domingo, 3 de septiembre de 2017

229. El Señor los invitó a lamentarse y arrepentirse, pero ellos…

Isaías 22:7-13 RVC
7 Tus hermosos valles se llenaron de carros, y gente de a caballo acampó a la entrada de la ciudad.
8 Las defensas de Judá quedaron al descubierto. Ese día ustedes dirigían la mirada hacia el arsenal en la casa del bosque,
9 y vieron multiplicarse las brechas en la ciudad de David; recogieron las aguas del estanque inferior,
10 contaron las casas de Jerusalén y las derribaron para reforzar la muralla;
11 hicieron un foso entre los dos muros para el agua del estanque viejo, pero sin la menor consideración para el que lo hizo y le dio forma.
12 Ese día Dios, el Señor de los ejércitos, los convocó al llanto y al lamento, a raparse el cabello y a vestirse de cilicio;
13 pero ustedes prefirieron gozar y divertirse, matar vacas y degollar ovejas, comer carne y beber vino. Y decían: «Comamos y bebamos, que mañana moriremos.»


La escena es la de una ciudad próxima a ser atacada. Ante la inminencia de la guerra el pueblo hizo una gran preparación, todo lo que lógicamente haría una ciudad que va a ser sitiada, como cualquier pueblo normalmente se prepararía… “pero sin la menor consideración para el que lo hizo y le dio forma”, es decir, Dios mismo.

Aún más, viendo venir el desastre inminente decidieron “disfrutar” de los últimos días que les quedaban de vida, pero sin tener para nada en cuenta a Dios.

Aquí hay una mezcla de autosuficiencia con resignación: autosuficiencia porque se esforzaron en prepararse humanamente, resignación porque humanamente no podían hacer frente al ejército que se les venía encima. Y en ningún momento tuvieron en cuenta a Dios, no consideraron que el juicio venía de Él y que a su vez podía detenerlo.

Ahora bien, notemos que el Señor no los critica por la preparación material de la ciudad sino por lo que pasó después: “comamos y bebamos, que mañana moriremos”. Fiesta en vez de arrepentimiento. Disolución en vez de justicia. Ellos no tuvieron en cuenta a Dios y podríamos pensar que fue porque ya se “habían olvidado” de Él, pero esa tesis es bastante difícil de defender en ese contexto, primero porque Dios estaba muy presente en su historia y en la vida cotidiana, segundo porque el hombre de esa época era mucho más abierto a lo espiritual que el contemporáneo y tercero porque no faltaban los profetas que les hablaban continuamente en nombre del Señor. Personalmente creo que el pensamiento principal de ellos era que “Dios se había olvidado”, o peor aún, que los había “dejado librados a su suerte”, es decir, “se retiró” de la escena debido al rechazo de Su pueblo y los dejó para que se defendieran lo mejor que pudieran, con sus propias fuerzas.

Ese tipo de pensamiento funciona “bien” mientras duran la misericordia y la paciencia divina, pero no cuando se acaba. ¡Qué dureza de corazón! Ni siquiera a las puertas mismas de un juicio terrible estaban dispuestos a reconocer a Dios y arrepentirse. Literalmente, preferían morir antes que doblegar su orgullo y reconocer su vida de error… ¿Y por casa cómo andamos?

El mundo está a las puertas del peor juicio que jamás haya conocido: fue claramente profetizado desde hace por lo menos dos mil años; está siendo anunciado a diario a través de mensajeros, sueños y visiones; se ven sus primeras manifestaciones por todos lados ¿y la iglesia sigue llamando a la fiesta y la diversión? No hablemos de los que no conocen a Dios, aunque quizás ellos estén más preocupados, hablemos de los que dicen conocer al Señor.

¿Qué tenemos en las iglesias hoy? ¿Reuniones de bendición, prosperidad y sanidad? ¿Hermosos encuentros con bonitas alabanzas y mensajes positivos? En el fondo nada de eso está mal (siempre y cuando no se enseñe el error, claro) pero ¿es el tiempo?

Creo que la iglesia se quedó en el mover del Espíritu de hace unas décadas atrás. Ahora bien, quizás no sea mucho el tiempo que pasó, pero los cambios que ha habido sí lo fueron. Creo que hubo un tiempo en nuestro continente en que Dios necesitaba traer a luz Su misericordia y Su poder de sanidad y bendición, y de hecho, ese tiempo “no pasó” ni pasará porque Dios no cambia. Pero a medida que la apostasía y el pecado dentro del Pueblo de Dios y de la sociedad toda creció exponencialmente, y los juicios de la Tribulación se hicieron más cercanos, el énfasis me parece que debe cambiar.

Sí es cierto que mucha gente (cristianos inclusive) deben conocer todavía el amor y el poder de Dios, pero es MUY IMPERIOSO que TODOS conozcan Su justicia y se pongan a cuentas para escapar de lo que vendrá, y que ya fue determinado y con cambiará.

No estoy diciendo que las reuniones de “bendición y prosperidad” estén mal, pero ¿es el tiempo? ¿Es lo que Dios quiere precisamente ahora? ¿No será más bien que el Señor hoy, al igual que en la época de Isaías, quiere convocarnos al ayuno y al arrepentimiento, al llanto y a la oración? Suena extraño a los oídos de los cristianos contemporáneos, pero creo que es urgente y por demás de escaso.

Hermanos, podemos “disfrazar” el asunto de muchas maneras “muy piadosas”; podemos organizar estudios bíblicos de las profecías escatológicas, podemos hablar sobre la vida cristiana, la justicia social y muchas cosas más que no están mal y que siguen teniendo su lugar, ¡pero no podemos olvidar el llamado “al llanto y al lamento”!

Sí hermanos, “llanto y lamento”, así como lo dice Isaías. Llanto y lamento porque el juicio ya fue determinado, por todos los que se perderán por su propio pecado, por la dureza del corazón de los hijos de Dios. “Llanto y lamento” que desnudan la condición de nuestro propio corazón, que nos reenfocan en lo urgente de este tiempo, que expresan lo terrible del juicio por venir, que dan a conocer a un Dios que no es “Papá Noel”, sino que sigue siendo Fuego Consumidor.

Los judíos de ese entonces no entendieron que aún en medio del juicio hay misericordia, que aunque ya esté decretado Dios puede disminuir la dureza y que muchos se pueden salvar (y no ser condenados al infierno), por eso consideraron que “ya todo era inevitable”. Otra vez con el pensamiento de “todo o nada”: o Dios detiene el juicio y nos salvamos todos o Dios envía el castigo y estamos “todos fritos”. No entendieron que aún en medio del juicio el Señor hace diferencia entre uno y otro, y por más que la mayoría merezca el castigo y por eso se vuelva inevitable, no todos tienen que ser arrastrado por él. Y como no lo entendieron, ¡todos fueron arrastrados!

Hermano, ¿cuáles son tus actividades de iglesia? ¿Qué programas están diseñando para los próximos meses? No estaría mal incluir reuniones y vigilias de arrepentimiento y oración, de lamento por los terribles pecados del mundo y de la iglesia, y de clamor por misericordia. El juicio no será evitado, pero la mano de Dios sigue siendo poderosa para salvar a todos los que claman sinceramente a Él.



Danilo Sorti




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