella, y Pablo ya explicó que eso no puede ser: la Ley era un sistema completo y “exclusivo”, lo mismo que la Gracia, no se pueden mezclar.

Por otro lado, Pablo está exponiendo aquí la hipocresía de esos falsos maestros, cuyo orgullo era tener seguidores que hicieran lo que ellos les decían, en este caso, circuncidarse. Los falsos maestros religiosos, además de hipócritas, necesitan tener seguidores que los obedezcan. Es lógico, el Espíritu de la Religión pretende la obediencia de esclavos espirituales, y sus emisarios no pueden hacer menos.

“Pero lejos esté de mí el jactarme, a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.” Esto es una posición clara del apóstol, una declaración pública de cuál es su “orgullo”: la cruz, el instrumento de la muerte más vergonzosa. No tenemos en este siglo la total dimensión de lo que estaba diciendo Pablo ni de lo que decían los cristianos, y escuchaban los no cristianos, cuando se mencionaba la “cruz”. Tratemos de hacer algunas comparaciones modernas.

Mientras algunos se jactan de cuánta gente los sigue diciéndolo de una manera sutil, esto es, cuántos miembros tiene su iglesia, Pablo se “jacta” de la soledad de la cruz donde murió el Salvador: allí no había multitudes aclamándolo, apenas un puñadito de los suyos y muchos religiosos blasfemos. Mientras algunos se enorgullecen de sus construcciones y edificios, Pablo se enorgullece de un par de palos de madera rugosa y con astillas. Mientras algunos gustan de buenos trajes y  lindas decoraciones, Pablo se enorgullece de la desnudez de la cruz (el paño que cubre a Jesús en algunas pinturas es sólo una delicadeza del pintor). Mientras algunos se emocionan con sus elaborados análisis teológicos, Pablo proclama un mensaje por demás de sencillo y por demás de poderoso.

Todo esto representa algo de lo que está queriendo decir con “cruz”, el acto de salvación y de mayor expresión del Amor que dio vueltas todo lo que los hombres consideran importante. Pablo desarrollaría este tema más en extenso en otra carta:

Filipenses 3:7-11 RVC
7 Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida, por amor de Cristo.
8 Y a decir verdad, incluso estimo todo como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por su amor lo he perdido todo, y lo veo como basura, para ganar a Cristo
9 y ser hallado en él, no por tener mi propia justicia, que viene por la ley, sino por tener la justicia que es de Dios y que viene por la fe, la fe en Cristo;
10 a fin de conocer a Cristo y el poder de su resurrección, y de participar de sus padecimientos, para llegar a ser semejante a él en su muerte,
11 si es que de alguna manera llego a la resurrección de entre los muertos.

A pesar de que estas verdades tienen ya dos mil años, vez tras vez surgen líderes y estructuras cristianas que vuelven a darle valor a tantas cosas que son muy secundarias para nosotros.

“Porque en Cristo Jesús nada valen la circuncisión ni la incircuncisión, sino una nueva creación.” El Espíritu de Religión nos hace “añorar” un “pasado mejor”, que en realidad nunca existió sino que es un recorte histórico y un invento de él. Con todo, había cosas maravillosas en el pasado y que están registradas en el Antiguo Testamento, pero lo que Pablo está diciendo aquí es lo que Jesús ya había expresado:

Lucas 7:28 RVC
28 Yo les digo que, entre los que nacen de mujer, no hay nadie mayor que Juan el Bautista. Aun así, el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él.»

Lo pasado pudo ser genuinamente glorioso, pero no se compara con la nueva revelación en Cristo. De la misma forma, las manifestaciones del Espíritu en nuestro pasado más cercano, los avivamientos, los movimientos de santidad, las conversiones, pudieron ser gloriosas y lo fueron, pero hay algo más grande esperándonos a los que hemos llegado a los últimos tiempos. Los que están engañados por alguna forma de religión tratan de recrear ese pasado “glorioso”, que no puede volver ya más; los que son libres se esfuerzan en construir en medio de este presente oscuro para el momento en que la luz de Cristo brillará antes del fin.

“Una nueva creación” es lo que cierra definitivamente toda discusión; el Evangelio no es un “perfeccionamiento” del hombre, no es una “corrección del camino”, tal como nos sugiere la Religión; es una NUEVA CREACIÓN, algo radicalmente nuevo en el espíritu que luego se manifiesta en el mundo material. La Religión no puede manejar adecuadamente el concepto de “ser hechos una nueva creación”, se ancla en el pasado y de allí proyecta el presente, por lo que una discontinuidad tal le resulta muy perturbadora.

Pablo aquí está exponiendo la “radicalidad” de su mensaje en una sociedad que buscaba, como la presente, la mejora y superación del hombre, a través de las diversas filosofías griegas o del cumplimiento de una Ley.

“Y a todos los que anden conforme a esta regla, que la paz y la misericordia sean con ellos, y con el Israel de Dios.” La bendición final de la carta no es para todos. Las bendiciones del Evangelio no son para todos, son para los que permanecen bajo la Gracia, bajo el mensaje y el poder de la cruz de Cristo. Sí, el Evangelio es también “excluyente”, algo que en este presente siglo “laodicense” resulta muy difícil de aceptar para las iglesias.

“De aquí en adelante nadie me cause molestias, que yo llevo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús.” Pablo concluye sus palabras presentándose él mismo como ejemplo de todo lo que dijo: defender la Gracia manifestada en la cruz había dejado cicatrices en su cuerpo, y más todavía habría de dejarle, hasta llegar a perder la vida. Mientras los que juegan con alguna forma de religión tratan de “pasarla lo mejor posible”, Pablo muestra en sí mismo las consecuencias de su radicalidad. Somos llamados a seguir su ejemplo.

Y la mejor forma de concluir esta serie sobre el Espíritu de la Religión y sus manifestaciones es con la última frase de la carta: “Hermanos, que la GRACIA de nuestro Señor Jesucristo sea con su espíritu. Amén.”


Danilo Sorti




Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprime aquí para enviarnos tu ofrenda.


No hay comentarios:

Publicar un comentario