Juan 12:46-48 DHH
46 Yo, que soy la luz, he venido al mundo
para que los que creen en mí no se queden en la oscuridad.
47 Pero a aquel que oye mis palabras y no las
obedece, no soy yo quien lo condena; porque yo no vine para condenar al mundo,
sino para salvarlo.
48 El que me desprecia y no hace caso de mis
palabras, ya tiene quien lo condene: las palabras que yo he dicho lo condenarán
en el día último.
El problema de la autoridad bíblica, es
decir, qué es doctrina eterna, sí y amén, verdad indiscutible que debe ser
creída y qué es una aplicación contextual de esa verdad, y peor aún, qué es
enseñanza de hombres o incluso de demonios, ha sido un tema de debate durante
estos dos mil años de Iglesia, y la realidad actual nada nos hace suponer que
el tema esté adecuadamente resuelto para la gran mayoría de los cristianos, ni
siquiera para los más bíblicos.
Si miramos el asunto desde un punto de vista
estrictamente “práctico” no nos queda más remedio que fundamentarnos en nuestra
necesidad de salvación. Seamos sinceros, ¿habría algo que debería preocuparnos
más? Y en base a eso comenzamos con la frase de Jesús: “las palabras que yo he
dicho lo condenarán en el día último”.
Nosotros hemos creído que no hay autoridad
superior a la de Cristo y sus palabras. A nuestro alrededor tenemos diversas
iglesias que ponen expresamente las palabras de diversos hombres o concilios o
supuestos profetas inspirados por encima de las palabras de Cristo (y la Biblia
en sí), algunos de manera explícita y otros tantos de manera más sutil pero no
menos real. Y también unos cuantos de los que se llaman evangélicos en la
práctica elevan las palabras de sus pastores por encima de la verdad revelada
ya que en la práctica no leen ni estudian la Biblia por sí mismos sino sólo por
lo que les enseñan.
Bien, esto nos dejaría sólo con los
Evangelios, ¿hay más palabra autorizada para los cristianos?
Mateo 5:17-18 DHH
17 “No crean ustedes que yo he venido a
suprimir la ley o los profetas; no he venido a ponerles fin, sino a darles su
pleno valor.
18 Pues les aseguro que mientras existan el
cielo y la tierra, no se le quitará a la ley ni un punto ni una letra, hasta
que todo llegue a su cumplimiento.
Jesucristo vivió conforme a la Ley, lo que
llamamos el Antiguo Testamento, y expresamente la validó. ¿También es una regla
para nosotros? Sí, pero… Aquí tocamos con otra de las herejías que surgieron en
este tiempo al igual que en el primer siglo: las diversas doctrinas
judaizantes. ¿Cuál es el límite? Bueno, claramente las palabras de Jesús. Él no
anuló la ley, pero tampoco la entendió ni vivió conforme la comprensión de los
judíos de esa época (ni de esta).
Mateo 5:43-44 DHH
43 “También han oído que se dijo: ‘Ama a tu
prójimo y odia a tu enemigo.’
44 Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, y
oren por quienes los persiguen.
Estas palabras de Jesús no están anulando la
ley moral del Antiguo Pacto, solamente le están dando su verdadera perspectiva;
Jesucristo es quién nos da los “lentes” adecuados para leerla.
Hebreos 8:13 DHH
13 Cuando Dios habla de una nueva alianza es
porque ha declarado vieja a la primera; y a lo que está viejo y anticuado, poco
le falta para desaparecer.
Efesios 2:15 DHH
15 Puso fin a la ley que consistía en
mandatos y reglamentos, y en sí mismo creó de las dos partes un solo hombre
nuevo. Así hizo la paz.
Para ese nuevo pueblo que el Señor estaba
formando, no valía ya las antiguas formas del Pacto. Claramente, no todo el
Antiguo Testamento debe ser seguido literalmente, no al menos para los
cristianos. Su sacrificio terminó con la necesidad del sistema ceremonial y
simbólico, y a partir de allí todo eso quedó como enseñanza de principios para
nosotros. Sigue siendo un tema de debate el “hasta donde sí y hasta donde no”
de la Ley. No lo voy a hablar ahora, pero simplemente digamos que hay una serie
de reglamentos y prácticas que no tienen valor eterno para nosotros. Y esto nos
haría rever algunas cuestiones que se practican en muchas iglesias…
Juan 13:34 DHH
34 Les doy este mandamiento nuevo: Que se
amen los unos a los otros. Así como yo los amo a ustedes, así deben amarse
ustedes los unos a los otros.
Las palabras de Jesús van más allá del
Antiguo Pacto, no lo contradicen en nada, sino que lo completan y amplían. De
nuevo, aquí tenemos un punto en discordia con los que se basan preferentemente
en las palabras del Antiguo Testamento.
Juan 16:12-14 DHH
12 “Tengo mucho más que decirles, pero en
este momento sería demasiado para ustedes.
13 Cuando venga el Espíritu de la verdad, él
los guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que dirá
todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que van a suceder.
14 Él mostrará mi gloria, porque recibirá de
lo que es mío y se lo dará a conocer a ustedes.
Con todo, las palabras de Jesucristo no
“concluyeron” con la revelación necesaria en el Nuevo Pacto. Él mismo autorizó
a los apóstoles a que “completaran” la revelación, bajo la guía del Espíritu.
Por ello, también debemos mirar el resto de los libros del Nuevo Testamento.
Romanos 2:16 DHH
16 el día en que Dios juzgará los secretos de
todos por medio de Cristo Jesús, conforme al evangelio que yo anuncio.
1 Juan 2:7-8 DHH
7 Queridos hermanos, este mandamiento que les
escribo no es nuevo: es el mismo que ustedes recibieron desde el principio.
Este mandamiento antiguo es el mensaje que ya oyeron.
8 Y, sin embargo, esto que les escribo es un
mandamiento nuevo, que es verdad tanto en Cristo como en ustedes, porque la
oscuridad va pasando y ya brilla la luz verdadera.
Los apóstoles tenían en claro que sus
palabras venían con la autoridad divina.
Entonces, ¿qué es doctrina? En base a lo que
hemos visto, yo considero que una doctrina eterna es aquello que podemos ver
tanto en el Antiguo Testamento, en los Evangelios y en el resto del Nuevo
Testamento. Cualquier enseñanza que no pueda seguirse a través de estas tres
secciones debe integrarse a una doctrina “mayor” y ponerse en perspectiva, pero
no puede enseñarse como “verdad eterna”.
¿Qué pasa en la práctica? Dejando de lado las
(muchas) iglesias en las que hoy la única enseñanza que vale es la palabra del
pastor predicada el domingo, o aquellas que expresamente tienen libros o
personas “al mismo nivel” que la Biblia, o superiores a ella; las iglesias más
bíblicas en la práctica se basan en la enseñanza que viene de seminarios o de
líderes reconocidos (generalmente del pasado) o que está fundamentada en
“muchos” versículos bíblicos, pero ¿quién dijo que esos eran criterios válidos
de autoridad?
Normalmente lo que es doctrina para los
cristianos es aquello que aprendieron en algún momento de una fuente autorizada
y respetada (un seminario, el liderazgo de la iglesia, una confesión de fe,
etc.) y a partir de allí midieron todo lo que vino después en base a esa regla
antigua. ¡Pero la “antigüedad” tampoco es un criterio de autoridad! Jesucristo
nunca se vio obligado a respetar la “antigua” y torcida interpretación de los
judíos de esa época.
Pocos cristianos consideran que puede haber
una fuente de autoridad que no sea un “ministro reconocido” o un seminario
denominacional. Parece que el principio de “Sola Scriptura” ha quedado en el
olvido. Parece que casi nadie cree que el Espíritu Santo es suficiente como
para guiarlo a toda verdad.
¿Hay más revelación por venir? Es un tema
interesante para el debate, pero yo prefiero tomar las palabras de Apocalipsis:
Apocalipsis 22:18-19 DHH
18 A todos los que escuchan el mensaje
profético escrito en este libro, les advierto esto: Si alguno añade algo a
estas cosas, Dios le añadirá a él las calamidades que en este libro se han
descrito.
19 Y si alguno quita algo del mensaje
profético escrito en este libro, Dios le quitará su parte del árbol de la vida
y de la ciudad santa que en este libro se han descrito.
No sé si habrá “más Escritura” autorizada por
el Espíritu, sé que la que tenemos es inspirada y es la palabra que nos dejó
para este tiempo, y eso me basta. Durante el Milenio seguiremos charlando sobre
lo otro…
Danilo Sorti
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