sábado, 30 de septiembre de 2017

283. Y fueron endurecidos todos los que no quisieron creer

Romanos 9:17-23 RVC
17 Porque la Escritura le dice a Faraón: «Te he levantado precisamente para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.»
18 De manera que Dios tiene misericordia de quien él quiere tenerla y endurece a quien él quiere endurecer.
19 Entonces me dirás: ¿Por qué Dios todavía nos echa la culpa? ¿Quién puede oponerse a su voluntad?
20 Pero tú, hombre, ¿quién eres para discutir con Dios? ¿Acaso el vaso de barro le dirá al que lo formó por qué lo hizo así?
21 ¿Qué, no tiene derecho el alfarero de hacer del mismo barro un vaso para honra y otro para deshonra?
22 ¿Y qué si Dios, queriendo mostrar su ira y dar a conocer su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira que estaban preparados para destrucción?
23 ¿Y qué si, para dar a conocer las riquezas de su gloria, se las mostró a los vasos de misericordia que él de antemano preparó para esa gloria?

Romanos 1:19-21 RVC
19 Para ellos, lo que de Dios se puede conocer es evidente, pues Dios se lo reveló;
20 porque lo invisible de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, y pueden comprenderse por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.
21 Pues a pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón se llenó de oscuridad.

A medida que nos aproximamos rápidamente al fin de los tiempos, los juicios del Padre producirán una polarización muy clara en la sociedad, similar a lo que ocurrió en los tiempos del Faraón. El pasaje de Romanos 9 nos puede dejar con la impresión de que Dios es arbitrario, endureciendo al que se le da la gana simplemente para demostrar Su poder, pero no debemos olvidarnos que allí Pablo está haciendo un resumen de una historia más larga narrada en Éxodo, y cuando se suceden las plagas encontramos lo siguiente:

·         La señal del bastón convertido en serpiente:

Éxodo 7:13 RVC
13 Pero tal y como el Señor lo había dicho, el corazón del faraón se endureció, y no les hizo caso.

·         El agua convertida en sangre:

Éxodo 7:22 RVC
22 pero como los hechiceros de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos, el corazón del faraón se endureció y, tal y como el Señor lo había dicho, no les hizo caso.

·         La plaga de ranas:

Éxodo 8:15 RVC
15 Y tal y como el Señor lo había dicho, en cuanto el faraón vio que se le había dado un respiro, endureció su corazón y no les hizo caso.

·         La plaga de los piojos:

Éxodo 8:19 RVC
19 Entonces los hechiceros le dijeron al faraón: «Esto es obra del dedo de Dios.» Pero tal y como el Señor lo había dicho, el corazón del faraón se endureció y no les hizo caso.

·         La plaga de las moscas:

Éxodo 8:32 RVC
32 Pero incluso en esta ocasión el faraón endureció su corazón y no dejó que el pueblo se fuera.

·         La plaga del ganado:

Éxodo 9:7 RV1995
7 El faraón hizo averiguar, y se supo que del ganado de los hijos de Israel no había muerto ni un animal. Pero el corazón del faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo.

·         La plaga de las úlceras:

Éxodo 9:12 RV1995
12 Pero Jehová endureció el corazón del faraón, y no los oyó, tal como Jehová lo había dicho a Moisés.

Aquí tenemos algo distinto: es Dios mismo quién endurece el corazón de alguien que voluntariamente lo había cerrado ya seis veces.

·         La plaga del granizo:

Éxodo 9:34-35 RVC
34 Pero al ver el faraón que la lluvia había cesado, lo mismo que el granizo y los truenos, se obstinó en seguir pecando, y tanto él como sus siervos endurecieron su corazón.
35 De tal manera se endureció el corazón del faraón que no dejó ir a los hijos de Israel, tal y como el Señor lo había dicho por medio de Moisés.


·         La plaga de las langostas:

Éxodo 10:20 RVC
20 Pero el Señor endureció el corazón del faraón, y éste no dejó ir a los hijos de Israel.


·         La plaga de las tinieblas:

Éxodo 10:27 RV1995
27 Pero Jehová endureció el corazón del faraón, y este no quiso dejarlos ir.

·         Luego de la muerte de los primogénitos, cuando el pueblo había salido:

Éxodo 14:4 RVC
4 Pero yo voy a endurecer el corazón del faraón para que vaya tras ustedes, y seré glorificado en el faraón y en todo su ejército. Así sabrán los egipcios que yo soy el Señor.» Y ellos lo hicieron así.

Seis veces el Faraón endureció su corazón a pesar de haber visto señales que ninguno de ellos tenía siquiera memoria de que hubieran ocurrido, y a pesar de tener la voz profética del que sería, nada menos, el “fundador” humano de Israel como nación consolidada, cuyas palabras marcaron la columna vertebral tanto del Antiguo como del Nuevo Pacto; Moisés. Ya no hubo espacio para una séptima.

Todo Egipto recibió el testimonio y supo que había Dios en Israel:

Éxodo 11:3 RVC
3 Y el Señor hizo que los egipcios vieran al pueblo con buenos ojos. Moisés también era tenido en alta estima en la tierra de Egipto, tanto a los ojos de los siervos del faraón como a los ojos del pueblo.

Pero el Faraón fue endurecido, es decir, le fue quitada la posibilidad de creer, aunque Dios lo mantuvo con vida precisamente para que el resto de su pueblo al menos tuviera el testimonio del Señor, y en efecto, muchos creyeron (aunque después fueron purificados en el desierto):

Éxodo 12:38 RVC
38 Con ellos se fue toda clase de gente, y ovejas, y muchísimo ganado.

Algo parecido hizo el Señor, siglos más tarde, con Su pueblo rebelde:

Isaías 6:10-13 RVC
10 Entorpece el corazón de este pueblo. Cierra sus oídos, y ciega sus ojos. Que no vea con sus ojos ni oiga con sus oídos, ni entienda con su corazón, para que no se convierta ni sea sanado.»
11 Yo dije: «¿Hasta cuándo, Señor?» Y él respondió: «Hasta que las ciudades se queden asoladas y sin habitantes; hasta que no haya nadie en las casas, y la tierra quede hecha un desierto;
12 hasta que el Señor haya expulsado a la gente y los lugares abandonados se hayan multiplicado en el país.
13 Y si aún queda en el país la décima parte de sus habitantes, éste volverá a ser destruido. Pero la simiente santa será como el roble y como la encina, que después de cortados aún queda el tronco.»

Habiendo rechazado históricamente la voz de Dios una y otra vez, habiendo perseverado y profundizado en el pecado durante generaciones, ya no quedaba más que el inevitable exilio, y las palabras proféticas servirían para endurecerlos más.

Con esto en mente, se nos hace muy claro el pasaje del Evangelio:

Marcos 3:28-30 RVC
28 »De cierto les digo que a todos ustedes se les perdonará todo pecado y toda blasfemia,
29 pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo jamás será perdonado, sino que será culpable de un pecado eterno.»
30 Y es que ellos habían dicho: «Éste tiene un espíritu impuro.»

Y en efecto, los acérrimos enemigos de Jesús nunca pudieron creer, cumplieron el plan divino que ya estaba estipulado cuando lo crucificaron y luego persiguieron a los discípulos, permitido en la presciencia de Dios.

Hay mucho más para hablar del tema, pero quedémonos con esto para entender los tiempos en los que vivimos, y para no caer nosotros en un endurecimiento tal. Pero cuidado, también es justo reconocer los muchos testimonios de personas que, habiendo sido absolutos enemigos y blasfemos del Señor, pudieron alcanzar misericordia, empezando nada menos que con Pablo. ¿Cuál es el límite? Yo no podría afirmarlo, entiendo que hay personas que son endurecidas y que de ninguna manera creerán, mientras que otras, en medio de los juicios, podrán abrir su corazón.

Dios permitirá a muchos que están ya condenados seguir viviendo para que por su obstinación y los juicios que reciban los otros crean. Qué clase de persona es cada uno podremos saberlo sólo por el discernimiento del Espíritu.

Mientras tanto, cuidemos nuestro corazón, para sea cada vez más blando y dócil en las manos de nuestro Amoroso Padre.


Danilo Sorti




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