Jeremías 23:26 DHH
26 ¿Hasta cuándo esos
profetas van a seguir anunciando cosas falsas, inventos de su propia fantasía?
Jeremías 23:16 RVC
16 Así ha dicho el Señor de
los ejércitos: «No hagan caso de las palabras que los profetas les anuncian. Sólo
alimentan en ustedes vanas esperanzas. Sus visiones nacen de su propio corazón,
y no de mis labios.
Este es el último de una
serie de artículos sobre las iniquidades nacionales. En ellos hablo de las
iniquidades de Argentina porque es el país que conozco y del cual puedo hablar
con autoridad. En el fondo, los países latinoamericanos no somos tan diferentes
y las raíces de iniquidad pueden ser parecidas.
Absolutamente toda nación
tiene a sus propios “profetas”; por supuesto, no necesariamente me estoy
refiriendo a los profetas que el Señor pone en un país, sino a los que se
levantan inspirados por un espíritu extraño (muchos de los cuales, sin embargo,
tienen un llamado ignorado para hablar las Palabras de Dios y el mismo Espíritu
permite que digan algunas verdades). Estos profetas son los que hablan “desde
lo alto”: a través de los medios de comunicación, en los teatros, en las
tribunas políticas, y más… Y son ellos los que alimentan a la sociedad de la
nación con un mundo de fantasías.
No hace falta tener
discernimiento espiritual para saber esto, ni siquiera hace falta ser nacido de
nuevo, ¡es tan evidente hoy que cualquiera con un poco de capacidad para ver
más allá puede darse cuenta!... pero sigue dando resultado, y cada vez más
gente prefiere vivir en ese mundo de fantasías.
En un sentido, desde la
caída hasta hoy el ser humano vivió siempre en un mundo más o menos irreal; en
otro sentido, desde un punto de vista absoluto, ningún hombre podría aprehender
ni mucho menos soportar la realidad tal cual es. Como seres caídos, no podemos
hoy vivir en la realidad. La obra del Espíritu restaura progresivamente nuestra
capacidad de soportar la realidad. Y quizás esa sea la clave: soportar la
realidad para poder entenderla, o su perversión: vivir en un mundo irreal para
poder sobrellevar la vida con alguna ilusión.
En artículos anteriores
estuvimos hablando de 10 raíces de iniquidad / perversión del propósito en
Argentina, algunas comunes a muchos o todos los países, otras muy propias. Aquí
tenemos la undécima, que es propiamente mundial, pero que se expresa
increíblemente bien en Argentina. La consecuencia inevitable de las raíces que
vimos hasta ahora es la construcción de un “ideario mental”, un “imaginario”,
una estructura mental de interpretación de la realidad, un sistema de anhelos e
ideales, que está lejos de lo que debería ser. Este marco paradigmático, bien
armado y estructurado en sí mismo, constituye una verdadera fortaleza de
“fantasía nacional”, con elementos comunes aunque diferente en las distintas
corrientes, que surge de las raíces de iniquidad y las alimenta, generando un
círculo vicioso.
Este mundo de fantasías es
posible porque casi toda la sociedad carece de las estructuras de pensamiento
lógicas y racionales (¡la razón viene de Dios!) para entender la realidad, por
lo que prevalecen bolsones de pensamiento mágico, “mítico” o filosófico sin
sustento. Los criterios de verdad se resumen muchas veces a “lo que dicen” (que
tiene que ver con el don de Exhortación), “defendamos al pobrecito”
(relacionado con el don de Misericordia), “lo que pienso yo porque lo pienso
yo” (necedad), aferrarse a algo que me dé razón de ser, identidad (falta de
identidad), lo que dice “papá líder” (falta de paternidad, falsa paternidad),
“el otro es mi enemigo que busca destruirme, por lo que nada de lo que diga
será verdad” (espíritu de Caín), “yo puedo entender perfectamente lo que está
bien” (orgullo, Leviatán), unido a la idolatría y la inmoralidad sexual, que
deja las puertas abiertas para que otros espíritus hablen sus fábulas
infernales, y más que eso, para que tomen control espíritus de locura,
alterando completamente la visión de la realidad.
Y cómo la Iglesia no
solamente no ha hecho lo suficiente (o al menos, lo que podía) por establecer
patrones de pensamiento correctos (que son exactamente los mismos que llevan a
las personas a reconocer a Dios) sino que incluso ha inventado sus propias y
bonitas fábulas cristianas, y además, ha literalmente demonizado expresa o
tácitamente a los que “piensan”, el espíritu de fantasía está más que cómodo.
La falta de herramientas
psicológicas (y espirituales, obviamente) como para aceptar la realidad lleva a
la gente a querer vivir en una fantasía, literalmente a dejarse llevar por el
mensaje que resulte más bonito, que más atraiga su propia concupiscencia y
buscar rápidamente excusas para desacreditar al que trae un mensaje menos
bonito pero más real.
Este mensaje tiene varias
construcciones, una clásica es el menosprecio de las enormes bendiciones que
Dios nos dio en nuestro país, la visión de que “lo de afuera es mejor”, la
idealización irreal de determinados líderes políticos, y otras cosas que llegan
a ser “lugares comunes” en el pensamiento argentino.
¿Qué más diremos? El primer
y principal paso es reconocer este principio. La solución no está separada de
las otras raíces; nada hay fuera de Cristo ni fuera de Su luz. En un sentido
más específico, y previa lucha espiritual, implantar las estructuras de
razonamiento correctas y desenmascarar las falacias de pensamiento puede ser
algo importante.
La mentira solo se resuelve
con la verdad, no hay otra opción. La lucha espiritual permite que los
corazones se abran para escucharla, pero no garantiza que la crean porque eso
depende de cada uno; y si se cierran, sólo queda el juicio. Quiero decir que no
debemos tener una actitud exitista infantil, pero tampoco debemos dejar de
batallar. Es la verdad que debe ser expuesta, pagando el precio que eso
significa, y algo más:
2 Juan 3 RVC
3 Que la gracia, la
misericordia y la paz de Dios Padre, y del Señor Jesucristo, Hijo del Padre,
sean con ustedes en verdad y en amor.
“En verdad y en amor”: la
verdad no debe llegar sin amor. Dijimos más arriba que el hombre caído no puede
tolerar la verdad, y buena parte de los cristianos que conozco, tampoco, pero
cuando el amor de Dios cubre esa verdad terrible, espantosa, desagradable,
entonces sí puede ser recibida y aceptada.
Todas las raíces de
iniquidad que vimos más arriba son resueltas, además de la oración y la guerra
espiritual, con la verdad. ¿Cómo diremos esa verdad? Junto con el amor de Dios,
¿y quién es suficiente para esto? Nadie, pero el Espíritu nos capacita y nos envía.
No esperés más orden que esa, no busques la aprobación de los que te rodean;
¡la comisión ya fue dada y el tiempo es breve! Argentina debe escuchar la
verdad y cumplir su misión antes del fin. Todos los países de Latinoamérica
deben volverse a la verdad y cumplir su misión en los últimos tiempos.
Probablemente, no haya muchas más voces con autoridad y unción, y además con la
capacidad de hacerse oír en el mundo de hoy que las voces latinoamericanas.
Danilo Sorti
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