Isaías 47:6-12 RVC
6 Yo me enojé contra mi pueblo; degradé a los
que son míos, y los entregué en tus manos; pero tú no les tuviste compasión;
sobre los ancianos dejaste caer el peso de tu yugo.
7 Creíste que siempre serías señora, pero no
te detuviste a pensar que un día llegaría tu fin.
8 Pero escucha esto tú, libertina, que
confiadamente reinas y te dices a ti misma “Yo soy yo, y fuera de mí no hay
nadie más. Nunca me quedaré viuda, ni sabré lo que es la orfandad”:
9 En un mismo día te vendrán estas dos cosas,
orfandad y viudez; y vendrán sobre ti con toda su fuerza, a pesar de tus muchos
hechizos y encantamientos.
10 »Tú te atuviste a tu maldad, y pensaste
que nadie te veía. Tu propia sabiduría y tu ciencia te engañaron al pensar para
tus adentros “Yo, y nadie más”.
11 Vendrá sobre ti un mal cuyo origen
desconoces; caerá sobre ti un quebrantamiento que no podrás remediar; ¡te
sobrevendrá una destrucción desconocida!
12 »Pero tú sigue con tus muchos hechizos y
encantamientos, a los que tanto tiempo has dedicado desde tu juventud; ¡tal vez
puedas mejorarte, tal vez puedas fortalecerte!
Cuando leemos “Babilonia” en las páginas
bíblicas normalmente estamos ante una referencia al poder imperial, sea en la
Babilonia literal, sea en la forma simbólica del Imperio Romano o sea en la
forma de la “gran ciudad” que será destruida al fin de los tiempos. Pero son
igualmente de claras las referencias al poder religioso que estaba
estrechamente unido al Imperio. Algunos llamarían a esto “Semiramis y Nimrod”,
recuperando los viejos mitos.
Es por demás de obvio que el Espíritu de la
Religión está unido al Espíritu del Imperio: ambos procuran el control sobre el
individuo, el primero de una manera más “sutil” o “femenina”, el segundo de una
forma coercitiva o “masculina”. Muchos cristianos han tenido problemas
teológicos tratando de entender el “sello de la Bestia” en Apocalipsis hasta
que apareció el chip RFID y comenzó a insertarse primero en animales y luego en
humanos. Evidentemente, esta era una de las “profecías selladas” de los tiempos
bíblicos que se haría evidente en los actuales. Pero más allá del objeto en sí,
se trata de la culminación del propósito satánico de todos los tiempos: lograr
el control absoluto de los seres humanos, porque sabe que son ellos los que
tienen autoridad legal sobre la Tierra.
Mientras tanto, ambos espíritus colaboran
estrechamente para lograr el control de los hombres. Y no estoy diciendo nada
nuevo, hace tiempo ya que los poderosos entendieron esto, y que diversas
corrientes sociales lo expusieron claramente. La unión iglesia – estado,
principalmente con la iglesia católica, pero también entre varias
denominaciones protestantes tradicionales y sus países, o entre la iglesia
ortodoxa y el estado, es la forma en que esto se hace visible, pero en realidad
sus raíces más profundas se entrecruzan mucho más fuertemente.
La Religión sostiene el status quo, conforma
a la gente, la puede entretener, le brinda caminos que no llevan a ninguna
parte pero que la alejan del verdadero cuestionamiento hacia los poderes
establecidos. Calma su consciencia para que no ande buscando “cosas nuevas por
ahí”. Pero entendamos bien, me estoy refiriendo al Espíritu de la Religión, no
a la “religión oficial”.
Por cierto que la “religión oficial” es el
ejemplo paradigmático de lo que estamos diciendo, pero el mismo espíritu se
manifiesta en las corrientes evangélicas espiritualistas que llevan a los
creyentes a vivir ya en el “más allá”, volviéndose inocuos para el sistema
satánico, o la más moderna y perversa Teología de la Prosperidad, que les
promete una fórmula mágica para conseguir en éxito… dentro del injusto modelo
actual.
Comentario aparte merece la Teología de la
Liberación, con un discurso muy lindo pero que seguía manteniéndose ¡dentro de
la estructura religiosa más imperialista y corrupta de las denominaciones
cristianas! Para algunos resultará ofensivo lo que voy a decir, pero creo que
en definitiva ese movimiento fue una “segunda marca” de la Iglesia Católica, o
como se dice en gestión, “cambiar para que nada cambie”. Por supuesto que la
Teología de la Liberación fue mucho más que eso y sería injusto meter a todos
“dentro de la misma bolsa”; esto es solo una visión muy general y seguramente
tenemos ejemplos muy valiosos, pero sigo con la misma pregunta: ¿por qué
permanecer dentro de una estructura imperialista?
El objetivo principal de la Iglesia que
estableció Cristo sobre la Tierra NO FUE NUNCA cambiar la sociedad sino salvar
a las personas y transformarlas, pero la consecuencia INEVITABLE de ese proceso
ha sido siempre una SOCIEDAD TRANSFORMADA, no perfecta, pero sí un poco más
justa. Cualquier expresión religiosa que finalmente deje “todo como está”, o
haga un poco de cosmética
El Imperio es mucho más claro en sus
objetivos: control de los recursos, ordenamiento de las actividades humanas y
del pensamiento, flujo de riquezas y personas organizado, concentración de
poder y dinero. Puede ser sutil en sus propagandas, pero todos saben que la
espada está detrás de un fino telón. Sin embargo, sofocar rebeliones a cada
rato cuesta mucho dinero y produce desgaste: el imperio se esfuerza en
construir una imagen de gran poder, pero cuando uno se pone a sacar cuentas y
analiza en profundidad escenarios hipotéticos de conflicto, normalmente se
encuentra con que sus columnas no son tan sólidas como parece. El imperio mismo
también se encuentra al borde del caos, especialmente en estos tiempos.
“Pero tú sigue con tus muchos hechizos y encantamientos,
a los que tanto tiempo has dedicado desde tu juventud; ¡tal vez puedas
mejorarte, tal vez puedas fortalecerte!” Toda estructura imperial está unida a
una religión oficial y tiene por detrás un ejército de ocultistas; en realidad
cualquier religión cristiana que haya caído presa del Espíritu de Religión
también termina asociada con la brujería y el ocultismo, porque de algún lado
tiene que sacar poder para “hacer algo”.
No solamente el Imperio usa a la religión
para dominar a la gente a través del discurso, sino que gasta mucho dinero en
sus brujerías y encantamientos, TODOS LOS IMPERIOS, aún los que se llaman
ateos, también los que tienen raíces protestantes.
Por eso vemos levantarse líderes políticos
con un enorme carisma y poder de seducción, porque manejan tanto el dinero para
pagar a la gente que asiste a sus discursos como el poder espiritual para
seducir a muchos con espíritus de error. Y luego, en breve tiempo, esos líderes
caen en desgracia y prácticamente desaparecen de la escena. Eso no es un
fenómeno “estrictamente social”, tiene un componente espiritual.
Podríamos hablar mucho más, pero hay libros
escritos al respecto. Aquí y ahora debemos ser conscientes de este “doble
refuerzo”: si estamos en una estructura donde controla el Espíritu de Religión,
también terminaremos presa de los engaños del “imperio”, es decir, de alguno de
los poderes políticos que se levanten, sean internacionales o sean locales,
porque en el fondo todos están relacionados. Y el Imperio va a apoyar a las estructuras
religiosas que le sean funcionales.
Por eso, cuando más actualmente vemos a
líderes políticos transitar las plataformas evangélicas e incluso ofrecer
ayudas y promesas, debemos estar atentos. No quiero ser un “crítico crónico”,
pero conociendo este principio espiritual deberíamos pedir discernimiento. ¿Por
qué razón un político del siglo XXI se sentiría “cómodo” en nuestras iglesias?
Probablemente porque no estamos siendo todo lo profético que deberíamos ser.
Consumir los mensajes del imperio nos deja
vulnerables ante el Espíritu de Religión: lo grande es “hermoso”, la
organización y las instituciones son “lo más”, mientras más seamos es “mejor”,
la historia nos da identidad y nos hace fuertes… Son todos mensajes favoritos
del imperio y no están demasiado errados, pero las cosas en Dios no funcionan
así, y cuando nuestra estructura de pensamiento es contaminada por esos
mensajes como si fueran verdades absolutas, no vamos a buscar una “pequeña y
joven” iglesia que esté llena del Espíritu Santo, sino una “grande y poderosa”
estructura…
Imperio y Religión, las dos barras de la
misma tenaza, que en el caso de Jesús se unieron para lograr Su crucifixión y
perseguir luego a la naciente Iglesia, hasta que la ira de Dios destruyó a la
pecadora ciudad de Jerusalén. No es distinto hoy. No caigamos en sus garras,
esto es, ¡no necesitamos sus recursos para hacer la obra de Dios! Necesitamos a
Dios y haremos lo que Él nos permita hacer, no hace falta más. Buscando grandes
recursos para hacer grandes obras caemos en grandes trampas. No voy a juzgar a
los que están ahí y hacen mucho, pero si tenemos la luz más clara del Espíritu,
no debemos retroceder.
¡Que el Señor nos de sabiduría para entender
estas cosas!
Danilo Sorti
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