domingo, 3 de septiembre de 2017

220. Cuando Dios deja de hablar… ¡ay!

Apocalipsis 8:1-6 RVC
1 Cuando el Cordero abrió el séptimo sello, hubo silencio en el cielo durante una media hora.
2 Vi entonces que a los siete ángeles que estaban de pie ante Dios se les dieron siete trompetas,
3 y otro ángel vino con un incensario de oro, y se detuvo ante el altar. A ese ángel se le dio mucho incienso para que lo añadiera a las oraciones de todos los santos, y lo ofreciera sobre el altar de oro que estaba delante del trono.
4 De la mano del ángel subió el humo del incienso a la presencia de Dios, junto con las oraciones de los santos.
5 El ángel tomó el incensario, lo llenó con fuego del altar, y ese fuego lo arrojó a la tierra. Hubo entonces truenos, voces, relámpagos y un terremoto.
6 Los siete ángeles se dispusieron a tocar las siete trompetas que tenían.


Que haya silencio en el cielo es algo realmente extraño. Allí TODO alaba a Dios, es decir, TODO; no solamente los ángeles y los redimidos, sino todos los seres que allí se encuentran, aún las piedras (de oro) de las calles. Si todos los seres guardaron silencio es porque algo muy terrible estaba por pasar, y en efecto así fue, porque se está por dar inicio a la serie de trompetas y de copas, los juicios de la ira de Dios, en los cuales se completa su enojo.

Es verdaderamente muy difícil que Dios deje de hablar, es algo “casi imposible”, si entendemos bien lo que Él es.

Hebreos 1:1-2 RVC
1 Dios, que muchas veces y de distintas maneras habló en otros tiempos a nuestros padres por medio de los profetas,
2 en estos días finales nos ha hablado por medio del Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y mediante el cual hizo el universo.

Romanos 10:18 RVC
18 Pero yo pregunto: ¿En verdad no han oído? ¡Por supuesto que sí! «Por toda la tierra ha salido la voz de ellos, Y sus palabras han llegado hasta los confines de la tierra.»

Salmos 19:1 RVC
1 Los cielos proclaman la gloria de Dios; el firmamento revela la obra de sus manos.


Dios habla de tantas y tan diversas formas, a través de tantos mensajeros, su amor por esta creación rebelde es tan grande, que resulta prácticamente imposible que deje de llamarnos al arrepentimiento. Pero hay un límite, el último, una línea que parece muy lejana y que incluso el mismo Padre “estira” más de una vez, para seguir teniendo paciencia, pero que tarde o temprano llega. Es la línea de no retorno. A partir de ella ya no hay vuelta atrás para la generación rebelde, ya no hay salvación posible, ya no hay más dilación en los tiempos, y Dios calla… pero no la naturaleza.

Dios Padre ha permitido a la humanidad vivir como si todo estuviera seguro por más que hiciera lo que hiciera; la naturaleza siempre seguía su curso “natural”, con lo que las personas se confiaron pensando que nada les pasaría y que Dios finalmente no los castigaría por sus pecados. Pero cuando llega ese límite, que como dijimos, cuesta tanto y el Padre mantiene lo más lejos posible, ¡ay!

“¡Ay!” es la expresión más breve y más terrible de toda la biblia. No muchas veces se dice, pero en dos letras contiene la mayor dimensión de terror posible de experimentar para la gente sobre esta tierra. Cuando Dios calla es porque ya nada más puede decir, porque ya ha dicho todo, porque los hombres se han vuelto ya absolutamente insensibles a Su voz y porque su condenación está sellada y es irrevocable. Cuando ya no hay absolutamente nada más que hacer, Dios calla. Y ese es el breve preludio del juicio de destrucción, no un juicio liviano para arrepentimiento, sino el juicio de destrucción, el juicio que literalmente barre de la tierra a los perversos, es decir, el juicio de purificación de la creación cuando ya no se puede hacer más para que los organismo patógenos (nosotros, en este caso) dejen de serlo.

1 Samuel 28:5-6 RVC
5 Pero cuando Saúl vio el campamento de los filisteos, tuvo mucho miedo y se descorazonó por completo.
6 Por eso fue y consultó al Señor, pero el Señor no le respondió ni por medio de sueños ni por el Urim, ni por medio de ningún profeta.

No vemos muchos ejemplos en los cuales Dios expresamente no haya respondido una oración, aunque sea con un anuncio de juicio, pero Saúl ya había sido desechado y no había más nada para él. De todas las formas intentó obtener una respuesta y no la hubo.

Hermanos, quiero advertirles seriamente que si en algún momento Dios “deja de molestarte” a través de profetas, mensajeros o personas que te están reconviniendo sobre algún pecado, ¡ay! Más vale ir corriendo a pedir perdón todavía que la puerta de la gracia no se ha cerrado.

Pero cuidado que lo mismo pasará con la iglesia. Dios está advirtiendo de los juicios que vendrán, los juicios del Padre, y la mayoría de la iglesia o bien no los escucha o bien se dedica a criticar y desautorizar a los mensajeros de esos juicios (¡como si los mensajeros fuéramos algo importante!). Pues bien, llegará el día en que ya no serán más “molestados” por esos anuncios, el día en que callarán esas voces para buena parte de los que se dicen ser cristianos. ¡Ay de ese día! ¡Ay de ese día! Llegará el día cuando los profetas del Altísimo se retiren de la voz pública y el mismo Espíritu les impida hablar en las congregaciones. ¡Ay de ese momento!

Con todo, la misericordia de Dios perdura aún en medio de Sus juicios, pero cuando llegue ese día, lo que inmediatamente ocurrirá serán las catástrofes previas al arrebatamiento, tal como vienen anunciando los mensajeros del Señor en este tiempo. Será el último llamado a una iglesia dormida y autocomplaciente, ya no a través de palabras, sino a través de la creación; ya no a través de la suave voz del Espíritu Santo, sino a través de la estruendosa voz de los cuerpos celestes.

No, el “curso natural de la Naturaleza” no tiene nada de “natural”, es simplemente una expresión de la misericordia de Dios, pero cuando esa misericordia se acaba y Su voz calle; hablará la creación misma, hastiada de soportar el pecado de los seres humanos. Que el Señor nos encuentre resguardados bajo Su mano de protección en ese día.


Danilo Sorti





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