Romanos 1:16 RVC
16 No me avergüenzo del evangelio, porque es
poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree: en primer lugar, para
los judíos, y también para los que no lo son.
1 Corintios 1:18-25 RVC
18 El mensaje de la cruz es ciertamente una
locura para los que se pierden, pero para los que se salvan, es decir, para
nosotros, es poder de Dios.
19 Pues está escrito: «Destruiré la sabiduría
de los sabios, y desecharé la inteligencia de los inteligentes.»
20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el
escriba? ¿Dónde está el que escudriña estos tiempos? ¿Acaso no ha hecho Dios
enloquecer a la sabiduría de este mundo?
21 Porque Dios no permitió que el mundo lo
conociera mediante la sabiduría, sino que dispuso salvar a los creyentes por la
locura de la predicación.
22 Los judíos piden señales, y los griegos
van tras la sabiduría,
23 pero nosotros predicamos a Cristo
crucificado, que para los judíos es ciertamente un tropezadero, y para los no
judíos una locura,
24 pero para los llamados, tanto judíos como
griegos, Cristo es poder de Dios, y sabiduría de Dios.
25 Porque lo insensato de Dios es más sabio
que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
2 Timoteo 1:7 RVC
7 Porque no nos ha dado Dios un espíritu de
cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Las herramientas psicológicas comenzaron a
popularizarse dentro de la Iglesia hace algunas décadas y hemos recibido unas
cuantas cosas buenas de allí. En esencia, aparecieron como “respuesta” a un
evangelio que se había quedado en fórmulas demasiado simplistas, del tipo “vení
a Cristo y se te solucionan todos los problemas”.
Ahora bien, no deberíamos ser demasiado
críticos con ese momento de la historia si tenemos en cuenta que vino de la
mano del despertar evangelístico en muchas de nuestras naciones, y que ocurrió
en un pueblo sencillo, generalmente con muy poca educación y preparación
teológica. ¡Lo que el Espíritu Santo hizo en ese momento fue maravilloso! Y
sigue siendo asombroso el poder que tiene el Señor para tomar “lo que no es” y
deshacer “lo que es”.
Mateo 21:31 RVC
31 ¿Cuál de los dos hijos hizo la voluntad de
su padre?» Ellos respondieron: «El primero». Entonces Jesús les dijo: «De
cierto les digo, que los cobradores de impuestos y las rameras les llevan la
delantera hacia el reino de Dios.
No pretendo exaltar a la gente sencilla,
porque son pecadores igual que todos y necesitan al mismo Cristo que todos,
pero deberíamos tener mucho cuidado en criticar la forma de Evangelio que se
expresa entre ellos.
Ahora bien, lo cierto es que a medida que
pasa el tiempo, se espera que el conocimiento y la medida de revelación
crezcan, y en este sentido, las herramientas psicológicas que empezaron a aparecer
en la Iglesia hace algunas décadas trajeron una innegable ayuda en el hecho de
conocer el alma humana, terreno que en la “mejor tradición evangélica” era
prácticamente negado y “concluido” en la fórmula: “el alma tiene que morir”.
Dios creó tanto a nuestro espíritu, como a
nuestro cuerpo como a nuestra alma, y no se supone que haya que “eliminar” una
parte de la creación divina, sino regenerar por el poder el Espíritu Santo. Lo
que tiene que morir es nuestra naturaleza pecadora, que está fuertemente arraigada
en el alma, pero no el alma en sí.
Pero junto con esta apertura, que yo creo fue
propósito del Señor, Satanás aprovechó la ocasión y Sus ministros, disfrazados
de siervos de Cristo, exageraron el rol de la psicología de tal forma que el
poder transformador del Evangelio fuera reemplazado con herramientas
psicológicas, mentales, humanas. Al avanzar el siglo XXI y traer una renovada
sed por lo espiritual (sin Dios, claro), la estrategia de Satanás fue
cambiando, pero aún permanece una fuerte impronta psicologista en diversos
lugares.
¿Cuál fue la estrategia satánica en su momento?
Aprovechar un mover del Espíritu en sus inicios, cuando todavía no había
suficiente claridad y el Señor mismo respaldaba ministerios que recién
comenzaban (y que por lo tanto, tenían algunos errores importantes) para
introducir el error junto con la verdad. Como dice el refrán: “a río revuelto,
ganancia de pescadores”. Una vez establecido el error, pudo multiplicarse y
afianzarse fácilmente a través de libros y seminarios.
Como dije antes, no creo que el conocimiento
y las herramientas psicológicas sean en sí mismas malas, siempre y cuando sean
correctas porque no todo pensamiento psicológico lo es, pero el verdadero
problema no está en las herramientas que utilicemos, sean psicológicas o de
otro tipo, sino en pretender reemplazar el poder de Dios. Podríamos hablar de
la música o del orden del culto o de la danza o de la habilidad para predicar,
o de lo que fuera que pudiera utilizarse para suplantar el poder y la presencia
de Dios.
Las herramientas psicológicas pueden
ayudarnos a descubrir el alma humana, y eso es importante, pero, ¿qué poder nos
dan para cambiar? No voy a negar que la voluntad humana tiene poder, mucho o
poco, según los casos, y que se pueden lograr cosas, y se logran, gracias a
ella. Dios nos la dio. El asunto es ¿hasta dónde? Y, finalmente, ¿logramos
establecer los diseños divinos con nuestra “buena voluntad humana”?
El poder de nuestra voluntad es limitado, en
algunos es más fuerte, en la mayoría no. Pero aunque podamos lograr cosas a
través de ella, como por ejemplo “cambiar” pensamientos y actitudes, ¿es el
cambio exactamente conforme al modelo divino? Ya Pablo dejó en claro que la
sabiduría divina es “locura” para este mundo, y el proceso de despojarnos de
los criterios de sabiduría del mundo y tomar los criterios divinos, y
aplicarlos en la vida diaria, nos lleva toda la vida… y sigue. Si aplicamos
nuestra “buena voluntad” guiada por nuestros “buenos criterios” a un cambio que
es en sí correcto, más que seguro que llegaremos a un resultado incorrecto. Eso
es lo que produce la “buena intención humana” que es lo que rodea la
psicología.
¿Cuál es el límite? ¿Cómo reconocer cuando se
está cruzando la línea que divide a la herramienta auxiliar de la usurpación de
poder? No es fácil decirlo, hay predicadores que tienen una base más profunda
de conocimiento psicológico y hablan más de ello, el asunto, creo, no es
“cuántos” términos psicológicos haya en la predicación sino las soluciones que
se ofrezcan. Personalmente no me importa demasiado escuchar en un mensaje un
profundo análisis psicológico, pero sí me preocupa quedarme al final del mismo
solamente con soluciones psicológicas. Si el corolario del mensaje, la llamada
a la acción o el cambio, está basada única o principalmente en herramientas o
acciones de la buena voluntad, de autoconvencimiento, psicológicas, entonces
tenemos un serio problema.
Tampoco me convencen mucho los mensajes que
únicamente están basados en análisis psicológicos; si el predicar sólo es capaz
de ver esa dimensión, difícilmente podrá dar una aplicación espiritual, y menos
aún podrá brindarnos herramientas de conocimiento del mundo espiritual.
¿Está mal la psicología cristiana? ¿Está mal
utilizar herramientas psicológicas? Diría que no, pero en esencia, no es esa la
pregunta principal que deberíamos formularnos, sino más bien ¿se está
reemplazando el poder y la Palabra de Dios por “otra cosa”? O ¿esa “otra cosa”
es una herramienta al servicio del Espíritu Santo?
¡Señor, ayudanos a formularnos las preguntas
correctas!
Danilo Sorti
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