martes, 19 de septiembre de 2017

240. La división que causa Cristo

Lucas 12:49-53 RVC
49 »Yo he venido a lanzar fuego sobre la tierra. ¡Y cómo quisiera que ya estuviera en llamas!
50 Hay un bautismo que debo recibir, ¡y cómo me angustio esperando que se cumpla!
51 ¿Creen ustedes que he venido a la tierra para traer paz? Pues les digo que no, sino más bien división.
52 Porque de ahora en adelante una familia de cinco estará dividida en tres contra dos, y en dos contra tres.
53 El padre se enfrentará con el hijo, y el hijo con el padre. La madre estará en contra de la hija, y la hija en contra de la madre. La suegra estará en contra de su nuera, y la nuera en contra de su suegra.»


Hay un grupo de cristianos que enfatiza mucho sobre la unidad de la iglesia, sea como Cuerpo de Cristo o como congregación individual. Son aquellos que se levantan contra todo lo que suponen quiera dividirla. Normalmente enfatizan también en el amor y la misericordia, más que en otros atributos divinos.

Es cierto que Jesucristo habló sobre la unidad; un pasaje clave es:

Juan 17:20-23 RVC
20 »Pero no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,
21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
22 Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno.
23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo crea que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.

El llamado a la unidad es innegable. Ahora bien, ¿la unidad a cualquier precio? ¿Y la unidad de quiénes?

La sabiduría de Dios es a la vez sencilla y profunda, pero nunca “simplista”. La Palabra de Dios tiene más de 30.000 versículos, y ninguno está de más; ese solo hecho debería bastar para abstenernos de hacer “recortes convenientes” a la doctrina bíblica. Enfatizar la unidad por encima de otras doctrinas fundamentales es un error, del mismo tipo que enfatizar la santidad o las bendiciones, o la justicia, o el amor, o cualquier otro aspecto de las Escritura aislado del resto.

En realidad, estas “exageraciones doctrinales” son herejías, porque esconden grandes errores. Cuando Jesús ora por la unidad de Sus seguidores, claramente se está refiriendo a SUS SEGUIDORES, y no a aquellos que lo siguen a medias o aparentan seguirlo. De hecho, esa oración de unidad ocurre dentro del círculo íntimo de los doce menos uno (el traidor), aquellos de quienes pudo decir minutos antes:

Lucas 22:28-29 RVC
28 »Pero son ustedes los que han permanecido conmigo en mis pruebas.
29 Por tanto, yo les asigno un reino, así como mi Padre me lo asignó a mí,

Ese reino está destinado a todos los discípulos fieles, de los cuales los doce (menos uno) primeros fueron las “primicias” y modelo de los que vendríamos después. ¡Esos deben permanecer unidos!

Pero esos no son todos. Hablando probablemente a las multitudes, dejó en claro que Sus palabras eran causa de división, una división tan radical que atravesaría no solo sociedades y países, sino familias, y hay que recordar que en esos tiempos, en esa sociedad (tal como sigue siendo en muchas hoy día) la familia estaba mucho más unida que en nuestras modernas sociedades occidentales. Muchos de nosotros no podemos entender toda la profundidad de lo que Jesús está diciendo.

Antes de orar por unidad, Jesús anunció que traería una profunda división. ¿Qué pasó, cambió de idea con el tiempo? No, simplemente, estaba hablando de cosas distintas.

Romanos 9:33 RVC
33 como está escrito: «Yo pongo en Sión una piedra de tropiezo y una roca de caída; pero el que crea en él, no será avergonzado.»

Tropezar con una piedra era muy común en aquellas calles polvorientas y pedregosas (y lo sigue siendo aún en nuestras calles modernas y asfaltadas…), por lo que la imagen era muy fácil de entender. Jesús, la piedra de tropiezo, era también causa de profunda división entre aquellos que creyeran y los que no.

Bueno, eso que pasaría en la sociedad, ¿qué tiene que ver con los que se llaman hijos de Dios, los cuales se suponen que deben estar unidos?

Mateo 7:21-23 RVC
21 »No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
22 En aquel día, muchos me dirán: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?”
23 Pero yo les diré claramente: “Nunca los conocí. ¡Apártense de mí, obreros de la maldad!”

No todos los que dicen ser lo son de verdad, y el Señor NUNCA ORÓ para que los que aparentan estén unidos a los genuinos, más bien:

1 Corintios 5:12,13 DHH
12-13 No me toca a mí juzgar a los de fuera; Dios será quien los juzgue. Pero ustedes ya están juzgando a los de dentro. Por eso, quiten a ese pecador de en medio de ustedes.

Algunos de los que con insistencia se esfuerzan en mantener la unidad “a toda costa” en realidad son herramientas de Satanás para incluir dentro de la iglesia hipócritas y demonios disfrazados. Si la Palabra misma dice que “sin saberlo, algunos hospedaron ángeles”, ¿no pueden hacer lo mismo los demonios? Claro que sí, ¡y lo hacen!

Uno de los atractivos de ese discurso es lo “sacrificial” que conlleva; incluir en la comunión implica entender y soportar al que es diferente, ¡y eso suena muy piadoso! El único “pequeño” problema con eso es si el “diferente” tiene o no el mismo Espíritu que nosotros, es decir, si las diferencias son de forma pero no de sustancia. Ahora bien, cuando el llamado a la unidad aprieta ese botón sensible en muchos, empieza a correr el “programa mental de piedad y sacrificio” que en el fondo se conecta con el programa oculto más profundo, y satánico, de hacer buenas obras para alcanzar favores espirituales o incluso la salvación; programa cimentado en la CULPA por rechazar al que es “diferente”, el TEMOR al castigo de Dios por no haber recibido Su gracia y misericordia, y la VERGÜENZA de ser expuesto como “discriminador”, quizás el “peor pecado” de la sociedad secular actual.

¿Cuál es el “límite” de la unidad que debemos tener? Como siempre, es algo que el mismo Espíritu se encargará de marcar a cada uno. Hasta donde yo sé, podría afirmar que el límite está (al menos en parte) en donde esa unidad no interfiera ni con mi vida espiritual y crecimiento en el Señor, ni con los propósitos específicos de Dios conmigo y con los otros (y Dios tiene propósitos aún con Sus enemigos). Necesitamos la sabiduría del Santo.



Danilo Sorti




Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprima aquí para enviarnos tu ofrenda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario