domingo, 3 de septiembre de 2017

191. Como Marción “ayudó” a la iglesia primitiva, y como la pueden ayudar los herejes hoy

¿Quién era ese tal Marción? Veamos algunos párrafos tomados de Wikipedia:

“Marción de Sínope (c. 85 en Sínope, Ponto - c. 160 en Roma [ciertos autores dan 95-161]), escritor y teólogo griego, fue un heresiarca cristiano del siglo II, fundador de la secta marcionita.

“Su doctrina se resume en la existencia de dos espíritus supremos, uno bueno y otro malo, y considera al Dios del Antiguo Testamento uno inferior de estos, simple modelador de una materia preexistente.

“Rechazaba por tanto el Antiguo Testamento, y del Nuevo solo aceptaba el Evangelio según san Lucas y las epístolas de San Pablo.

“Era un griego convertido al cristianismo. Muy rico, ya que era naviero, viajó a Roma entre los años 120 y 130, con la idea de intervenir en la propagación de la fe.

“Fue excomulgado por su padre que era obispo de Sínope, luego readmitido a la iglesia de Roma en 139 y declarado hereje y vuelto a ser excomulgado y expulsado de Roma en 144. Su partida fue un duro golpe para las arcas del cristianismo romano.

“Está considerado como el mayor peligro que sufrió el cristianismo primitivo, porque estaba muy organizado y disponía de mucho dinero para predicar sus teorías.”


Bien, hasta aquí un hereje como tantos de los que predican hoy el evangelio de la prosperidad y también disponen de mucho dinero (obviamente) para difundir sus teorías. ¿Qué bien pudo hacer a la Iglesia?

Marción definió su propio canon de la Biblia, eliminando el Antiguo Testamento y dejando solo algunos escritos del Nuevo: el Evangelio de Lucas y las cartas de Pablo. Esta fue una de las causas principales que obligó a la iglesia primitiva a definir el canon de lo que sería el Nuevo Testamento. Tengamos en cuenta que ya había pasado alrededor de un siglo de la aparición del primero de dichos libros, I Tesalonicenses, escrito alrededor del año 52, y unas cuantas décadas del Apocalipsis, escrito hacia el final del primer siglo. ¿Por qué la iglesia resultó “perezosa” en ese sentido, tanto que el Señor tuvo que permitir que un hombre como Marción se levantara?

Antes de intentar responder esa pregunta, volvamos sobre el tema del canon del Nuevo Testamento. Durante ese tiempo se escribió una gran cantidad de material, pero solo 27 libros fueron aceptados como canónicos. El proceso de selección llevó un par de siglos e implicó un reconocimiento de todas las iglesias de la época, extendidas a lo largo del Imperio Romano. F. F. Bruce, citado por Josh Macdowell en Evidencia que Exige un Veredicto, dice:

“Cuando por fin un concilio de la Iglesia –el Sínodo de Hipona en el año 393 D. C.– confeccionó una lista de los veintisiete libros del Nuevo Testamento, no confirió sobre ellos ninguna autoridad que éstos ya no poseyeran, sino que simplemente reconoció su canonicidad establecida previamente.” Es decir, que ya hacia finales del IV siglo el canon del Nuevo Testamento, los libros inspirados por el Espíritu que merecían formar parte de las Escrituras, había sido determinado y aceptado por toda la iglesia, habiendo salido de un proceso de muchas dificultades y contradicciones internas. No fue un proceso fácil ni rápido, teniendo en cuenta especialmente las dificultades para copiar y transmitir la información en la época.

¿Qué nos queda de la iglesia de los primeros siglos? Finalmente toda ella fue sumida en la oscuridad de la Edad Media, que duró mil años y en la cual pocas luces alumbraban aquí y allá. ¿Qué nos queda del trabajo de los 12 apóstoles originales, si al final el Nuevo Testamento sólo habla en profundidad sobre 3 de ellos, ¡y el que más aparece no fue uno de los 12!

La Iglesia comenzó su proceso de restauración hace 5 siglos, precisamente a partir de la Biblia, “redescubierta” por Lutero. El fruto de esa iglesia primitiva, que hacia el tiempo en que reconocía el canon neotestamentario y completaba así la revelación bíblica comenzaba un milenio de oscuridad, fue, precisamente, ¡la Biblia completa que hoy tenemos! El Espíritu habló a través de los hombres que escribieron sus páginas, relativamente pocos, pero también habló a través de los miles que durante varios siglos recibieron esos escritos, los vivieron y pudieron dar testimonio de su veracidad y poder para cambiar vidas. Las voces de ellos también resuenan a través de las páginas del Nuevo Testamento, son los “amén” de miles de testigos dados a cada uno de sus versículos. No están escritos con letras, pero sí con el Espíritu.

El fuego de la primera iglesia se apagó y casi se extingue, buena parte de ella fue capturada por el naciente Islam, y el resto cayó en la apostasía. Pero el fruto de esa iglesia persistió en las páginas de la Biblia, “encerrado” en una especie de “cápsula del tiempo” esperando por una generación que estuviera dispuesta a recibirlo y vivirlo. ¡Y Marción tuvo mucho que ver en eso!

El Señor permitió que fuera un hombre rico, con muchos recursos; por supuesto que nunca Su propósito había sido que difundiera una mentira, sino todo lo contrario, que utilizara sus recursos y sus dones para extender el verdadero Evangelio, ¡cuánto bien hubiera podido hacer a la Iglesia! Cuánto más se hubiera extendido y afianzado por el mundo antiguo, ¿quién sabe si la oscuridad que luego la cubrió hubiera sido “un poco menos oscura” gracias a la obra de un Marción santo? Pero finalmente, de una forma u otra, Dios lo iba a usar para Sus planes y así resultó: debido a su influencia, la Iglesia se vio obligada a esforzarse más en definir el verdadero canon.

¿Por qué la Iglesia no lo hizo antes? Quizás la respuesta sea la misma a por qué nosotros también demoramos las cosas importantes del Señor y nos entretenemos con las secundarias… porque las consideramos exactamente al revés. Bien, no es para nada extraño que el Señor tenga que obligar a Su pueblo distraído a concentrarse en los objetivos prioritarios, pero al final podremos decir, como Pablo:

Filipenses 1:12 RVC
12 Quiero que sepan, hermanos, que lo que me ha sucedido más bien ha servido para el avance del evangelio,

¿Dónde están los “Marciones” de hoy? Por todos lados, muchos de ellos apareciendo en ciertos canales de televisión, otros escribiendo libros, otros predicando por la radio, y otros en los púlpitos. Y están obligando a la verdadera Iglesia a reaccionar ante el error y profundizar mucho más en la verdad bíblica y la revelación de Dios para este tiempo. ¿Nos preocuparíamos por escribir y hablar sobre estos temas si no los tuviéramos? Creo que no, probablemente caeríamos en la autocomplacencia y la pereza espiritual. No voy a decir que están cumpliendo el propósito de Dios porque de hecho están llevando a muchos al error y directamente al infierno, pero sí que aún el Señor puede sacar algo muy bueno de todo eso. ¡Él no deja de se Dios!


Danilo Sorti




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