Juan 18:36 RVC
36 Respondió Jesús: «Mi
reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores
lucharían para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de
aquí.»
En un artículo anterior
intenté analizar por qué el “Dios del Antiguo Testamento” mandó destruir
naciones a Israel, en la conquista de Canaán. Y concluimos diciendo que se lo
“juzga” en base a nuestra perspectiva moderna, que hoy para nosotros es
“secular” pero que un análisis histórico sincero revela como cristiana, es
decir, que los valores que dominan hoy la sociedad, o mejor dicho, que son
considerados como “valores” por la sociedad (en realidad la dominan los
antivalores) nacieron históricamente con el cristianismo, no porque no
estuvieran parcialmente en todos los pueblos antiguos del mundo, sino en su
fuerza y conjunto.
Hoy juzgamos a un “Dios
sanguinario”, pero difícilmente alguien pensara así en los tiempos del Antiguo
Testamento; cualquier nación pagana, en ese entonces, al conocer las historias
de ese Dios de Israel, hubiera pensado lo contrario.
El asunto es que las cosas
cambiaron a partir de Cristo. Por empezar, no estableció ninguna “nación
cristiana”, por más que a lo largo de los siglos muchos hayan dicho eso; ha
habido naciones más o menos influidas por el cristianismo. ¿Podemos asumir hoy
el mismo “Dios guerrero”? Sí y no.
Dios no ha cambiado, y sus
principios de actuar son iguales. Pero hay una diferencia a partir de Cristo y
es a partir de entonces la humanidad ha tenido otras herramientas para resolver
su corrupción interna y sus conflictos externos.
Mateo 28:18 RVC
18 Jesús se acercó y les
dijo: «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra.
Isaías 9:6 RVC
6 Porque un niño nos ha
nacido, ¡un hijo nos ha sido concedido! Sobre sus hombros llevará el
principado, y su nombre será «Consejero admirable», «Dios fuerte», «Padre
Eterno» y «Príncipe de paz».
El poder que Cristo nos
dejó, que no tiene que ver con ejércitos o economía, ha sido y es suficiente
para traer paz a la Tierra y resolver todo problema. Eso no estaba disponible en
los tiempos del Antiguo Testamento, por lo menos no tan fácilmente.
Dios no quiere la
destrucción de las personas que Él ha creado. Los cristianos que tan
alegremente celebran cuando el Imperio invade a tal o cual país desconocen el
valor extremo que tiene una vida para Su Creador, el mismo que ha tenido tanto
cuidado y detalle aún con los seres más pequeños.
Mateo 10:29-31 RVC
29 ¿Acaso no se venden dos
pajarillos por unas cuantas monedas? Aun así, ni uno de ellos cae a tierra sin
que el Padre de ustedes lo permita,
30 pues aun los cabellos de
ustedes están todos contados.
31 Así que no teman, pues
ustedes valen más que muchos pajarillos.
Vimos en el artículo
anterior que la destrucción de una nación es un suceso extremo, cuando la
corrupción ha llegado al límite, pero aún así muchas veces ha habido
escapatoria, como el caso de los Gabaonitas, o el de los Filisteos, eternos
enemigos de Israel de los que sin embargo unos cuantos quedaron incorporados a
la nación, y tantas otras personas de pueblos que supuestamente debían ser
destruidos por completo.
El poder, tanto espiritual
como “humano”, desatado a partir de Cristo ha sido siempre más que suficiente
para evitar toda guerra.
1 Timoteo 2:1-4 RVC
1 Ante todo, exhorto a que
se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los
hombres;
2 por los reyes y por todos
los que ocupan altos puestos, para que vivamos con tranquilidad y reposo, y en
toda piedad y honestidad.
3 Porque esto es bueno y
agradable delante de Dios nuestro Salvador,
4 el cual quiere que todos
los hombres sean salvos y lleguen a conocer la verdad.
Realmente la oración de los
santos tiene mucho poder, ¡muchísimo!
Pero la verdad es que,
desde el siglo primero hasta ahora, muy pocos han puesto ese poder en
funcionamiento, pocas naciones se han vuelto a la Ley de la Vida de Dios, y
para la mayoría Cristo es una estatuilla más colgada en una madera, o nada más
que un nombre en algún olvidado libro de historia.
Dios esperaba justicia y
solo encontró corrupción; mira desde Su lugar y ve mentira, muerte, orgullo,
descuido del necesitado, destrucción de Su creación. Para referirse a los
pueblos que habían de ser destruidos en Canaán Dios usa el ejemplo extremo de
la muerte de los niños sacrificados a los dioses, ¡eso es claramente una de las
cosas más repulsivas que puede haber para Dios, por encima de muchos otros
pecados! ¿Y qué vemos ahora en la sociedad? El aborto es proclamado como un
derecho y las naciones se felicitan entre sí cuando logran “doblarles el brazo”
a los “retrógradas conservadores” y aprobar esas leyes. Los niños son
abandonados, usados como esclavos en trabajos forzados, para el sexo de adultos
pervertidos más allá de toda humanidad, para sacarles los órganos o simplemente
para los muchos sacrificios humanos que hoy se están haciendo. Y podríamos
seguir haciendo una interminable lista de aberraciones que son cada vez más
comunes.
¿Nos asustamos de un Dios
que mandó destruir aquellas naciones? No hermanos, no nos asustemos de eso,
guardemos más vale el susto para lo que está por acontecer con este mundo.
Porque ellos, aunque tenían el testimonio de la verdad, eran principalmente
ignorantes. Pero nosotros sabemos, sabemos muy bien, mucho mejor que ninguna
sociedad en algún otro momento de la historia, y estamos haciendo peor; ellos
“al menos” estaban “obligados” por sus dioses, nosotros no, no tenemos ya
ningún “dios” por encima nuestro, así que lo que hacemos como sociedad, lo
hacemos porque queremos y lo justificamos con todas las teorías habidas y por
haber.
Lo que estamos viviendo hoy
es la misma realidad en la que se encontraban esas naciones que debían ser
destruidas poco antes de la invasión de Canaán, solo que hoy no va a venir un
“Israel” sobre nosotros, sino cosas mucho peores.
Apocalipsis 14:7 RVC
7 Ese ángel decía con
fuerte voz: «Teman a Dios, y denle gloria, porque la hora de su juicio ha
llegado. Adoren al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales de
agua.»
Danilo Sorti
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