jueves, 1 de marzo de 2018

414. “El día que comas de él ciertamente morirás” ¿Simbólico o literal? El inicio de muchos problemas interpretativos

Génesis 2:16-17 RVC
16 Y Dios el Señor dio al hombre la siguiente orden: «Puedes comer de todo árbol del huerto,
17 pero no debes comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, porque el día que comas de él ciertamente morirás.»

Este es, probablemente, el primer problema interpretativo serio que tenemos en la Biblia, y a partir del cual podemos construir muchas teologías erradas y prácticas también erradas.

Podemos asumir el relato de la creación de una manera en cierto sentido simbólica, adecuada para la comprensión de las personas hace miles de años aunque sin perder la esencia de las verdades espirituales y científicas. Pero cuando nos “encontramos” con el hombre la cosa cambia: Adán no es ningún simbolismo, y los hijos de Adán, menos. Lo que le pase a él será, por así decirlo, una “clave interpretativa” fundamental para toda la Biblia.

Ahora bien, Adán NO murió, no físicamente, de hecho vivió 930 años según el texto. Entonces deberíamos interpretar “ciertamente morirás” en un sentido simbólico, ¿no es así? Pero en el contexto literario no hay nada que nos sugiera simbolismo: un huerto es algo perfectamente literal y que todo el mundo conoce, Adán y Eva, como dijimos, nunca aparecen como algo simbólico, los árboles tienen un profundo significado simbólico a la vez que literal, ambos unidos, por lo que son totalmente materiales, la serpiente puede tener varias explicaciones (Satanás adopta la forma de una serpiente o se mete en una, o en el caso más simbólico, toma la forma de un “reptiliano”, pero como sea, perfectamente podemos pensar en algo “tangible”). Dios mismo es descrito con características “materiales”, paseándose en el huerto. Los diálogos no son diferentes al resto de los diálogos “materiales” que encontramos en el resto de la Biblia, su contenido es perfectamente “concreto”, y no tenemos “más” como para que algo nos justifique una interpretación simbólica. Aunque la escena esté repleta de significados simbólicos, es cien por ciento “material”, perfectamente histórica.

Entonces, si en medio de todo este escenario REAL, TERRENAL E HISTÓRICO, decimos que la expresión “ciertamente morirás” es simbólica, tenemos un problema. Ahora bien, tampoco está “prohibido” que Dios utilice un lenguaje “simbólico” para hablar con Adán, pero cuando asumimos sin más que estas casi primeras palabras son simbólicas, se nos abre una forma de interpretación que puede ser problemática.

Antes de seguir aclaremos que es cierto que toda la Biblia puede tener interpretaciones “simbólicas”, numerológicas, “espirituales”. El asunto es qué está “primero” en el significado principal de un texto, qué es lo que tiene mayor autoridad, si lo simbólico o lo espiritual.

Cuando entendemos como “meramente simbólico” lo que Dios dijo a Adán, porque no murió en ese momento, entonces podemos “meter” simbolismos donde se nos dé la gana, ya que el contexto de esas palabras es perfectamente literal. Y con esa “simbolización compulsiva” es muy fácil armar y desarmar significados y teologías, “haciendo simbólicos” los pasajes difíciles o que trastocarían nuestro pensamiento, mientras que “mantenemos literales” aquellos que están más de acuerdo con nosotros.

Hay segmentos en la Biblia que claramente son simbólicos y así se interpretan o se dan a conocer. Hay muchos más segmentos que son literales, y aunque puedan tener también una interpretación simbólica, el sentido primario de lo que Dios está diciendo es literal. Y hay segmentos, especialmente en los profetas, que nos dejan en la duda; parece que están “entremezcladas” secciones simbólicas con secciones literales, y aplicamos una u otra interpretación según cuán lógico nos parecen, es decir, si están más o menos de acuerdo con los eventos que pasaron o que podrían pasar en el futuro, son literales; pero si “escapan” a nuestra lógica o a lo que razonablemente suponemos que podría pasar en el mundo, entonces son simbólicos. ¿¡Por qué!?

Generalmente algún teólogo en el pasado dijo que tal o cual pasaje era simbólico, hizo una interpretación más o menos coherente, aplicó unas verdades bíblicas que seguramente tiene el tal pasaje (en su sentido simbólico) y a partir de allí, la mayoría de los cristianos afirman que ese pasaje es simbólico y que dice tal y tal cosa.

Ahora resulta que el Señor levanta profetas que anuncian lo porvenir, que es demasiado extraño para nuestra mentalidad evangélica tradicional, y que interpretan esos pasajes “históricamente” simbólicos de una manera mucho más literal, y los consideramos “herejes”. Eso me parece que lo conozco…

Juan 9:29 RVC
29 Nosotros sabemos que Dios le habló a Moisés; pero de ése, no sabemos ni de dónde es.»

Ahora bien, ¿podemos usar este pasaje de Génesis como un “principio interpretativo” para la profecía? Sí, porque de hecho es la primera, o al menos una de las primeras, profecías que aparecen registradas en la Palabra. En Génesis 1:28-30 tenemos un mandato dado por Dios al hombre, que por supuesto es también “profecía” porque toda palabra que Dios diga es necesariamente profética, y ahí tendríamos la “primer” profecía incondicional de Dios: aquello que de todas formas va a ocurrir porque depende de Dios y no del hombre. Pero en Génesis 2:17 aparece la profecía “condicional”, aquello que puede ocurrir si el hombre desobedece a Dios, y que de hecho ocurrió.

Como sea, tenemos aquí las dos primeras profecías; la primera es literal sin ninguna duda, y con la segunda, precisamente, ¡estamos en dudas!

Ahora bien, es muy fácil darse cuenta de que las palabras divinas se cumplieron literalmente, aunque no en ese momento: Adán murió, mucho tiempo después, pero murió; y a partir de él, el resto de los humanos. En Enoc Dios alcanzó a mostrarnos cuál era el “Plan A”, no que los seres humanos vivieran eternamente sobre la Tierra, sino que cumplieran su tiempo y luego pasaran a otro nivel.

Con esto podemos quedarnos más tranquilos: la promesa no era simbólica, solamente estaba diferida en el tiempo. Eso es un principio interpretativo por demás de común en toda la profecía: el anuncio es demorado en el tiempo, a veces milenios; las amenazas de juicio pueden ser pospuestas (aunque finalmente llegan) si el pueblo se arrepiente en ese tiempo. ¡Acá no hay nada “simbólico”! Es literal, solo que no inmediato.

Esto solo debería bastar para que seamos más prudentes a la hora de interpretar algunos pasajes proféticos como simbólicos por el solo hecho de que no han pasado todavía (de una forma “material”) o de que nos resultan demasiado extraños al oído como para que podamos decir fácilmente que son literales y el resto de los maestros y teólogos no se burlen de nosotros…

Pero creo que hay algo más. El contexto de las palabras divinas no está aludiendo directamente al futuro, aunque hoy podemos ver que se referían al futuro y Adán lo pudo entender así, 900 años después, la construcción tiene una interpretación más simple y lógica en el presente: “el día que comas de él ciertamente morirás”. Esa palabra que se usa para “día” es la misma que aparece en Génesis 1 y que se repite en casi 2.000 versículos del Antiguo Testamento, podía entenderse como un “período de tiempo”, un “momento determinado”, por ejemplo, “el día del Señor”, aunque su sentido primario era “día” literal.

Es decir, podemos hacer unas cuantas interpretaciones simbólicas con “día” y creo que son muy útiles, pero seguimos teniendo un significado literal e “inmediato” en las palabras del Señor que no resulta fácil soslayar, ¿entonces qué?

Muchos han interpretado aquí que en efecto lo que “murió” en el hombre fue su espíritu, y creo que esa es la forma “correcta” de leer la inmediatez evidente que tienen las palabras de Dios, y por otro lado, es por demás de lógico: cuando un acto de desobediencia cortara la comunión del espíritu humano con el Espíritu divino, ¿de dónde recibiría su sustento?, inmediatamente moriría.

No estoy diciendo ninguna interpretación nueva, es ampliamente aceptada en el ambiente evangélico, el asunto es que, aunque perfectamente conocida, no se la aplica adecuadamente en la interpretación profética.

Las palabras de Dios fueron literales e inmediatas, tal como la más simple interpretación del texto nos sugiere, y lo que murió fue “Adán”, el espíritu, por lo que el verdadero Adán era su espíritu. Luego podemos hacer una interpretación dilatada en el tiempo, aunque también literal: moriría su cuerpo físico. Y después, otra interpretación más simbólica pero no menos real: habría separación (es decir, “muerte”) entre los hombres y entre ellos y la naturaleza.

Si tomamos esto como principio interpretativo de la primera sección “profética” de la Biblia, Génesis 1 y 2, las primeras palabras que Dios le dirige al hombre, entonces deberíamos tener mucho cuidado con interpretar simbólicamente el RESTO de la profecía. No quiero decir que no haya simbolismos, obviamente los hay, pero si la primera interpretación que tenemos es necesariamente literal, y luego simbólica, debemos ser cuidadosos en tomar cualquier pasaje y hacerlo simbólico porque no nos parece lógico y “olvidar” cualquier interpretación literal posible.

Hay mucho más para hablar de este pasaje, concretamente del proceso de restauración del espíritu humano en Cristo y de la confrontación alma – espíritu, pero no lo haremos aquí. La idea de este artículo es que procuremos ser lo más precisos posibles en la interpretación de la Palabra de Dios, es decir, ¡en cómo nuestra alma la entiende! No sea cosa que se crea demasiado importante y pretenda quitarle lugar al Espíritu Santo en nuestras vidas…


Danilo Sorti




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