Génesis 2:16-17 RVC
16 Y Dios el Señor dio al hombre la siguiente
orden: «Puedes comer de todo árbol del huerto,
17 pero no debes comer del árbol del
conocimiento del bien y del mal, porque el día que comas de él ciertamente morirás.»
Este es, probablemente, el primer problema
interpretativo serio que tenemos en la Biblia, y a partir del cual podemos
construir muchas teologías erradas y prácticas también erradas.
Podemos asumir el relato de la creación de
una manera en cierto sentido simbólica, adecuada para la comprensión de las
personas hace miles de años aunque sin perder la esencia de las verdades
espirituales y científicas. Pero cuando nos “encontramos” con el hombre la cosa
cambia: Adán no es ningún simbolismo, y los hijos de Adán, menos. Lo que le
pase a él será, por así decirlo, una “clave interpretativa” fundamental para
toda la Biblia.
Ahora bien, Adán NO murió, no físicamente, de
hecho vivió 930 años según el texto. Entonces deberíamos interpretar
“ciertamente morirás” en un sentido simbólico, ¿no es así? Pero en el contexto
literario no hay nada que nos sugiera simbolismo: un huerto es algo
perfectamente literal y que todo el mundo conoce, Adán y Eva, como dijimos,
nunca aparecen como algo simbólico, los árboles tienen un profundo significado
simbólico a la vez que literal, ambos unidos, por lo que son totalmente
materiales, la serpiente puede tener varias explicaciones (Satanás adopta la
forma de una serpiente o se mete en una, o en el caso más simbólico, toma la
forma de un “reptiliano”, pero como sea, perfectamente podemos pensar en algo
“tangible”). Dios mismo es descrito con características “materiales”,
paseándose en el huerto. Los diálogos no son diferentes al resto de los
diálogos “materiales” que encontramos en el resto de la Biblia, su contenido es
perfectamente “concreto”, y no tenemos “más” como para que algo nos justifique
una interpretación simbólica. Aunque la escena esté repleta de significados
simbólicos, es cien por ciento “material”, perfectamente histórica.
Entonces, si en medio de todo este escenario
REAL, TERRENAL E HISTÓRICO, decimos que la expresión “ciertamente morirás” es
simbólica, tenemos un problema. Ahora bien, tampoco está “prohibido” que Dios
utilice un lenguaje “simbólico” para hablar con Adán, pero cuando asumimos sin
más que estas casi primeras palabras son simbólicas, se nos abre una forma de
interpretación que puede ser problemática.
Antes de seguir aclaremos que es cierto que
toda la Biblia puede tener interpretaciones “simbólicas”, numerológicas, “espirituales”.
El asunto es qué está “primero” en el significado principal de un texto, qué es
lo que tiene mayor autoridad, si lo simbólico o lo espiritual.
Cuando entendemos como “meramente simbólico”
lo que Dios dijo a Adán, porque no murió en ese momento, entonces podemos
“meter” simbolismos donde se nos dé la gana, ya que el contexto de esas
palabras es perfectamente literal. Y con esa “simbolización compulsiva” es muy
fácil armar y desarmar significados y teologías, “haciendo simbólicos” los
pasajes difíciles o que trastocarían nuestro pensamiento, mientras que
“mantenemos literales” aquellos que están más de acuerdo con nosotros.
Hay segmentos en la Biblia que claramente son
simbólicos y así se interpretan o se dan a conocer. Hay muchos más segmentos
que son literales, y aunque puedan tener también una interpretación simbólica,
el sentido primario de lo que Dios está diciendo es literal. Y hay segmentos,
especialmente en los profetas, que nos dejan en la duda; parece que están “entremezcladas”
secciones simbólicas con secciones literales, y aplicamos una u otra
interpretación según cuán lógico nos parecen, es decir, si están más o menos de
acuerdo con los eventos que pasaron o que podrían pasar en el futuro, son
literales; pero si “escapan” a nuestra lógica o a lo que razonablemente
suponemos que podría pasar en el mundo, entonces son simbólicos. ¿¡Por qué!?
Generalmente algún teólogo en el pasado dijo
que tal o cual pasaje era simbólico, hizo una interpretación más o menos
coherente, aplicó unas verdades bíblicas que seguramente tiene el tal pasaje
(en su sentido simbólico) y a partir de allí, la mayoría de los cristianos
afirman que ese pasaje es simbólico y que dice tal y tal cosa.
Ahora resulta que el Señor levanta profetas
que anuncian lo porvenir, que es demasiado extraño para nuestra mentalidad
evangélica tradicional, y que interpretan esos pasajes “históricamente”
simbólicos de una manera mucho más literal, y los consideramos “herejes”. Eso
me parece que lo conozco…
Juan 9:29 RVC
29 Nosotros sabemos que Dios le habló a
Moisés; pero de ése, no sabemos ni de dónde es.»
Ahora bien, ¿podemos usar este pasaje de
Génesis como un “principio interpretativo” para la profecía? Sí, porque de
hecho es la primera, o al menos una de las primeras, profecías que aparecen
registradas en la Palabra. En Génesis 1:28-30 tenemos un mandato dado por Dios
al hombre, que por supuesto es también “profecía” porque toda palabra que Dios
diga es necesariamente profética, y ahí tendríamos la “primer” profecía
incondicional de Dios: aquello que de todas formas va a ocurrir porque depende
de Dios y no del hombre. Pero en Génesis 2:17 aparece la profecía
“condicional”, aquello que puede ocurrir si el hombre desobedece a Dios, y que
de hecho ocurrió.
Como sea, tenemos aquí las dos primeras
profecías; la primera es literal sin ninguna duda, y con la segunda,
precisamente, ¡estamos en dudas!
Ahora bien, es muy fácil darse cuenta de que
las palabras divinas se cumplieron literalmente, aunque no en ese momento: Adán
murió, mucho tiempo después, pero murió; y a partir de él, el resto de los
humanos. En Enoc Dios alcanzó a mostrarnos cuál era el “Plan A”, no que los
seres humanos vivieran eternamente sobre la Tierra, sino que cumplieran su
tiempo y luego pasaran a otro nivel.
Con esto podemos quedarnos más tranquilos: la
promesa no era simbólica, solamente estaba diferida en el tiempo. Eso es un
principio interpretativo por demás de común en toda la profecía: el anuncio es
demorado en el tiempo, a veces milenios; las amenazas de juicio pueden ser
pospuestas (aunque finalmente llegan) si el pueblo se arrepiente en ese tiempo.
¡Acá no hay nada “simbólico”! Es literal, solo que no inmediato.
Esto solo debería bastar para que seamos más
prudentes a la hora de interpretar algunos pasajes proféticos como simbólicos
por el solo hecho de que no han pasado todavía (de una forma “material”) o de
que nos resultan demasiado extraños al oído como para que podamos decir
fácilmente que son literales y el resto de los maestros y teólogos no se burlen
de nosotros…
Pero creo que hay algo más. El contexto de
las palabras divinas no está aludiendo directamente al futuro, aunque hoy
podemos ver que se referían al futuro y Adán lo pudo entender así, 900 años
después, la construcción tiene una interpretación más simple y lógica en el
presente: “el día que comas de él ciertamente morirás”. Esa palabra que se usa
para “día” es la misma que aparece en Génesis 1 y que se repite en casi 2.000
versículos del Antiguo Testamento, podía entenderse como un “período de
tiempo”, un “momento determinado”, por ejemplo, “el día del Señor”, aunque su
sentido primario era “día” literal.
Es decir, podemos hacer unas cuantas
interpretaciones simbólicas con “día” y creo que son muy útiles, pero seguimos
teniendo un significado literal e “inmediato” en las palabras del Señor que no
resulta fácil soslayar, ¿entonces qué?
Muchos han interpretado aquí que en efecto lo
que “murió” en el hombre fue su espíritu, y creo que esa es la forma “correcta”
de leer la inmediatez evidente que tienen las palabras de Dios, y por otro
lado, es por demás de lógico: cuando un acto de desobediencia cortara la
comunión del espíritu humano con el Espíritu divino, ¿de dónde recibiría su
sustento?, inmediatamente moriría.
No estoy diciendo ninguna interpretación
nueva, es ampliamente aceptada en el ambiente evangélico, el asunto es que,
aunque perfectamente conocida, no se la aplica adecuadamente en la
interpretación profética.
Las palabras de Dios fueron literales e
inmediatas, tal como la más simple interpretación del texto nos sugiere, y lo
que murió fue “Adán”, el espíritu, por lo que el verdadero Adán era su
espíritu. Luego podemos hacer una interpretación dilatada en el tiempo, aunque
también literal: moriría su cuerpo físico. Y después, otra interpretación más
simbólica pero no menos real: habría separación (es decir, “muerte”) entre los
hombres y entre ellos y la naturaleza.
Si tomamos esto como principio interpretativo
de la primera sección “profética” de la Biblia, Génesis 1 y 2, las primeras
palabras que Dios le dirige al hombre, entonces deberíamos tener mucho cuidado
con interpretar simbólicamente el RESTO de la profecía. No quiero decir que no
haya simbolismos, obviamente los hay, pero si la primera interpretación que tenemos
es necesariamente literal, y luego simbólica, debemos ser cuidadosos en tomar
cualquier pasaje y hacerlo simbólico porque no nos parece lógico y “olvidar”
cualquier interpretación literal posible.
Hay mucho más para hablar de este pasaje,
concretamente del proceso de restauración del espíritu humano en Cristo y de la
confrontación alma – espíritu, pero no lo haremos aquí. La idea de este
artículo es que procuremos ser lo más precisos posibles en la interpretación de
la Palabra de Dios, es decir, ¡en cómo nuestra alma la entiende! No sea cosa
que se crea demasiado importante y pretenda quitarle lugar al Espíritu Santo en
nuestras vidas…
Danilo Sorti
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