Miqueas 2:6 DHH
6 “¡Que no nos vengan con profecías! —dicen
ellos—.
¡La desgracia no podrá alcanzarnos!”
A medida que los avisos de los juicios por
venir se multiplican, a medida que las “contracciones” de los dolores de parto
se van sucediendo cada vez más rápidamente, también muchos cristianos e
iglesias permanecen empecinadamente aferradas a una falsa confianza. Y no son
pocos los mensajeros de esta esperanza vana, tal como le pasó a Jeremías:
Jeremías 28:15-17 RVC
15 Entonces el profeta Jeremías le dijo al
profeta Jananías: «Escucha bien, Jananías: Tú has llevado a este pueblo a
confiar en tus mentiras, aunque el Señor no te ha enviado.
16 Por lo tanto, así ha dicho el Señor: “Voy
a borrarte de la faz de la tierra, y este mismo año morirás, pues has llevado
al pueblo a rebelarse contra mí.”»
17 Y en el mes séptimo de ese mismo año murió
Jananías.
Jeremías 29:31-32 RVC
31 «Envía este mensaje a todos los cautivos:
“Así ha dicho el Señor acerca de Semaías de Nejelán: Puesto que Semaías les
profetizó sin que yo lo hubiera enviado, con lo que hizo que ustedes confiaran
en una mentira,
32 el Señor ha dicho que va a castigar a
Semaías de Nejelán y a su descendencia, por haberlos incitado a rebelarse
contra él. No tendrá descendientes varones entre este pueblo, ni vivirá para
ver el bien que él hará a su pueblo.”» —Palabra del Señor.
Es interesante notar que en ambas
situaciones, la falsa esperanza condujo a la rebelión contra Dios. ¿Es posible
que las promesas bíblicas puedan ser usadas para apartar a los creyentes del
Señor? Por supuesto, estos dos pasajes lo demuestran. Y es que no fueron pocas
las veces que el Señor, a lo largo de la historia, les había dado promesas de
protección y salvación, ¡y las había cumplido! Claro que había “donde buscar”
en la memoria histórica del pueblo.
Pero también había mucha historia sobre los
juicios de Dios, también había muchas advertencias en el pasado, ¡y también se
habían cumplido!
Tanto lo uno como lo otro son parte de la
Palabra de Dios, ya sea en la más completa revelación del Nuevo Testamento como
en la parcial revelación del Antiguo. Pero cuando el pueblo de Dios llega al
endurecimiento máximo, su capacidad de razonamiento es nublada de tal forma que
no puede ver, ni entender, ni recordar aquellos largos y frecuentes pasajes que
muestran la Justicia Divina. Sencillamente, llegan al punto de no poder
escuchar esas palabras.
Pero como decimos en el título, hay “tiempos
y tiempos”, hay momentos para la manifestación de la Misericordia de Dios y
momentos para la manifestación de Su Justicia. Aunque nunca deja de ser
misericordioso y nunca deja de ser justo, en Su trato con los hombres lo uno y
lo otro pueden ocupar momentos distintos. Y entonces el error está en hacer
absoluta una sola de las facetas de Dios.
Esta posición se vuelve realmente combativa y
muy agresiva contra los “mensajeros del desastre”, los que “solo tienen
palabras de juicio”, que terminan siendo condenados cuando no expulsados. Y uno
realmente se queda maravillado de cómo no pueden ver algo tan obvio en la
Palabra, pero Pablo ya lo había dicho:
2 Corintios 4:3-4 RVC
3 Pero si nuestro evangelio está aún
encubierto, lo está entre los que se pierden;
4 pues como ellos no creen, el dios de este
siglo les ha cegado el entendimiento para que no resplandezca en ellos la luz
del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
Estos que se pierden pueden ser los que una
vez escucharon y creyeron, o al menos, dijeron creer.
Una lectura honesta de la Biblia nos muestra
que hubo momentos en que el mensaje divino solo podía ser de juicio, y que
resultó ampliamente rechazado. La historia no ha cambiado en esencia, el patrón
es el mismo aunque la “cantidad” es hoy mucho mayor, y la rebeldía, mucho más
profunda.
Yo esperaría que este artículo sirviera para
que alguno de los que hoy están en esa falsa confianza cambiara de opinión,
pero creo que es muy inocente de mi parte… Pero al menos puede servir para que
no nos desanimemos ni pensemos que somos “bichos raros”; ya Jeremías tuvo que
pasar por ese proceso y Dios demostró que, lamentablemente, tenía toda la
razón. Pero cuidado, si leemos bien la predicación de Jesucristo, no fue tan
diferente lo que anunció, también había un juicio inminente, que la historia
nos dice que se desató algunas décadas después. Y también en Sus palabras está
contenido el anuncio del juicio para estos días.
Es difícil que los pastores hoy quieran
enfatizar en estos mensajes: no es lo que la gente quiere, deberían enfrentar
muchos reclamos y pérdida de miembros. Literalmente, significaría “cambiar la
iglesia” a la que ellos se unieron en un primer momento, cambiar el mensaje que
ellos escucharon y creyeron, cambiar la perspectiva y la esperanza… y eso necesariamente
lleva a “cambiar” miembros… Pero los tiempos han cambiado, o mejor dicho, hoy
se nos hace más urgente el mensaje que SIEMPRE ESTUVO ALLÍ pero que durante
siglos el cristianismo se olvidó de predicar. Anunciar los juicios inminentes
no es, en el fondo, cambiar nada, es simplemente volver a las raíces que
perdimos y que no sabíamos que habíamos perdido… pero sí, eso lleva a un
trastorno congregacional.
No podemos evitar que esto sea difícil, y que
se resienta incluso la base económica del ministerio, ¿pero acaso no supimos
desde un primer momento que había un alto precio que pagar por seguir a Cristo?
Si el Señor permitió que durante un tiempo viviéramos en relativa paz, ¿no
deberíamos estar agradecidos más bien por esa excepción que hizo con nosotros?
Quiero advertir seriamente que si los líderes y los pastores callan
deliberadamente lo que saben de sobra que está por venir, la sangre de sus
congregaciones será demandada de sus manos, y dudo mucho que sean llevados en
el arrebatamiento. ¿”Ganar” el presente para perder la eternidad? Muy mal
negocio…
Si persisten en ocultar lo que Dios está
hablando, las divisiones ocurrirán inevitablemente, y de manera mucho más
traumática. Hermanos, es hora de revisar seriamente qué estamos creyendo y qué
estamos predicando, y de ser advertidos que la falsa esperanza no nos llevará a
ningún lado.
¡Señor, ten misericordia de Tu pueblo!
¡Espíritu Santo, abre nuestros ojos!
Danilo Sorti
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