Mateo 13:13-16 RVC
13 Por eso les hablo por parábolas: porque
viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.
14 De manera que en ellos se cumple la
profecía de Isaías, que dijo: “Ustedes oirán con sus oídos, pero no entenderán;
y verán con sus ojos, pero no percibirán.
15 Porque el corazón de este pueblo se ha
endurecido; con dificultad oyen con los oídos, y han cerrado sus ojos; no sea
que con sus ojos vean, y con sus oídos oigan, y con su corazón entiendan Y se
vuelvan a mí, Y yo los sane.”
16 Pero dichosos los ojos de ustedes, porque
ven; y los oídos de ustedes, porque oyen.
Isaías 29:10 RVC
10 Porque el Señor ha derramado sobre ustedes
un espíritu que los hace dormir; ha cerrado los ojos de sus profetas, y ha
echado un velo sobre la cabeza de sus videntes.
El Señor me hizo entender algo sobre este
tema de una manera bastante curiosa: durmiéndome en las predicaciones de
algunas iglesias… Bueno, yo sé que no resulta muy espiritual decir esto, pero
es la verdad. Ahora bien, yo estoy “entrenado” para escuchar, la mayor parte de
mi vida la he transitado en la educación formal o haciendo diversos cursos (y
lo sigo haciendo al día de hoy), por lo que “escuchar y analizar” lo oído no me
resulta para nada extraño. ¿Qué estaba pasando?
Pensé en algún momento que era todo el
cansancio de la semana que “se me venía encima” el domingo, y podía haber algo
de eso; pero no fue hasta que un pastor me hizo una observación al respecto que
me di cuenta. Este hermano me dijo simplemente que “el espíritu de religión
produce sueño”. ¡Ahí estaba el asunto! ¿Estaba siendo víctima del espíritu de
religión en ese momento? Probablemente.
Yendo a la Biblia, encontramos que Dios mismo
se encarga de mandar ese “espíritu de estupor” sobre un pueblo rebelde, y si lo
contextualizamos en la época de Jesús, bien podríamos hablar de la
predominancia del “espíritu de religión” (se le pueden dar otros nombres).
Me puse a reflexionar sobre el asunto y me di
cuenta que la “religión”, es decir, la “práctica espiritual” impuesta por los
hombres, el “oficio religioso”, la vivencia cristiana sin la vida del Espíritu,
trae terrible agotamiento y frustración, y de manera simbólica (aunque para mí
fue literal en ese momento) “sueño espiritual”.
La religión adormece los sentidos
espirituales porque nos hace creer que estamos haciendo bien, todo a nuestro
alrededor parece estar bien, tenemos figuras de autoridad que nos aprueban, nos
sentimos bien con nosotros mismos y hasta lo justificamos bíblicamente. Y por
si fuera poco, incluso puede haber cierta manifestación de Dios (por pura
misericordia claro) o al menos algo que parece ser manifestación de Dios
(aunque ahí ya estamos más complicados…).
“Adormecimiento” significa que se está en un
estado de “descanso”, no hay esfuerzo o presión, no hay trabajo duro, pero
tampoco hay conciencia de lo que ocurre en el mundo real, el “adormecimiento”
es el mundo de los sueños, o peor, el de los “entresueños”, porque si hubiera
sueños Dios podría hablar de alguna forma.
La religión es similar a la fantasía, porque
nos hace vivir en un mundo “mágico”, en el que las cosas ocurren por ritualismo
sin necesidad de corazón. Nos evita tener que enfrentarnos verdaderamente con
Dios, aunque puede estar plagada de pesadas cargas, como en la época de Jesús
aunque no en la nuestra, alimenta nuestro orgullo al hacernos creer que “buena
parte o todo lo que ocurra de bueno, incluso nuestra salvación” depende de
nosotros mismos. En esencia, nos evita tener que humillarnos delante de Dios
para depender única y exclusivamente de Su misericordia, de Su amor y de Su
provisión. Esa humillación es en los hechos, para la mayoría de los seres
humanos, mucho peor que perder su propia vida en el infierno, y antes de juzgar
precipitadamente, miremos nuestro propio corazón…
La religión es el peor pecado, aunque parece
el menor; y merece el peor de los juicios, ¿cuál es? La incapacidad para
recibir la verdad. Cuando Dios derrama “estupor espiritual” no importa que la
persona esté en medio de una convención de arcángeles, serafines y querubines
en el tercer cielo, ¡no se entera de nada! Casi no podemos dejar de relacionar
esto con las palabras de Jesús cuando dijo:
Marcos 3:28-30 RVC
28 »De cierto les digo que a todos ustedes se
les perdonará todo pecado y toda blasfemia,
29 pero el que blasfeme contra el Espíritu
Santo jamás será perdonado, sino que será culpable de un pecado eterno.»
30 Y es que ellos habían dicho: «Éste tiene
un espíritu impuro.»
Esa blasfemia era rechazar la obra y el
testimonio del Espíritu Santo, en este caso atribuyéndolo a otro espíritu. Y si
se rechaza al Espíritu, ¿qué más queda? ¿Qué otro testimonio habrá?
Pues bien, la religión es rechazar la obra
del Bendito Espíritu, más aún, es insultarlo en Su propio Rostro, ¡esto es
indescriptiblemente terrible! ¿Por qué? Porque le estamos diciendo que podemos
hacer todo lo bueno por nuestros propios métodos, sabiduría y fuerza.
Pero es tan fácil caer en el engaño de la
religión. Creo que ninguno de nosotros hoy día estamos totalmente purificados
de ella. Y esas áreas de pecado religioso nos mantienen en sopor, incapaces de
recibir la verdad precisamente en esas mismas áreas. Y no la recibiremos de
ningún modo, no importa cuánto oremos o ayunemos o saltemos o chillemos. No
hasta que dobleguemos nuestro espíritu y aceptemos el testimonio de El
Espíritu. Y aquí se nos asoma por detrás un viejo conocido; Leviatán, el
orgullo; pero no voy a hablar de eso ahora.
Si estamos engañados (y lo estamos en
diversas áreas) ¿qué señal tenemos para darnos cuenta? ¡La misma que el juicio
del Padre sobre tal pecado: el estupor, el sueño, la insensibilidad espiritual!
¡Qué profundidad del amor divino, que aún Sus juicios nos llevan hacia Él!
El sueño espiritual, es decir, la incapacidad
para ver o escuchar nada nuevo, nada que ya sepamos, “seguir siempre en la
misma”, ningún cambio significativo, el mismo marco paradigmático para
interpretar el mundo, nada que agregar, nada que cambiar; todo eso debe ser en
sí mismo una señal de alarma, ¿no nos estaremos durmiendo? ¿no será que no
estamos escuchando (y su consecuencia inmediata, obedeciendo) algo que el Espíritu
nos está diciendo? Imposible es que Dios no hable, ¡aún cuando nos “impide”
escuchar!
¿Predicaciones “aburridas”? ¿Vida de iglesia
sin vida? ¿Más de lo mismo pero con otras palabras? ¡Cuidado!, no sea que se
nos esté metiendo el espíritu de religión en la congregación.
¡Señor, danos de Tu Vida, Tu verdadera Vida!
Danilo Sorti
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Gracias.. Dios santo ..
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