Apocalipsis 14:7 RVC
7 Ese ángel decía con fuerte voz: «Teman a
Dios, y denle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado. Adoren al que
hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales de agua.»
Apocalipsis 14:7 DHH
7 Decía con fuerte voz: a Dios y denle
alabanza, pues ya llegó la hora en que él ha de juzgar. Adoren al que hizo el
cielo y la tierra, el mar y los manantiales.
Según como interpretemos este pasaje, podemos
ubicarlo en un tiempo todavía futuro, sin embargo, si lo interpretamos en un
sentido más general o parcial (una de las formas posibles de interpretar la
profecía) debemos reconocer que ya ha comenzado a cumplirse: desde hace un
tiempo la Tierra ha entrado en los juicios del Padre; no todavía en la plenitud
de ellos, solo en lo que algunos llaman “principios de dolores”, pero juicios
al fin, sucesos cada vez más terribles.
Dios Padre, en Su calidad de Juez, está
“haciendo entrada” en el escenario de un mundo que se precipita a lo más hondo
del pecado y que, hasta ahora, “consideraba” que finalmente Dios los dejaría
seguir en su camino. El mundo que hasta hace algunos años atrás no tomaba en
cuenta a Dios, hoy se está empezando a enfrentar a una naturaleza que “no es
natural”, y en especial me refiero al mundo occidental u “occidentalizado”, que
abarca hoy los países y regiones más desarrollados, aunque no estén ubicados
precisamente en occidente.
Con esto no estoy diciendo que de repente
todos han reconocido que Dios está airado, porque no es así; la mayoría sigue y
seguirá por un buen tiempo sin buscar respuestas más allá de la naturaleza o el
cambio climático; pero a medida que la frecuencia y la intensidad de las
catástrofes aumenta, cada vez más personas estarán intentando encontrar alguna
respuesta en es Dios que habían olvidado hace ya mucho tiempo.
De todas formas, a la conformación del mundo
tal como podíamos definirla hace no más de una década hoy se le hace imperioso
agregarle otra variable: el inicio de los juicios del Padre a través de la
naturaleza. Esta es una de las improntas que marcarán fuertemente los próximos
años hasta el arrebatamiento, es decir, el tiempo que nos queda para cumplir la
Gran Comisión, el lapso de tiempo que nos ha sido dado. ¿Cómo se cumple la
misión de la Iglesia en ESTE CONTEXTO?
Por otro lado, ¿QUÉ IGLESIA es la que debe
reflexionar al respecto? Bueno, toda, por supuesto, sin embargo, cuando miramos
la distribución de las iglesias evangélicas hoy nos encontramos con que el
grueso del Movimiento Evangélico está en el llamado Tercer Mundo, pero los
contextos nacionales son muy diferentes: África sigue enfrentando grandes
luchas y problemas ambientales, en la mayor parte de Asia existe persecución,
y, en términos generales, sólo América Latina tiene una relativa libertad, paz
y prosperidad. Esto nos ubica en un lugar de gran responsabilidad porque
probablemente seamos el bloque que más puede hacer por la extensión del Evangelio
en estos últimos tiempos, aunque no creo que estemos respondiendo en la misma
medida que el Señor nos ha bendecido.
Así, según entiendo, es la Iglesia
Latinoamericana la que debe reflexionar seriamente en cómo va a completar su
misión, al interior del continente y al resto del mundo, en el contexto de los
juicios del Padre.
Antes que nada, la iglesia debe reconocer que
precisamente estamos en el principio de Sus juicios. Sin embargo, muchos
líderes todavía le siguen echando la culpa a la naturaleza o a Satanás, o a
vaya uno a saber qué, pero sin decir claramente que se tratan de juicios de
Dios, y puedo dar fe de eso porque he tenido algunas discusiones… Esos líderes
no pueden conducir el futuro inmediato del Pueblo de Dios, sencillamente, ¡no son
capaces de reconocer lo que el Padre está haciendo! Pueden mantener porciones
importantes de la revelación bíblica pero no sirven para transitar este
presente.
Por otro lado, debemos reconocer las diversas
corrientes teológicas que nos han influido y que los cristianos más nuevos no
conocen. Uno pensaría que en conjunto han dejado una “confusión teológica”,
pero yo creo que cada una de ellas ha sido una herramienta del Señor para
alumbrarnos una faceta de la Verdad Bíblica. Es claro que normalmente cada una
de ellas luego se desvió exagerando lo que una vez recibieron, pero eso ha
servido para demostrar que eran propiamente “parciales”, una parte de la
Verdad, necesarias cada una pero incompletas en sí mismas.
Todos los cristianos evangélicos hoy estamos más
o menos influenciados por algunas de ellas, y precisamente hoy estamos siendo
bastante ineficientes porque nos hemos quedado “pegados” a algo que nunca
pretendió ser “el fin de la revelación”, sino una parte del camino, nada más.
Debemos tomar todo lo bueno que trajeron y, ahora, volver a leer la Biblia con
ese bagaje pero a la luz de lo que Dios está haciendo hoy, que no es
exactamente lo mismo que hizo ayer.
Otro elemento clave para empezar a entender
esta “nueva forma” de misión es la dimensión profética. Muchos santos siguen
temerosos al hecho de adentrarse en la dimensión profética, y mucho más en lo
que Dios está diciendo ahora a través de Sus siervos de la última hora. Otros
siguen aferrados a teologías que le impiden aceptar la plena vigencia de los
ministerios proféticos. Y otros, aún aceptándolo, permanecen ignorantes (¿por
pereza, por temor?) respecto de lo que Dios está diciendo. Creo que hoy ya no
es una opción viable, no al menos si pretendemos ser efectivos en los tiempos
que vienen. Sé que para mucho esto es una barrera, algo que raya en lo
herético; no tenemos tiempo para hacer un profundo análisis sobre la vigencia
de los dones proféticos ni para analizar todos los argumentos al respecto;
mucho mal se ha hecho “en nombre” de los dones carismáticos y muchos han
abusado de ellos, y eso es lamentable. PERO DEBEMOS RECORDAR que Satanás no
tiene la capacidad de crear nada, y si algo es pervertido y usado por el
Enemigo, ¡es precisamente porque se trata de algo genuino! Debemos desechar lo
corrompido y quedarnos con lo genuino, como cuando una madre limpia las hojas
de una planta de lechuga para preparar una ensalada para su familia: no desecha
toda la planta porque haya hojas sucias.
Con todo esto, lo que nos queda es “volver a
leer” la Biblia para encontrar las instrucciones que ya nos fueron dadas
precisamente para estos tiempos, pero eso será motivo de otro artículo.
Danilo Sorti
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