Mateo 18:15-17 RVC
15 »Por tanto, si tu hermano peca contra ti,
ve y repréndelo cuando él y tú estén solos. Si te hace caso, habrás ganado a tu
hermano.
16 Pero si no te hace caso, haz que te
acompañen uno o dos más, para que todo lo que se diga conste en labios de dos o
tres testigos.
17 Si tampoco a ellos les hace caso, hazlo
saber a la iglesia; y si tampoco a la iglesia le hace caso, ténganlo entonces
por gentil y cobrador de impuestos.
¡Qué difícil se nos ha vuelto cumplir este
mandato hoy día! No parece demasiado terrible desobedecerlo, y hasta se
aconseja “pasar por alto la ofensa”, especialmente cuando el ofensor entrega
abundantes diezmos a la congregación o es miembro de la camarilla pastoral…
¿Debemos obedecer este mandato? Veamos los
pasajes que están inmediatamente antes y después:
Mateo 18:12-14 RVC
12 ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien
ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las otras noventa y nueve y va por
los montes a buscar la que se ha perdido?
13 Si llega a encontrarla, de cierto les digo
que se regocijará más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se
perdieron.
14 Del mismo modo, el Padre de ustedes, que
está en los cielos, no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños.
Mateo 18:18-20 RVC
18 De cierto les digo que todo lo que aten en
la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desaten en la tierra, será
desatado en el cielo.
19 Una vez más les digo, que si en este mundo
dos de ustedes se ponen de acuerdo en lo que piden, mi Padre, que está en los
cielos, se lo concederá.
20 Porque donde dos o tres se reúnen en mi
nombre, allí estoy yo, en medio de ellos.»
En los versículos anteriores Jesús está
hablando de la salvación, e intentar traer nuevamente al camino al que se había
perdido puede ser crucial para su salvación eterna. Tengamos en cuenta que, si
bien todos pecados, cuando un hermano se transforma en un ofensor grave, es
porque hay algo bastante malo dentro suyo: o se ha desviado del camino o está
muy pronto a hacerlo. Pero él no lo piensa así, está convencido de lo que hace,
por lo que un llamado de atención de un hermano puede ser la señal que lo haga volver,
o al menos, una de ellas.
En los versículos posteriores Jesús está
hablando del poder divino, inmediatamente después de hablar de la expulsión del
ofensor reincidente. Realmente Dios toma en cuenta nuestras decisiones como
cuerpo hechas en Sus propósitos.
En general este proceso les cuesta mucho a
los pastores, puede ser por razones incorrectas, como las que mencioné más
arriba, o puede ser por razones en apariencia “más santas”, como el hecho de no
querer que el hermano se pierda, pero a la larga lo que provoca esto es que se
pierda buena parte de la congregación:
1 Corintios 5:6 RVC
6 No está bien que ustedes se jacten. ¿No
saben que un poco de levadura hace fermentar toda la masa?
¡Las almas no sos nuestras! Ni para estar en
la comunión ni para salir de ella.
¿Debemos aplicar este pasaje siempre
exactamente como leemos? No lo creo. Una doctrina no puede establecerse con un
solo pasaje, ni siquiera con varios pasajes similares del mismo autor o la
misma sección de la Biblia. Y en la Palabra de Dios hay mucho escrito respecto
de la disciplina en la iglesia. Por lo pronto, este pasaje está en el contexto
de una fuerte hermandad y responsabilidad comunitaria. Pero no deberíamos
pasarlo por alto fácilmente.
Hay situaciones que no son tan fáciles de
solucionar en comunidades poco estructuradas (como el 95 % de las iglesias
actuales…); creo que Pablo está dando una directiva para esas circunstancias
cuando dice:
2 Corintios 13:1 RVC
1 Ésta será la tercera vez que los visite.
Todo asunto se resolverá por el testimonio de dos o tres testigos.
Y aquí vemos la importancia de un ministerio
apostólico (genuino, claro, ¡no apostolóbico!); su autoridad (ganada a través
de una vida en santidad) puede traer orden cuando la congregación es
particularmente revoltosa.
¿Es siempre posible hablar con mi hermano
ofensor? Debería serlo, pero no puedo evitar recordar lo que dice Proverbios:
Proverbios 17:10 DHH
10 Cala más un regaño en el entendido
que cien azotes en el necio.
Esto es, ¡difícilmente el necio acepte o
siquiera entienda la corrección! El problema es ¿qué hace el tal necio dentro
de la comunión de los santos? No debe estar allí, no al menos mientras quiera
seguir en su necedad.
Así que, no debemos olvidarnos de las
palabras de Jesús, en este tiempo en donde desde los púlpitos se dice de manera
directa o indirecta que “está todo bien”, cuando a los pecadores, a las parejas
de homosexuales y demás impíos se los deja seguir en la congregación “porque
Dios los va a tocar en algún momento”… y porque dan ofrendas interesantes. Pero
debemos ser sabios en aplicarlas.
Y ya que hablamos de sabiduría, ¿por qué no
leemos todo lo anterior también “al revés”? Es decir, ¿y si un hermano viene a
reconvenirme a mí? Me estoy refiriendo a una exhortación verdadera, cuando yo
fui el que hizo algo malo, o algo que ofendió a otro, aunque no sea malo en sí
mismo o no me parezca tal. ¿Podré aceptarlo o, al menos, quedarme callado en
espera a que Dios me muestre lo que ocurrió? ¿O terminaré haciendo lo que es
tan común en la Web: insultar de arriba abajo al otro? ¡Señor, danos un corazón
humilde!
Danilo Sorti
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