sábado, 30 de septiembre de 2017

279. El Evangelio y la misión de la Iglesia en el tiempo del fin: el “fracaso” del cristianismo partido y el nacimiento del cristianismo integral

Eclesiastés 4:12 RVC
12 Uno solo puede ser vencido, pero dos presentan resistencia. El cordón de tres hilos no se rompe fácilmente.

Este sabio consejo se nos ha pasado desapercibido durante dos mil años de cristianismo, precisamente porque la Iglesia ha estado dividida en tres líneas teológicas: la línea enfocada en la acción social, las buenas obras y la ecología; la línea enfocada en la Palabra, su estudio y aplicación, y la línea enfocada en las realidades espirituales. Cada una de ellas, según otros ya lo han escrito, se enfoca preferentemente en una de las tres Personas de la Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, en ese orden. Cada una, también, ha discurrido por la historia y hasta el presente de manera más o menos separada, casi incapaz de reconocer las cosas buenas del otro y decididamente sin incorporar nada de lo que le haya sido revelado. Cada una ha tenido sus “errores favoritos” y cada una ha “fracasado” en hacer la obra integral. Pero cada una ha recibido una parte de la revelación total de Dios. Lo que expongo en este artículo está basado en lo que sabiamente escribió sobre el tema Christian Shwarz, y recomiendo que sea leído.

Todos los cristianos nos ubicamos en alguna de ellas. Yo nací en una iglesia de la línea “bíblica”, es decir, enfocada en la Palabra, y aunque he cambiado mucho desde aquel entonces, es fácil darse cuenta de que esa es la orientación del Evangelio a la que sigo perteneciendo, y no creo que eso esté mal. Sin embargo, el Espíritu ha trabajado mucho (y lo sigue haciendo…) conmigo para llevarme a un equilibrio con las otras dos corrientes, por lo que a pesar de que sigo estando “ubicado” en una, creo que he podido avanzar mucho hacia una comprensión integral de la revelación. Todavía me falta, sé que seguiré aprendiendo y creciendo por el resto de la eternidad. Pero mientras tanto, antes de que venga el fin y durante el poco tiempo que nos queda para completar la obra, entiendo que se nos hace imperioso resolver esta triple división del cristianismo para llegar a la Iglesia santa digna del Novio.

Probablemente esta cuestión de las tres líneas del cristianismo suene extraño para la mayoría de los lectores porque normalmente nacemos en la fe en una de ellas y allí permanecemos, sin demasiado contacto con la otra, o incluso viéndola con sospecha y recelo. También es cierto que dentro de cada una de ella encontramos hoy iglesias (¿muchas?) que han caído en grandes excesos de tal forma que el Espíritu Santo se apartó de ellas (su candelero fue quitado); y estos son los aspectos que las iglesias de las otras líneas enfatizan para mantenerse en su posición.

Las iglesias preocupadas por la dimensión social y de la creación en su conjunto han terminado cayendo en el humanismo sin Dios, carentes de Biblia y de poder, siendo poco más que un club social con muy buenas intenciones y aplaudiendo las nuevas herejías que se ponen de moda. Las iglesias preocupadas por la dimensión espiritual y de poder se fueron hacia un show de manipulación humana, cuando no literalmente se aliaron con otros espíritus que efectivamente manifiestan su “poder”. Las iglesias preocupadas por la Palabra fácilmente profundizaron en sus estudios y enseñanzas, pero temerosas del genuino poder del Espíritu y del involucramiento social.

Por supuesto, aquí estoy simplificando casos más extremos, pero que lamentablemente son comunes. Las iglesias que han caído en esa categoría ya están apartadas de la verdadera gracia. Otras están siendo empujadas hacia alguna de esas líneas, sin la capacidad de resistir adecuadamente porque los ejemplos que tienen de las otras líneas no son buenos, no tienen en la práctica un modelo de equilibrio.

De nuevo, esto también es una simplificación, porque además de las tres líneas principales, existen muchas variantes dentro de cada una de ellas que puede ser exagerada hasta llegar a la apostasía.

Es necesario reconocer que, en su “ideal”, cada una de estas tres líneas fracasó: fracasó el evangelio de la transformación social porque en realidad depende de la voluntad de la sociedad, y está claro que la mayoría de los hombres no quieren saber nada ni con Dios ni con sus principios. Fracasó el evangelio del “estudio bíblico” porque el conocimiento sin poder y sin compromiso sólo sirve de nido para los espíritus de religiosidad y autojusticia. Fracasó el “evangelio de poder” porque sin palabra y sin dirección pronto se transforma en brujería y satanismo disfrazado, y sin compromiso social lo único que genera es egoísmo.

Pero decir “fracasó” no es una mera categoría teológica, es decir que todos aquellos que de alguna manera nos “aferramos” a una de esas líneas también fracasamos. No fracasa una formulación teológica, ¡fracasa la gente que la sigue!

Pero Dios ha dado a cada una de esas líneas una parte de Su revelación, y lo que se nos da es para compartir, y a su vez, el hecho de “tener algo” implica que “no tenemos todo”, por lo que compartir a otro lo que recibí necesariamente implica estar abierto a recibir lo que el otro tiene para darme. No creo que esto sea posible ya en las iglesias que claramente se han desviado, pero sí lo es en aquellas que todavía no, pero que si se mantienen cerradas en su posición muy pronto serán empujadas hacia alguno de los extremos.

¿Cambia la iglesia o cambio yo? En el pueblo de Dios son los líderes quienes tienen una responsabilidad mayor, sin embargo no estamos bajo el Antiguo Pacto y ahora todos somos hechos reyes y sacerdotes, y esto no es una posición de privilegio y autoridad, sino de responsabilidad; a todos se nos llama a buscar diligentemente al Señor y aplicar Sus verdades. No podemos escudarnos detrás de lo que el pastor dijo o dejó de decir, él dará cuentas a Dios de sí, pero nosotros somos responsables por nuestra propia vida, porque ya hay UNO que es nuestro Pastor y Guía, por encima de cualquier autoridad humana que el Señor haya puesto.

Hermanos, no estoy diciendo que necesariamente todas las iglesias deberán estar ubicadas en un punto central de estas tres corrientes, no sé si realmente será posible para muchas de ellas, en vista del poco tiempo que nos queda. Pero nosotros, los que podemos leer y entender esto, aquellos que por la gracia de Dios tenemos la posibilidad de disponer de tiempo y recursos para buscarlo con libertad, creo que deberíamos esforzarnos en hacerlo. No creo que debamos cambiar nuestros puntos fuertes porque en esencia vienen de Dios mismo, pero sí equilibrar nuestros excesos en el entendimiento y práctica de la revelación.

¡Señor, líbranos del miedo a conocer y vivir otras dimensiones de Tu Revelación!


Danilo Sorti




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