Romanos 11:3-5 RVC
3 «Señor, han dado muerte a tus profetas, y
han derribado tus altares. Sólo yo he quedado, y procuran matarme»?
4 ¿Y cuál fue la respuesta divina? «Me he
reservado siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal.»
5 De la misma manera, aun en este tiempo ha
quedado un remanente escogido por gracia.
El panorama de la Iglesia puede ser muy
desalentador a veces. La extensión de la apostasía, que fue anunciada hace
veinte siglos, pero que igual nos golpea en toda su magnitud, sirve para
desanimar aún al más fuerte. ¿Cómo seguir confiando cuando todo alrededor se
cae y aparentemente nadie lo ve ni mucho menos hace algo para evitarlo? ¿Será
que esa promesa de la iglesia pura y sin mancha que el Señor viene a buscar es
falsa?
Hermanos, cualquiera que conozca de verdad al
Señor y Su Palabra no puede menos que horrorizarse ante la realidad de la
iglesia en los países donde más se ha extendido y hay libertad para predicar
(no pasa lo mismo en donde hay persecución). Parece que el engaño dentro del
Pueblo de Dios ha sido tan exitoso que ya ha obtenido su victoria completa…
pero casi.
A Elías le tocó vivir “en pequeño” lo que a
nosotros nos toca vivir “en grande”, pero el principio en esencia es el mismo:
Dios se reservó un pueblo fiel aún en la muy perversa nación de Israel, y
también se ha reservado un pueblo fiel en la Iglesia del fin de los tiempos.
No era visible para Elías y creo que incluso
Dios mismo permitió que fuera así, y puede no ser visible para muchos hoy,
aunque a diferencia de los tiempos de Elías nosotros tenemos la Escritura y el
testimonio de que sí lo hay, ¡nosotros no deberíamos dudar de su existencia!
Quizás el principal problema sea “qué”
estamos mirando, o más bien “hacia dónde”. Si no somos capaces de verlo puede
ser, durante un tiempo, que Dios así lo esté permitiendo para tratar con
nosotros: con nuestra fidelidad y con nuestra fe. Pero creo que inevitablemente
llega el momento de la revelación, tal como Elías; pero si ese momento no llega
quizás sea porque no estamos escuchando la voz de Dios o, que es lo mismo,
estamos mirando lo que nos muestra Satanás.
Si ese fuera el caso, debes saber que ESOS
SIETE MIL ESTÁN ALLÍ, seguramente esperanto que te unas a ellos. El Señor nunca
ha permanecido sin testimonio, nunca ha estado sin fieles que viven y predican
la verdad; somos nosotros los que resultamos engañados como para no poder
reconocerlos. Y ese engaño es un arma por demás de estratégica: el Adversario
no necesita cambiar todo nuestro entendimiento doctrinal ni refutar toda la
revelación bíblica, lo cual sería muy costoso para él, o incluso imposible; él
necesita apartarnos de los santos, de la comunión de los fieles, para que nos
enfriemos y luego pueda llevarnos fácilmente a “su” rebaño.
Basta introducir una serie de conceptos
erróneos, como por ejemplo que un verdadero siervo del Señor debe tener una
gran iglesia, o ser próspero económicamente, o siempre exitoso, o ser
reconocido públicamente, o predicar mensajes positivos, o pertenecer a tal o
cual denominación o iglesia, o algo por el estilo; es decir, presentar como
definitorias características que son solo opcionales. Una vez que logró afirmar
el liderazgo de uno o algunos predicadores desviados de la verdad, ¡listo!
Ellos solos se encargarán de introducir el error en los seguidores, lo más
“grueso” del trabajo fue hecho. ¡Qué ahorro de horas – demonio! ¡Qué eficiencia
en el uso del error doctrinal! ¡Qué aplicación más adecuada del efecto
multiplicador del liderazgo!
Hermano, si no estás viendo a los “siete mil”
que no doblaron sus rodillas ante el error de este siglo, es que estás viendo
mal, muy mal. Y cuando digo “viendo” no necesariamente me refiero a verlos
literalmente, sino por la fe, aunque inevitablemente llegarás a ver a unos
cuantos, o muchos, de ellos de manera literal. Pero debes limpiarte con el agua
del Espíritu para que puedas verlos, es decir, para dejar de lado los criterios
errados que te impiden reconocer a los verdaderos siervos del Señor.
Concluyo con una cita del libro “El Llamado”,
de Rick Joyner, y una aclaración antes: al citar dicho autor no necesariamente
estoy avalando todo lo que en la actualidad diga o haga, es más, luego de haber
leído varios de sus libros de enseñanza y artículos web diría que estoy en
desacuerdo con unas cuantas de sus ideas, pero este libro, al igual que “La
Búsqueda Final” y “La Antorcha y la Espada” son esencialmente muy distintos al
resto de sus escritos; creo que contienen una visión genuina de Dios; no
perfecta porque viene a través de un vaso humano, imperfecto; tampoco completa porque
eso solo ocurre en la sumatoria de todas las revelaciones a través de los
distintos profetas, y que necesita ser contextualizada en tiempo y lugar. Pero
con todo, creo que hay un mensaje de Dios para nosotros en este tiempo, y eso
me basta; ¿quién soy yo para juzgar al servidor ajeno? ¡Eso es asunto de su
propio Amo, que es también el mío! Y ¿qué somos los mensajeros del Señor? Lo
que importa es el mensaje. Esta es la cita:
“–Estoy para liberar mis apóstoles de los
últimos días – prosiguió Él–. Tendré muchos, como Pablo, Juan, Pedro y los
otros. Para prepararlos, estoy enviando a muchos como Juan Bautista, que les
enseñará a tener devoción por mí y que establecerá el fundamento de
arrepentimiento en la vida de ellos. Esos apóstoles serán también semejantes a
Juan Bautista. Así como la mayor alegría en la vida de Juan era oír la voz del
Novio, esos apóstoles también tendrán una devoción: ver a mi novia prepararse para
mí. Por causa de eso, voy a usarlos para que construyan autopistas en los
lugares inhabitados, y ríos en los desiertos. Ellos harán que caigan los
poderosos y que sean exaltados los humildes. Cuando tú atravesares esa puerta,
te vas a encontrar con ellos.
“El Señor continuó diciendo aun: –Estoy para
liberar también mis profetas de los últimos días. Ellos me amarán y andarán
conmigo, tal como aconteció con Enoc. Ellos demostrarán mi poder y probarán al
mundo que Yo soy el único Dios verdadero. Cada uno de ellos será un pozo de
aguas puras del cual sólo fluirán aguas vivas. El agua de ellos a veces estará caliente
para limpiar; a veces estará fría para refrescar. También les daré relámpagos
en una mano, y truenos en la otra. Subirán las alturas como águilas en la
tierra, mas descenderán sobre mis discípulos como palomas, porque honrarán a mi
familia. Ellos vendrán sobre ciudades como huracanes y terremotos, pero darán
luz a los mansos y humildes. Cuando pases por esa puerta, también los
encontrarás.
“–También estaré liberando en breve a mis
evangelistas de los últimos días –continuó–. Les daré una copa de alegría que
nunca se agotará. Ellos sanarán los enfermos y expulsarán demonios; me amarán y
amarán también la rectitud; llevarán su cruz cada día, no viviendo para sí mismos,
sino para mí. A través de ellos el mundo sabrá que Yo estoy vivo y que recibí
toda la autoridad y todo el poder. Esos son los valientes que atacarán los
portales del enemigo y que tomarán por asalto los lugares tenebrosos de la
tierra, llevando a muchos a mi salvación. Esos, también, están detrás de esa
puerta, y tú te encontrarás con ellos.
“–Estoy pronto a liberar pastores que tendrán
mi corazón por las ovejas –dijo aún más–. Esos pastores alimentarán a mis
ovejas porque me amarán. Cuidarán de cada una de las ovejas, mis hijitas, como
si fuesen de ellos, y sacrificarán su propia vida por mis ovejas. Ese es el
amor que tocará en el corazón de los hombres, cuando los míos sacrificaren su
vida unos por los otros. Entonces el mundo me conocerá. A esos Yo doy un
alimento especial para servir a mi casa. Esos son los fieles en quienes depositaré
mi confianza para que cuiden de mi casa. Esos también están detrás de esa
puerta, y tú te vas a encontrar con ellos.
“Finalmente el Señor completó: –Estoy para
liberar sobre la tierra mis maestros de los últimos días. Ellos me conocerán y
enseñarán a mi pueblo a conocerme. Ellos amarán la verdad. Ellos no retrocederán
delante de las tinieblas, sino que las denunciarán a la luz y las evacuarán.
Abrirán los pozos que sus padres cavaron, y servirán las aguas puras de la vida.
También llevarán los tesoros de Egipto y los usarán para construir mi lugar de
habitación. También te vas a encontrar con ellos, enseguida que pases por esa
puerta.
“Mientras el Señor hablaba, miré hacia la
puerta. Ahora, por primera vez, sentí el deseo de pasar por ella. Cada palabra
que Él habló despertó una expectativa creciente en mi corazón, y ¡cómo quería
yo ahora encontrarme con esos ministros de los últimos días!
“–Por muchos años tú ya sabías que esos
ministros están para venir. Te traje aquí para mostrarte cómo reconocerlos, y
cómo ayudarlos en lo que han de hacer.
“Entonces pasé por la puerta.”
Lo que ocurre después ocupa más de la mitad
del libro, pero creo que la imagen vale para nosotros: ¿estamos dispuestos a
cruzar esa “puerta” que nos separa de la revelación de los siervos de los
últimos días?
Danilo Sorti
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