Eclesiastés 8:11 RVC
11 Y es que cuando la sentencia para castigar
una mala acción no se ejecuta de inmediato, el corazón de los mortales se
dispone a seguir actuando mal.
Como sabemos, el punto de vista de
Eclesiastés es lo que ocurre “debajo del sol”, es decir, una perspectiva
honesta de la vida humana sin tener en cuenta (casi) a Dios. Y bajo este
panorama el predicador encuentra un hecho frecuente: cuando se deja sin castigo
inmediato una mala acción, las personas rápidamente son tentadas a hacer lo
malo, porque “no tiene consecuencias”. Por supuesto, esto no pasaría si el
corazón de los seres humanos amara más el bien que la maldad, pero dado que
sigue estando en nuestro interior esa raíz de maldad, ocurre.
El pasaje aquí se está refiriendo a una
“sentencia” humana, porque es la perspectiva del libro, pero el mismo principio
se aplica desde la perspectiva divina: cuando Dios no ejecuta un “castigo
ejemplificador”, como tanto les gusta pedir a los colectivos enojados, los
hombres, y los hijos de Dios entre ellos, se desvían muy fácilmente.
Vamos al ámbito del Pueblo de Dios. Si el
Señor tuviera que ejecutar públicamente un “castigo ejemplificador” por todos y
cada uno de nuestros errores, hace rato que ya ninguno de nosotros estaría
sobre la faz de la Tierra. Nunca, desde sus inicios, la Iglesia ha sido
perfecta; proféticamente esperamos su momento de mayor perfección justamente
antes del arrebatamiento. Si el Espíritu hubiera podido manifestarse solamente
en una Iglesia sin errores, nunca se habría dado a conocer.
El problema es que muchos cristianos y muchos
líderes caen en el error porque Dios los bendice, prospera sus ministerios y se
manifiesta, A PESAR DE sus errores, sin embargo ellos terminan pensando que en
realidad no están haciendo mal, o que así como están “ya está” bien, o que
realmente a Dios no le importan mucho sus defectos porque, al fin y al cabo,
los sigue bendiciendo. Entonces, como no ven un rayo que cae del cielo cuando
se mandan una macana, terminan comportándose de la forma que dice Eclesiastés.
Pero en realidad tenemos ahí algo que ya
había pasado antes:
Isaías 48:9-11 RVC
9 »Por causa de mi nombre, y porque está en
juego mi alabanza, refrenaré mi enojo; me contendré para no destruirte.
10 Bien puedes ver que te he purificado, y no
como a la plata; yo te elegí en el horno de la aflicción.
11 Lo hice por mí, por causa de mí mismo,
para que mi nombre no sea profanado, pues no daré a ningún otro mi honra.
Ezequiel 36:22 RVC
22 »Por eso, dile al pueblo de Israel que yo,
su Señor y Dios he dicho: “Pueblo de Israel, no lo hago por ustedes, sino por
causa de mi santo nombre, el cual ustedes profanaron entre las naciones a las
que fueron llevados.
Muchas veces Dios tuvo misericordia de Israel
solo para que Su nombre no fuera blasfemado entre los gentiles (y, en realidad,
para que esos pueblos también tuvieran el testimonio).
Pero los apóstoles entendieron bien esta
verdad:
Hechos 3:11-16 RVC
11 Mientras el cojo que había sido sanado no
soltaba a Pedro ni a Juan, todo el pueblo fue al pórtico llamado «de Salomón»,
y sin salir de su asombro se acercó a ellos.
12 Cuando Pedro los vio, les dijo: «Varones
israelitas, ¿qué es lo que les asombra? ¿Por qué nos ven como si por nuestro
poder o piedad hubiéramos hecho que este hombre camine?
13 El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob,
que es el Dios de nuestros antepasados, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien
ustedes entregaron y negaron delante de Pilato, cuando éste ya había resuelto
ponerlo en libertad.
14 Pero ustedes negaron al Santo y Justo, y
pidieron que se les entregara un homicida.
15 Fue así como mataron al Autor de la vida,
a quien Dios resucitó de los muertos. De eso nosotros somos testigos,
16 y por la fe en su nombre, a este hombre
que ustedes ven y conocen, Dios lo ha restablecido; por la fe en Jesús, Dios lo
ha sanado completamente en presencia de ustedes.
Cuando Jesucristo dice “En mi nombre
expulsarán demonios, hablarán nuevas lenguas…” no nos está dando una fórmula
mágica, una serie de palabras que tienen poder por sí mismas, en realidad nos
está diciendo que cualquier cosa que hagamos, y más aún si se trata de una
confrontación de poder contra el mundo de las tinieblas, la haremos por SUS
MÉRITOS, por el poder que Él ganó y no por alguna virtud, santidad o fuerza
propia.
Cuando entendemos y vivimos esto pasan dos
cosas; por un lado quedamos libres para reconocer nuestros pecados tal como son
y llevarlos a los pies de Cristo, no tenemos que considerar que Dios “los pasa
por alto”, podemos tratar con ellos. Y por otro lado, reconocemos que todo lo
que hacemos o tenemos en por gracia, por misericordia divina, que no somos
dueños de nada; y entonces damos lugar a la humildad.
Resumiendo: “debajo del sol”, es decir, bajo
una perspectiva que no tome en cuenta a Dios, es fácil que confundamos la
misericordia de Dios cuando estamos en el ministerio y dejemos de preocuparnos
ya por crecer en santidad y corregir nuestros errores. Cuando entendemos que,
como cristianos, nada de lo que hacemos es por algún mérito sino que todo es en
“nombre de Cristo”, podemos crecer en el ministerio sabiendo que Dios nos lo da
por gracia, para que Su nombre sea conocido y respetado entre las personas, y
podemos aceptar y tratar con nuestros pecados, para que no aniden durante años
actitudes pecaminosas.
Qué triste es ver a los siervos de Dios, a
quienes el Señor ha bendecido por Su misericordia, mantener los mismos pecados,
o aún profundizar en ellos, hasta que llega el momento en que Dios no puede
soportarlo más y envía Sus juicios para que se den cuenta del error. He visto
que es un “gran problema” cuando el Señor bendice un ministerio, especialmente
si es joven, porque difícilmente se preocupen luego por crecer en santidad,
sólo por hacer “crecer el ministerio”.
Señor, libranos de ese error.
Danilo Sorti
No hay comentarios:
Publicar un comentario