viernes, 30 de marzo de 2018

443. Ha llegado el rumor, y Guesén lo confirma…


Nehemías 6:1-9 RVC
1 »Cuando Sambalat, Tobías, Guesén el árabe, y nuestros otros enemigos supieron que habíamos terminado de reconstruir las murallas, y que se habían tapiado todas sus brechas (aunque aún no habíamos colocado las puertas de madera),
2 me mandaron un mensaje que decía: “Queremos reunirnos contigo en alguna de las aldeas del campo de Onó.” »En realidad, lo que ellos querían era hacerme daño,
3 así que mandé a decirles: “No me es posible ir, porque estoy en medio de una gran obra. Si fuera yo a reunirme con ustedes, el trabajo se detendría.”
4 Y aunque ellos insistieron hasta cuatro veces, mi respuesta fue siempre la misma.
5 »Pero Sambalat insistió una quinta vez, y me envió a un criado suyo con una carta abierta,
6 la cual decía: “Ha llegado a nuestras ciudades el rumor, y Guesén lo confirma, de que los judíos y tú piensan rebelarse, y que por eso estás reconstruyendo las murallas de Jerusalén. Según este rumor, tienes la intención de proclamarte rey,
7 y hasta te has rodeado de profetas para que proclamen en Jerusalén que Judá ya tiene rey. Ten cuidado, porque esto puede llegar a oídos del rey. Así que ven a hablar con nosotros, para aclarar este asunto.”
8 »Yo le respondí: “Esto que dices no es verdad. Tú mismo lo has inventado.”
9 »Y es que nuestros enemigos querían amedrentarnos, y desanimarnos para que no termináramos las obras de restauración. »Dios mío, ¡fortalece mis manos!


Nehemías tuvo que enfrentar varios ardides “políticos” en su ministerio de restauración, pero ya había sido preparado para eso durante su tiempo en la corte del rey.

Notemos que en todo el libro de Nehemías no vemos guerras, a diferencia de lo que encontramos en los libros históricos anteriores. A pesar de las tensiones internas y de que casi hubo un conflicto armado, nada sucedió. Y es inevitable pensar que la autoridad superior del imperio ponía un freno a muchos de los problemas que podían aparecer entre los pueblos.

Un tiempo atrás hablamos en una serie de artículos sobre el “Espíritu del Imperio”, o “Nimrod”, y cómo casi toda la Biblia se desarrolla con algún imperio de trasfondo. No se trata de una estructura que refleje la voluntad divina y en el final de los tiempos concluirá con su máximo exponente que es el Anticristo, pero Dios la ha permitido y la ha usado a lo largo de la historia, tanto para traer juicio sobre naciones rebeldes como para permitir condiciones de relativa paz. Claramente vemos esto con la “pax romana”, claro está, la paz generada por tener una espada a las espaldas, pero “paz” al fin, que permitió al Evangelio extenderse rápidamente por todo el imperio. Volviendo a la realidad de Nehemías, si el imperio persa no hubiera dominado esa región, hubiera sido imposible que un pequeño grupo de judíos reconstruyera la muralla y el Templo.

El Imperio no es la voluntad de Dios y al final de los tiempos será definitivamente juzgado, pero en estos tiempos, dada la condición actual del hombre, parece ser la “única” forma en que las personas puedan vivir en relativa paz. Yo sé que muchos protestarán en contra de lo que digo y yo mismo me uniría a esa protesta, pero leyendo la historia debo concluir, lamentablemente, que esa afirmación tiene mucho de razón, ¡y no porque sea el propósito perfecto de Dios!

“Queremos reunirnos contigo” es la primera estrategia, es decir, “no estamos totalmente de acuerdo con lo que haces y si quisiéramos podríamos hacerte daño, pero podemos charlar y llega a entendernos, y quizás lograr una solución intermedia en la que todos podamos concordar”. ¿No es tentadora la oferta? ¡Claro que sí! ¿Cuántos siervos de Dios inexpertos sucumbirían ante ella? Pero, recordemos, Nehemías había estado mucho tiempo en la corte, tanto como para llegar a ser un hombre de plena confianza del rey (sino, no hubiera sido copero). Y, con la guía del Espíritu, pudo discernir el engaño.

¿Qué aprendemos? A ser prudentes cuando en enemigo / amigo nos llama para “charlar”. Principalmente me estoy refiriendo a los “de adentro” y no tanto a los “de afuera”, aunque también a ellos.

“En realidad, lo que ellos querían era hacerme daño”, pero hoy este “daño” no necesariamente es físico sino muchas veces espiritual: ataque espirituales directos que ocurren por ir a donde no debemos o ponernos bajo un “pacto” incorrecto, o engaños sutiles que ocurren en ese ambiente “agradable” de diálogo (que al fin y al cabo, es casi lo mismo). El tiempo que nos resta es breve, tal como le pasaba a Nehemías, y no podía desperdiciarlo, ni mucho menos exponerse a sufrir daños que no solo le afectarían a él sino a toda la obra. ¿Esa invitación tan amable, qué esconde por detrás? No se trata de ser “sospechantes crónicos”, sino de tener prudencia y discernimiento.

“Y aunque ellos insistieron hasta cuatro veces, mi respuesta fue siempre la misma.” ¿Acaso no entienden? Probablemente necesiten que se lo explique en persona… Pero no, ellos sí entienden, perfectamente, es parte de la estrategia. A veces nos resulta bochornoso tener que repetir lo mismo, o bien nos callamos, o bien accedemos, o bien nos enojamos. De nuevo, Nehemías no hizo nada de eso, ya que ellos les decían por cuarte vez “lo mismo”, ¡él respondió también con lo mismo!

Aclaremos, no se trataba aquí de que hubiera un “entendimiento” porque eso no era posible, había intenciones ocultas. Era una estrategia que pretendía lograr su objetivo o generar ira que le llevara a cometer un error. Cuando se nos repite muchas veces lo mismo, no dudemos que hay una estrategia perversa por detrás.

“Pero Sambalat insistió una quinta vez, y me envió a un criado suyo con una carta abierta, la cual decía: ‘Ha llegado a nuestras ciudades el rumor, y Guesén lo confirma…’” Ahora cambia la estrategia, es cuestión de tener un poco de paciencia y el enemigo tomará otro curso de acción. Y vuelvo a decir que este “enemigo” del que estoy hablando muchas veces está “entre nosotros”…

La apuesta es más fuerte, pero mentirosa: está “creando” una realidad en la cual Nehemías aparece como un sedicioso dispuesto a rebelarse, una de las peores imágenes políticas que podía tener alguien en aquel entonces. Hoy tenemos un amplio conocimiento en “crear realidades” con la palabra, los diversos grupos políticos lo hacen a diario, y resultan modelos muy creíbles y consistentes… Pero no es diferente a lo que ocurre dentro de unas cuantas iglesias, con mensajes exitistas y de “mundo feliz” que ocultan la terrible realidad que se vive. Como sea, esta artimaña fue lanzada contra Nehemías. El asunto es, ¿qué consistencia tienen esas palabras?

“Ha llegado a nuestras ciudades el rumor”, eso es algo comprobable, alguien lo puede decir, pero si es verdad tiene que haber muchas fuentes que lo testifiquen, aunque eso no convierte al rumor en cierto. “… y Guesén lo confirma…”, claro, uno de ellos, ¿qué fiabilidad tiene? Entonces, ¿quién está avalando qué?

“Yo le respondí: ‘Esto que dices no es verdad. Tú mismo lo has inventado.’” Bien, un rumor puede ser cierto, una amenaza puede ser creíble y temible, pero no era este el caso y Nehemías conocía lo suficientemente bien los hechos como para no ceder. Pero, recordemos, ya había sido entrenado durante mucho tiempo en un ambiente “secular”, al igual que los apóstoles, siglos después, hombres que venían del ámbito “secular”, pequeños empresarios o profesionales, que sabían cómo moverse en el mundo y realizar proyectos; el único que venía el ámbito religioso y fracasó en su misión fue, precisamente, Judas. Por eso los seminarios, si bien pueden ser importantes, no son una garantía “absoluta”.

“Y es que nuestros enemigos querían amedrentarnos, y desanimarnos para que no termináramos las obras de restauración.” El principal objetivo de nuestros enemigos (repito, muchos de ellos internos) es desanimarnos, lograr que tengamos miedo, que veamos la obra demasiado grande, que sobreestimemos los peligros y subestimemos el poder de Dios; una confrontación siempre es costosa y de resultado incierto, y los enemigos más sabios van a tratar de evitarla, pero van a perfeccionar el poder de seducción.

Ya fue escrito para nosotros, no es necesario que volvamos a aprender lo que el Espíritu nos dijo, pidamos al Señor discernimiento para entender y aplicar sabiamente.


Danilo Sorti




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