domingo, 3 de septiembre de 2017

226. ¿Magic Kingdom cristiano?

Eclesiastés 7:4 DHH
4 El sabio piensa en la muerte,
pero el necio, en ir a divertirse.

Judas 1:8 DHH
8 A pesar de ello, también esos hombres, viviendo en sueños, contaminan su cuerpo, rechazan la autoridad del Señor e insultan a los poderes superiores.


La llamada “industria del entretenimiento”, eufemismo para ocultar todo tipo de pecados y perversiones, ha tenido en el último siglo un crecimiento que jamás hubieran podido prever sus predecesores. Puedo resultar muy dogmático en lo que digo, pero el entretenimiento es, en esencia, fantasía, irrealidad. Yo sé que más de uno, para justificarse a sí mismo, puede “jurar y perjurar” que “lo que pasa en las películas es lo que pasa en la realidad”, y podemos estar de acuerdo que algo de verdad hay; también existen películas documentales, basadas en la vida real, históricas e incluso con mensajes cristianos. Eso es cierto. Y sería injusto dejar de mencionar a los diversos artistas, directores y productores cristianos, que se esfuerzan por traer el Reino de Dios a través de un medio por demás de contaminado (bueno, hoy en día todos los ámbitos del quehacer humano ya están sumamente contaminados).

Pero una vez reconocido todo lo anterior, cuando volvemos la vista hacia el “mundo del entretenimiento”, la cantidad de “fantasía” que transmiten es abrumadora.

Hay un “lugar común” convenientemente repetido de que “la fantasía no es dañina”, “sólo se trata de entretenimiento” (y estoy hablando del entretenimiento “más sano”); pero no creo necesario refutar eso, basta con ver el mensaje y los espíritus que se mueven por detrás, o como desensibilizan las conciencias hacia pecados groseros.

Bueno, no es el tema del artículo, simplemente para ponernos “en contexto” de que vivimos en un mundo en donde la fantasía se ha ultrasofisticado y vuelto por demás de accesible para todos, de tal forma que es muy fácil hacerse “una escapadita del mundo” sumergido en la televisión o Internet o incluso algo más “cultural” (teatro, ballet, etc.).

Así como está, la “industria de la fantasía” es socialmente aceptada y aplaudida (así como son aceptados y aplaudidos los demonios que transmite, claro), porque la realidad del siglo XXI no expresa ninguna de las utopías del siglo XX, ninguna de las promesas políticas o económicas de “un mundo mejor” y se vuelve cada vez más sombría y amenazante. “Panem et circenses”, pan y circo, frase atribuida a los gobernantes de la antigua Roma.

Y es que el hombre postmoderno prácticamente ha abandonado las utopías, pero tampoco se atreve a expresar un futuro incierto y potencialmente catastrófico, por lo que no le queda más que vivir en el presente, que tampoco es fácil. ¿Adónde escapar sino hacia la “industria del entretenimiento”?

Como principio interpretativo, todo lo que ocurre en la sociedad ocurre también en mayor o menor grado en la Iglesia (¿o no será más bien al revés…?), por lo que el ansias de “panem et circenses” se expresa naturalmente en las iglesias, ESPECIALMENTE cuando tenemos una masa de gente no transformada que llena los templos. ¡Y ellos están dispuestos a pagar por eso! Mmmm…. Termina siendo un negocio interesante…. Para el Adversario, claro.

Pero el fenómeno no tiene nada de nuevo, lo único novedoso es la magnitud y extensión actual, no sus características, porque ya el autor de Eclesiastés lo dijo; y si relacionamos ese pasaje con nuestro presente no nos queda más por concluir que la necedad SOBREABUNDA Y REBALSA por todos lados. Este hombre necio, deseoso de vivir en fantasías, “exige” lo mismo de una iglesia con la cual no se compromete. Y es fácil encontrar la oferta buscada. Así, se termina construyendo un evangelio de fantasías, de engaño, de MENTIRA.

Hermanos, la fantasía es “mentira” con todas las letras. No importa cuántos elementos de verdad tenga, en el fondo es mentira; y si bien puede no haber demasiado problema con una obra de teatro o una película, e incluso pueden ser usadas para transmitir valores santos; la sumatoria de ellas SÍ generan un “mundo artificial”. Y la sumatoria de mensajes fantasiosos, de “positivismo” cristiano, con algunas pocas gotas de Biblia, solo para aromatizarlos nomás, de falsos modelos apostólicos, de falso éxito cristiano, de falso Reino de Dios y falso Evangelio, sin duda crean un cristianismo artificial, un “Magic Kingdom” cristiano, como bien expresó un amigo mío, que hace agua por todos lados y que es muy fácil de reconocer falso, pero al que la gente se aferra desesperadamente, quizás con la esperanza de que esas palabras bonitas se cumplan o al menos para pasar un rato agradable un día a la semana.

El mundo de fantasías cristiano es el mundo en el que queremos vivir cuando no queremos enfrentar la realidad. Y lo más terrible de todo es que el Señor mismo me ha hecho ver que realmente no podríamos enfrentar TODA la magnitud de la oscuridad presente, por lo que incluso Él mismo permite que siga existiendo “cierta fantasía”. Por supuesto, no es Su plan perfecto.

Fantasía cristiana es hacer un recorte de la revelación bíblica, añadirle cuentos maravillosos que se presentan como verdaderos, empaquetar todo en un show adecuadamente armado, eliminar lo más posible toda referencia que cause tristeza o angustia (pecado, juicio venidero, maldad), meterle mucha dosis de ánimo y “mensaje positivo”, acompañarlo con mucha música (por algo los grupos de alabanza son uno de los ministerios mimados por todos los pastores), presentar un pastor / liderazgo / familia pastoral maravilloso y exitoso, y traducir todo a una vida cristiana simplificada, con unas pocas prácticas religiosas perfectamente realizables, sin ningún sacrificio ni autocuestionamiento, y por supuesto, sin exigir el duro trabajo de leer la Biblia y buscar a Dios por cuenta propia, ni mucho menos tener que obedecerle personalmente. Todo esto dentro de un “templo” (tal es la palabra que se puso de moda hace tiempo ya) bien arreglado, grande y agradable (por supuesto, nada que ver con los “galpones pentecostales” de décadas pasadas). La predicación debe ser lo suficientemente seductora sin obligar a pensar mucho a nadie, sólo recurriendo a “lugares comunes” y tocando algunas “teclas sensibles” de la emoción, al igual que el desarrollo del culto, y especialmente el momento de la ofrenda. Hay más ingredientes, pero en definitiva todos contribuyen a crear un completo escenario de irrealidad.

Nadie puede salir de “Fantasilandia cristiana” por sus propias fuerzas porque lo que encuentra es por demás de espantoso, pero sí hay una salida, verdadera, genuina; y es la gracia y las promesas de Dios, es Su presencia, Su poder, Él mismo, ante Quien toda oscuridad se desvanece y todo es recreado. Es Él, solamente Él, Su poder, Su misericordia, Su amor. Sólo así podemos enfrentar la realidad. Sin Él, sin Su revelación, sin Su poder, bueno, más vale sigamos en “Fantasilandia”…

Este mundo de fantasía cristiana llega a ser un paradigma de vida, algo omniabarcador dentro del cual “hay respuesta” para todo, no porque haya realmente mucho para decir, sino porque fácilmente se rechazan los mensajes contrarios, por eso es muy difícil de penetrar, y lo será cada vez más, hasta el punto de que solamente los últimos juicios antes del arrebatamiento logren sacudir a muchos (pero no a todos).

Me gustaría brindar alguna receta para “romper” esta estructura, pero no la tengo y dudo que encontremos más que la oración y la verdad, aunque siempre supeditadas a la voluntad de la persona. Que el Señor nos resguarde de meternos en ella.



Danilo Sorti




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