Lucas 12:49-53 RVC
49 »Yo he venido a lanzar fuego sobre la
tierra. ¡Y cómo quisiera que ya estuviera en llamas!
50 Hay un bautismo que debo recibir, ¡y cómo
me angustio esperando que se cumpla!
51 ¿Creen ustedes que he venido a la tierra
para traer paz? Pues les digo que no, sino más bien división.
52 Porque de ahora en adelante una familia de
cinco estará dividida en tres contra dos, y en dos contra tres.
53 El padre se enfrentará con el hijo, y el
hijo con el padre. La madre estará en contra de la hija, y la hija en contra de
la madre. La suegra estará en contra de su nuera, y la nuera en contra de su
suegra.»
Hay un grupo de cristianos que enfatiza mucho
sobre la unidad de la iglesia, sea como Cuerpo de Cristo o como congregación
individual. Son aquellos que se levantan contra todo lo que suponen quiera
dividirla. Normalmente enfatizan también en el amor y la misericordia, más que
en otros atributos divinos.
Es cierto que Jesucristo habló sobre la
unidad; un pasaje clave es:
Juan 17:20-23 RVC
20 »Pero no ruego solamente por éstos, sino
también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,
21 para que todos sean uno; como tú, oh
Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el
mundo crea que tú me enviaste.
22 Yo les he dado la gloria que me diste,
para que sean uno, así como nosotros somos uno.
23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean
perfectos en unidad, para que el mundo crea que tú me enviaste, y que los has
amado a ellos como también a mí me has amado.
El llamado a la unidad es innegable. Ahora
bien, ¿la unidad a cualquier precio? ¿Y la unidad de quiénes?
La sabiduría de Dios es a la vez sencilla y
profunda, pero nunca “simplista”. La Palabra de Dios tiene más de 30.000
versículos, y ninguno está de más; ese solo hecho debería bastar para
abstenernos de hacer “recortes convenientes” a la doctrina bíblica. Enfatizar
la unidad por encima de otras doctrinas fundamentales es un error, del mismo
tipo que enfatizar la santidad o las bendiciones, o la justicia, o el amor, o
cualquier otro aspecto de las Escritura aislado del resto.
En realidad, estas “exageraciones doctrinales”
son herejías, porque esconden grandes errores. Cuando Jesús ora por la unidad
de Sus seguidores, claramente se está refiriendo a SUS SEGUIDORES, y no a
aquellos que lo siguen a medias o aparentan seguirlo. De hecho, esa oración de
unidad ocurre dentro del círculo íntimo de los doce menos uno (el traidor),
aquellos de quienes pudo decir minutos antes:
Lucas 22:28-29 RVC
28 »Pero son ustedes los que han permanecido
conmigo en mis pruebas.
29 Por tanto, yo les asigno un reino, así
como mi Padre me lo asignó a mí,
Ese reino está destinado a todos los
discípulos fieles, de los cuales los doce (menos uno) primeros fueron las
“primicias” y modelo de los que vendríamos después. ¡Esos deben permanecer
unidos!
Pero esos no son todos. Hablando probablemente
a las multitudes, dejó en claro que Sus palabras eran causa de división, una
división tan radical que atravesaría no solo sociedades y países, sino
familias, y hay que recordar que en esos tiempos, en esa sociedad (tal como
sigue siendo en muchas hoy día) la familia estaba mucho más unida que en
nuestras modernas sociedades occidentales. Muchos de nosotros no podemos
entender toda la profundidad de lo que Jesús está diciendo.
Antes
de orar por unidad, Jesús anunció que traería una profunda división. ¿Qué pasó,
cambió de idea con el tiempo? No, simplemente, estaba hablando de cosas
distintas.
Romanos
9:33 RVC
33
como está escrito: «Yo pongo en Sión una piedra de tropiezo y una roca de
caída; pero el que crea en él, no será avergonzado.»
Tropezar
con una piedra era muy común en aquellas calles polvorientas y pedregosas (y lo
sigue siendo aún en nuestras calles modernas y asfaltadas…), por lo que la
imagen era muy fácil de entender. Jesús, la piedra de tropiezo, era también
causa de profunda división entre aquellos que creyeran y los que no.
Bueno,
eso que pasaría en la sociedad, ¿qué tiene que ver con los que se llaman hijos
de Dios, los cuales se suponen que deben estar unidos?
Mateo
7:21-23 RVC
21
»No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos,
sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
22 En
aquel día, muchos me dirán: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en
tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?”
23
Pero yo les diré claramente: “Nunca los conocí. ¡Apártense de mí, obreros de la
maldad!”
No
todos los que dicen ser lo son de verdad, y el Señor NUNCA ORÓ para que los que
aparentan estén unidos a los genuinos, más bien:
1
Corintios 5:12,13 DHH
12-13
No me toca a mí juzgar a los de fuera; Dios será quien los juzgue. Pero ustedes
ya están juzgando a los de dentro. Por eso, quiten a ese pecador de en medio de
ustedes.
Algunos
de los que con insistencia se esfuerzan en mantener la unidad “a toda costa” en
realidad son herramientas de Satanás para incluir dentro de la iglesia
hipócritas y demonios disfrazados. Si la Palabra misma dice que “sin saberlo,
algunos hospedaron ángeles”, ¿no pueden hacer lo mismo los demonios? Claro que
sí, ¡y lo hacen!
Uno
de los atractivos de ese discurso es lo “sacrificial” que conlleva; incluir en
la comunión implica entender y soportar al que es diferente, ¡y eso suena muy
piadoso! El único “pequeño” problema con eso es si el “diferente” tiene o no el
mismo Espíritu que nosotros, es decir, si las diferencias son de forma pero no
de sustancia. Ahora bien, cuando el llamado a la unidad aprieta ese botón
sensible en muchos, empieza a correr el “programa mental de piedad y
sacrificio” que en el fondo se conecta con el programa oculto más profundo, y
satánico, de hacer buenas obras para alcanzar favores espirituales o incluso la
salvación; programa cimentado en la CULPA por rechazar al que es “diferente”,
el TEMOR al castigo de Dios por no haber recibido Su gracia y misericordia, y
la VERGÜENZA de ser expuesto como “discriminador”, quizás el “peor pecado” de
la sociedad secular actual.
¿Cuál
es el “límite” de la unidad que debemos tener? Como siempre, es algo que el
mismo Espíritu se encargará de marcar a cada uno. Hasta donde yo sé, podría
afirmar que el límite está (al menos en parte) en donde esa unidad no
interfiera ni con mi vida espiritual y crecimiento en el Señor, ni con los
propósitos específicos de Dios conmigo y con los otros (y Dios tiene propósitos
aún con Sus enemigos). Necesitamos la sabiduría del Santo.
Danilo
Sorti
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