Isaías 22:7-13 RVC
7 Tus hermosos valles se llenaron de carros,
y gente de a caballo acampó a la entrada de la ciudad.
8 Las defensas de Judá quedaron al
descubierto. Ese día ustedes dirigían la mirada hacia el arsenal en la casa del
bosque,
9 y vieron multiplicarse las brechas en la
ciudad de David; recogieron las aguas del estanque inferior,
10 contaron las casas de Jerusalén y las
derribaron para reforzar la muralla;
11 hicieron un foso entre los dos muros para
el agua del estanque viejo, pero sin la menor consideración para el que lo hizo
y le dio forma.
12 Ese día Dios, el Señor de los ejércitos,
los convocó al llanto y al lamento, a raparse el cabello y a vestirse de
cilicio;
13 pero ustedes prefirieron gozar y
divertirse, matar vacas y degollar ovejas, comer carne y beber vino. Y decían:
«Comamos y bebamos, que mañana moriremos.»
La escena es la de una ciudad próxima a ser
atacada. Ante la inminencia de la guerra el pueblo hizo una gran preparación,
todo lo que lógicamente haría una ciudad que va a ser sitiada, como cualquier
pueblo normalmente se prepararía… “pero sin la menor consideración para el que
lo hizo y le dio forma”, es decir, Dios mismo.
Aún más, viendo venir el desastre inminente
decidieron “disfrutar” de los últimos días que les quedaban de vida, pero sin
tener para nada en cuenta a Dios.
Aquí hay una mezcla de autosuficiencia con
resignación: autosuficiencia porque se esforzaron en prepararse humanamente,
resignación porque humanamente no podían hacer frente al ejército que se les
venía encima. Y en ningún momento tuvieron en cuenta a Dios, no consideraron
que el juicio venía de Él y que a su vez podía detenerlo.
Ahora bien, notemos que el Señor no los
critica por la preparación material de la ciudad sino por lo que pasó después:
“comamos y bebamos, que mañana moriremos”. Fiesta en vez de arrepentimiento.
Disolución en vez de justicia. Ellos no tuvieron en cuenta a Dios y podríamos
pensar que fue porque ya se “habían olvidado” de Él, pero esa tesis es bastante
difícil de defender en ese contexto, primero porque Dios estaba muy presente en
su historia y en la vida cotidiana, segundo porque el hombre de esa época era
mucho más abierto a lo espiritual que el contemporáneo y tercero porque no
faltaban los profetas que les hablaban continuamente en nombre del Señor.
Personalmente creo que el pensamiento principal de ellos era que “Dios se había
olvidado”, o peor aún, que los había “dejado librados a su suerte”, es decir,
“se retiró” de la escena debido al rechazo de Su pueblo y los dejó para que se
defendieran lo mejor que pudieran, con sus propias fuerzas.
Ese tipo de pensamiento funciona “bien”
mientras duran la misericordia y la paciencia divina, pero no cuando se acaba.
¡Qué dureza de corazón! Ni siquiera a las puertas mismas de un juicio terrible
estaban dispuestos a reconocer a Dios y arrepentirse. Literalmente, preferían
morir antes que doblegar su orgullo y reconocer su vida de error… ¿Y por casa
cómo andamos?
El mundo está a las puertas del peor juicio
que jamás haya conocido: fue claramente profetizado desde hace por lo menos dos
mil años; está siendo anunciado a diario a través de mensajeros, sueños y
visiones; se ven sus primeras manifestaciones por todos lados ¿y la iglesia
sigue llamando a la fiesta y la diversión? No hablemos de los que no conocen a
Dios, aunque quizás ellos estén más preocupados, hablemos de los que dicen
conocer al Señor.
¿Qué tenemos en las iglesias hoy? ¿Reuniones
de bendición, prosperidad y sanidad? ¿Hermosos encuentros con bonitas alabanzas
y mensajes positivos? En el fondo nada de eso está mal (siempre y cuando no se
enseñe el error, claro) pero ¿es el tiempo?
Creo que la iglesia se quedó en el mover del
Espíritu de hace unas décadas atrás. Ahora bien, quizás no sea mucho el tiempo
que pasó, pero los cambios que ha habido sí lo fueron. Creo que hubo un tiempo
en nuestro continente en que Dios necesitaba traer a luz Su misericordia y Su
poder de sanidad y bendición, y de hecho, ese tiempo “no pasó” ni pasará porque
Dios no cambia. Pero a medida que la apostasía y el pecado dentro del Pueblo de
Dios y de la sociedad toda creció exponencialmente, y los juicios de la
Tribulación se hicieron más cercanos, el énfasis me parece que debe cambiar.
Sí es cierto que mucha gente (cristianos
inclusive) deben conocer todavía el amor y el poder de Dios, pero es MUY
IMPERIOSO que TODOS conozcan Su justicia y se pongan a cuentas para escapar de
lo que vendrá, y que ya fue determinado y con cambiará.
No estoy diciendo que las reuniones de
“bendición y prosperidad” estén mal, pero ¿es el tiempo? ¿Es lo que Dios quiere
precisamente ahora? ¿No será más bien que el Señor hoy, al igual que en la
época de Isaías, quiere convocarnos al ayuno y al arrepentimiento, al llanto y
a la oración? Suena extraño a los oídos de los cristianos contemporáneos, pero
creo que es urgente y por demás de escaso.
Hermanos, podemos “disfrazar” el asunto de
muchas maneras “muy piadosas”; podemos organizar estudios bíblicos de las
profecías escatológicas, podemos hablar sobre la vida cristiana, la justicia
social y muchas cosas más que no están mal y que siguen teniendo su lugar,
¡pero no podemos olvidar el llamado “al llanto y al lamento”!
Sí hermanos, “llanto y lamento”, así como lo
dice Isaías. Llanto y lamento porque el juicio ya fue determinado, por todos
los que se perderán por su propio pecado, por la dureza del corazón de los
hijos de Dios. “Llanto y lamento” que desnudan la condición de nuestro propio
corazón, que nos reenfocan en lo urgente de este tiempo, que expresan lo
terrible del juicio por venir, que dan a conocer a un Dios que no es “Papá
Noel”, sino que sigue siendo Fuego Consumidor.
Los judíos de ese entonces no entendieron que
aún en medio del juicio hay misericordia, que aunque ya esté decretado Dios
puede disminuir la dureza y que muchos se pueden salvar (y no ser condenados al
infierno), por eso consideraron que “ya todo era inevitable”. Otra vez con el
pensamiento de “todo o nada”: o Dios detiene el juicio y nos salvamos todos o
Dios envía el castigo y estamos “todos fritos”. No entendieron que aún en medio
del juicio el Señor hace diferencia entre uno y otro, y por más que la mayoría
merezca el castigo y por eso se vuelva inevitable, no todos tienen que ser
arrastrado por él. Y como no lo entendieron, ¡todos fueron arrastrados!
Hermano, ¿cuáles son tus actividades de iglesia?
¿Qué programas están diseñando para los próximos meses? No estaría mal incluir
reuniones y vigilias de arrepentimiento y oración, de lamento por los terribles
pecados del mundo y de la iglesia, y de clamor por misericordia. El juicio no
será evitado, pero la mano de Dios sigue siendo poderosa para salvar a todos
los que claman sinceramente a Él.
Danilo Sorti
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