1 Samuel 28:7-9 RVC
7 Saúl llamó entonces a sus sirvientes, y les
dijo: «Busquen a una mujer que sepa invocar a los muertos, para que me diga lo
que necesito saber.» Y ellos le dijeron: «En Endor hay una mujer que tiene
espíritu de adivinación.»
8 Saúl se disfrazó entonces poniéndose otras
ropas, y durante la noche se fue con dos de sus hombres a buscar a la mujer.
Cuando la vio, le dijo: «Te ruego que me adivines el futuro, y que hagas venir
a quien yo te diga.»
9 Pero la adivina le dijo: «Tú bien sabes que
Saúl ha expulsado del país a los que invocan a los espíritus y a los adivinos.
¿Por qué me tiendes esta trampa? ¿Quieres que me maten?»
Este episodio en la vida de Saúl normalmente
se nos pasa desapercibido, como una de las “últimas locuras” de un rey
fracasado. Sin embargo, nada está en la Biblia por casualidad…
Saúl era un rey “conforme al corazón” no
precisamente de Dios sino del pueblo, el Señor lo permitió para que ellos
entendieran claramente qué habían pedido. Podríamos decir que empezó bien,
aunque terminó muy mal. Sin embargo, fue muy “purista” en eliminar a los
invocadores de espíritus; en cierto sentido demostró mucho celo por el Señor,
aunque fue en apariencia. Pero bueno, sea como sea, podemos suponer que tenía
bien en claro que la invocación de espíritus no era la voluntad de Dios, y, con
sus errores, jamás hubiera recurrido a ella… pero terminó haciéndolo, ¿cómo es
posible?
El motivo de este reflexión no parte de la
historia de Saúl, parte de la realidad de unos cuantos predicadores y músicos
cristianos que en lo subliminal dejan ver que sean pasado “al otro bando”,
¿cómo es posible? ¿Dónde tenemos algún ejemplo que nos explique eso, que nos
ayude a entenderlo? Y buscando, lo encontramos en Saúl, por lo que analizando
sus últimos días de vida podremos encontrar algunas pistas que nos expliquen
algo del por qué ocurre esto, si es que realmente puede ocurrir o es solo una
teoría conspiranoica más…
Bueno, además de que de hecho sí ocurre, Saúl
“nos lo explica” muy bien. Dios se había apartado de Saúl a pesar de que aún
conservaba el título de rey. Ahora bien, los israelitas de su tiempo no tenían
el libro de I Samuel, ¡obviamente, se estaba empezando a escribir!, y no
debemos suponer que ellos, o al menos la mayoría, tuviera tan en claro que ya
Dios se había apartado de Saúl. Para nosotros es muy fácil leerlo en la Biblia,
pero ellos lo estaban viviendo; todo era nuevo, nunca habían tenido un rey, y,
al fin y al cabo, Dios mismo lo había elegido y ungido, ¿por qué razón suponer
que ahora Dios había “cambiado arbitrariamente” de opinión? De nuevo, ellos no
conocían tan claramente la historia que nosotros tenemos, por lo que, a la
vista del pueblo, Saúl seguía siendo el rey elegido por Dios. Bueno, el mismo
David lo consideraba así.
Dicho sea de paso, a más de un pastor
desviado le gusta compararse con Saúl para evitar que a algún hermano se le
ocurra desenmascararlo…
Bueno, lo cierto es que para la gente Saúl
seguía siendo el Ungido, y además había eliminado a los invocadores, ¿quién
podría llegar a pensar que Saúl mismo recurriría al espiritismo? Cualquiera que
hubiera dicho eso, en ese momento, habría sido inmediatamente tildado de
conspiranoico… pero hubiera estado en lo cierto. Algo parecido nos pasa hoy,
con tantos cristianos que se niegan rotundamente a creer que el predicador
Fulano o el cantante Mengano están “del otro lado”.
Bueno, de acuerdo, supongamos que podría ser
pero, ¿por qué lo haría?
El primer “por qué” está, precisamente en lo
que dijimos más arriba:
1 Samuel 16:14 RVC
14 Como el espíritu del Señor ya se había
apartado de Saúl, un espíritu maligno de parte del Señor lo atormentaba
constantemente.
Sencillamente, Dios se retiró; dejó de ayudar
a Saúl, dejó de hablar con él, dejó de darle paz. ¡Pero Saúl seguía siendo rey,
es decir, seguí conservando el “título”! ¿Qué hubiera sido lo correcto? Saúl
hubiera debido reconocer su profunda rebelión, entender que era tan serio como
para que Dios se apartara de él, arrepentirse profundamente al sufrir en carne
propia el abandono divino, y hacer una de dos cosas: expresar públicamente su
error y su arrepentimiento, convocar al pueblo al ayuno y a la oración, y quizás
Dios hubiera vuelto a él, y hubiera podido seguir siendo rey. O bien abdicar,
reconocer que sin el Espíritu Santo no podía ni debía gobernar al pueblo de
Dios y dejar que Samuel ungiera a otro.
Bueno, en la presciencia de Dios nada de eso
pasó y finalmente todo sirvió de ejemplo para la edificación de las
generaciones posteriores que, al conocer la historia, aprenderían para no
repetir los mismos errores. Pero eso no justifica de ningún modo el que Saúl
hubiera permanecido en su puesto; a veces nosotros tendemos a pensar que todo
lo que pasó y quedó registrado en la Biblia “debía ser así” y lo cierto es que
no; fue así, Dios lo sabía y lo permitió por amor a nosotros, para que fuéramos
exhortados y enseñados; pero no era la forma en que ellos debieron actuar.
¿Qué pasa hoy? Lo mismo. Dios “abandona” a
muchos líderes cuando se desvían. Aclaración: me estoy refiriendo a los líderes
que empezaron bien y terminaron mal; hay otros tantos que directamente “nunca
empezaron”, que son unos engañadores desde el principio, ¡no estoy hablando de
ellos!
Bueno, cuando Dios abandona a un líder ya “no
pasan cosas”, no hay presencia, no hay palabra fresca, no hay unción. El que
estuvo acostumbrado a la manifestación divina empieza a desesperarse, pero en
vez de arrepentirse y volver al camino, o de simplemente renunciar,
justificándose a sí mismo en su interior pensando que: “Dios realmente no está
interesado en mí, Dios me abandonó, ya Dios se fue a bendecir a otro, Dios es
injusto”, procura, de manera consciente o inconsciente, reemplazar el poder
divino por alguna otra cosa.
Décadas atrás hubiera dado buenos resultados
el conocimiento humano y la capacidad intelectual, hoy ya no es suficiente,
hace falta que “pasen cosas”, y mientras más espectaculares, mejor. ¿Quién
podría generosamente ayudar a que “algo ocurra” en el mundo espiritual? ¡Y
quién más! Si no es Dios, es el Adversario de Dios.
Saúl necesitaba desesperadamente una
respuesta, pero hacía ya tiempo que Dios había cerrado Su boca para con Saúl,
¡pero hacía falta una respuesta! Así que, muy pragmáticamente, la respuesta la
buscó en “otro lado”. Ahora bien, Saúl no se pasó clara y explícitamente al
“bando enemigo”, como sí hicieron otros reyes después de él, sino que
simplemente fue a buscar “una persona” que le ayudara, con “ciertos poderes”
que, bueno, de algún lado venían… quizás eran capacidades humanas más
desarrolladas… Es decir, se pudo justificar muy fácilmente y convencer de que
en definitiva no se estaba metiendo con el Enemigo, sino solo con una persona
que lo ayudaría…
Así de fácil puede empezar el camino del
error en cualquier líder que se está desviando de la verdad, no directamente en
terreno enemigo, sino solo con “alguien” que lo ayuda mediante estrategias “un
poco” heterodoxas.
Cuando hacen falta resultados, cuando hace
falta algo espectacular, “el fin justifica los medios” y si alguien me ayuda
“en nombre de Dios”, termina siendo aceptado.
Saúl recibió una respuesta, sin dudas, aunque
no la que él esperaba:
1 Samuel 28:16-19 RVC
16 Y Samuel le dijo: «Pues si el Señor ya se
ha apartado de ti, y es tu enemigo, ¿para qué me preguntas a mí?
17 El Señor ha hecho contigo lo que te dijo
por medio de mí. Te ha quitado el reino, y se lo ha dado a tu compañero David.
18 Como no obedeciste a la voz del Señor, ni
cumpliste su orden de acabar con Amalec, ahora el Señor te trata así.
19 El Señor iba a entregar a Israel, lo mismo
que a ti, en poder de los filisteos, y mañana tú y tus hijos estarán conmigo.
El Señor hará que los filisteos venzan al ejército israelita.»
Este pasaje está en discusión, algunos opinan
que de verdad fue Samuel, otros que no. No debemos entender la expresión
“estarán conmigo” como que necesariamente iban a estar en el paraíso porque
difícilmente podamos pensar eso de Saúl. Pero lo cierto es que se cumplió el
mensaje que recibió.
En este tiempo de gracia, el Señor permite
por diversas razones que muchos que se han pasado al bando enemigo sigan
ministrando durante un tiempo, yo creo que la principal es que la gente que
asiste a esas iglesias está conforme con la mentira y no se preocupan por
buscar la verdad: Dios les da lo que ellos quieren. Sinceramente, no creo que
Dios vaya a quitar a esos mentirosos, no al menos antes de los juicios previos
al arrebatamiento.
El asunto es que los santos no sean
engañados; y para eso, ¡los santos no deben ser ignorantes! El discurso
“conspiranoico” es una herramienta por demás de útil para anular cualquier cosa
que suene extraña a los oídos, pero la “extrañeza” o la “falta de extrañeza” no
son ningún criterio de verdad; es decir, nada es falso sólo por el hecho de
resultar extraño o difícil de creer y nada es verdadero sólo por el hecho de
resultar común o fácil de creer. Por supuesto, lo contrario también es cierto.
El verdadero criterio de verdad ha sido, es y será la presencia de evidencias,
y punto.
Creer en algo o no se resume al hecho de
contar con suficientes evidencias comprobables de ese algo. Y esas evidencias,
cuando las buscamos con paciencia, nos pueden mostrar que unos cuantos de los
que tienen nombre de que están vivos, y que una vez recibieron la Unción del
Santo, hoy están sirviendo al Enemigo; ¡escapemos de ellos!
Y de paso, nosotros que creemos en Dios y en
Su Palabra, ¿tenemos en claro cuáles son las evidencias de Su existencia y de
la inspiración de Su Palabra? ¿Seríamos capaces de exponerlas con claridad y de
confrontar la incredulidad? ¡Ah, caramba…!
Danilo Sorti
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