Salmos 107:10-14 RVC
10 Algunos vivían en profunda oscuridad,
prisioneros de la aflicción y las cadenas,
11 pues fueron rebeldes a los mandatos de
Dios y despreciaron los proyectos del Altísimo.
12 Dios quebrantó su orgullo con trabajos
pesados; caían, y no había quien los levantara.
13 Pero en su angustia clamaron al Señor, y
él los salvó de toda su aflicción;
14 los sacó de la profunda oscuridad, y puso
fin a su aflicción y sus cadenas.
Salmos 107:17-20 RVC
17 Obstinados en su conducta rebelde, y
afligidos por causa de sus maldades,
18 llegaron a aborrecer toda clase de
alimento; ¡ya tocaban a las puertas de la muerte!
19 Pero en su angustia clamaron al Señor, Y
él los libró de su aflicción.
20 Con el poder de su palabra los sanó, y los
libró de caer en el sepulcro.
Uno de los problemas teológico políticos que
tenemos en el presente es el apoyo de muchos cristianos hacia determinadas
propuestas políticas que, al menos en las palabras y con ciertos hechos,
favorecen a los pobres a la par que permiten la entrada al país de una tremenda
cantidad de espíritus inmundos de inmoralidad sexual, humanismo, corrupción e
idolatría. El latiguillo que se suele usar en el ámbito cristiano es algo como:
Santiago 2:5-6 RVC
5 Amados hermanos míos, escuchen esto: ¿Acaso
no ha escogido Dios a los pobres de este mundo para que sean ricos en fe y
herederos del reino que él ha prometido a los que lo aman?
6 ¡Pero ustedes han despreciado a los pobres!
¿Acaso no son los ricos quienes los explotan a ustedes, y quienes los llevan
ante los tribunales?
Nadie puede negar que la ayuda al necesitado,
y especialmente al que está en extrema pobreza, es algo muy cercano al corazón
de Dios. Desde un punto de vista bíblico, una propuesta sólida y real de
superación de la pobreza es algo que no puede faltar en absolutamente ninguna
plataforma política. Creo que en eso no hay discusión posible.
Ahora bien, ¿qué pasa realmente con
determinadas líneas políticas que hacen de la ayuda al pobre su principal
bandera? ¿Es eso real? ¿Es sostenible? Y más importante, ¿es bíblicamente
correcto?
Para analizar el tema en profundidad debemos
reconocer algo bastante desagradable y políticamente inconveniente: el pobre no
es bueno por ser pobre. Por supuesto, el rico tampoco, pero en lo que respecta
al pobre no podemos idealizarlo: es un ser humano, como todos, el Señor nos
manda a tener especial cuidado con él, pero “el pobre” es capaz tanto de la
mayor abnegación y esfuerzo como de la mayor vileza y pereza; y lo sé por
experiencia. Sencillamente, ¡son personas, con todas sus diferencias
individuales!
De ahí que “exaltar al pobre” o, como dicen
las propuestas políticas mencionadas, “al pueblo”, eufemismo para no decir
“pobre” termina siendo tan incorrecto como pretender exaltar a la clase media o
a la clase alta; aunque el Señor tiene para estos últimos especiales palabras
de exhortación y advertencia.
¿Cómo es la ayuda al pobre que nos presenta
la Biblia, y cómo debería ser una propuesta política acorde? Por lo pronto
digamos que en ninguna parte leemos algo al estilo de “Robin Hood”, es decir,
nada en la Biblia nos dice que haya que “exprimir” a los otros sectores
sociales para darle a los pobres, tal como resulta, en los hechos, las acciones
precisamente de estas líneas políticas.
¿Esto es un discurso “derechoso”? No, para
nada. La Biblia es muy clara:
Levítico 25:35-37 RVC
35 »Si tu hermano empobrece y busca tu ayuda,
tú lo ampararás; vivirá contigo como si fuera un forastero y extranjero.
36 Si le prestas dinero, no le pedirás que te
pague intereses o ganancias; al contrario, tendrás temor de tu Dios, y tu
hermano vivirá contigo.
37 No le prestarás dinero ni víveres a la
manera de los usureros.
Levítico 25:39-43 RVC
39 »Si tu hermano empobrece, y estando
contigo te pide comprarlo, no lo tratarás como a un esclavo.
40 Vivirá contigo como criado y como
extranjero, y te servirá hasta el año del jubileo.
41 Ese año saldrá libre de tu casa, junto con
sus hijos, para volver a su familia y reintegrarse a la propiedad de sus
padres.
42 Y es que ellos son mis siervos. Yo los
saqué de la tierra de Egipto, así que no serán vendidos como esclavos.
43 No lo tratarás con crueldad, sino que
tendrás temor de tu Dios.
Levítico 25:23-28 RVC
23 »La tierra no podrá venderse a
perpetuidad, porque la tierra es mía. Ustedes son, para mí, forasteros y
extranjeros.
24 Por lo tanto, en toda la tierra que
ustedes posean, deberán conceder el derecho a rescatarla.
25 »Si tu hermano empobrece, y vende alguna
posesión suya, su pariente más cercano podrá acudir al rescate de lo que su
hermano haya vendido.
26 »Si el que vendió no tiene quien pague el
rescate, pero consigue lo suficiente para pagarlo,
27 contará los años transcurridos desde la
venta y pagará la diferencia al comprador, y la propiedad volverá a sus manos.
28 Pero si no consigue lo suficiente para
recuperar la propiedad, ésta se quedará hasta el año del jubileo en poder del
que la compró, y en el año del jubileo podrá volver a su posesión.
Hechos 4:34-35 RVC
34 Y no había entre ellos ningún necesitado,
porque todos los que poseían terrenos o casas, los vendían, y el dinero de lo
vendido lo llevaban
35 y lo ponían en manos de los apóstoles, y
éste era repartido según las necesidades de cada uno.
Ahora bien, notemos algo muy interesante
aquí: por un lado Dios deja BIEN EN CLARO que las leyes que regían el trato
hacia los necesitados no debían ser similares al resto, estaban diseñadas para
que el pobre pudiera superar la pobreza… trabajando. No podían acapararse los
recursos productivos, no podían cobrarse intereses usurarios ni mucho menos, no
podía ser sometido a ningún trato desfavorable. Es decir, ¡nada que ver con el
llamado “modelo neoliberal”! Pero también nada que ver con el modelo de clientelismo
perpetuo, tan conveniente a los poderes políticos que ha terminado por
adoptarlo todo el espectro de partidos.
El problema que tenemos cuando leemos los
muchos pasajes bíblicos en los que se habla de la ayuda al pobre es que no nos
ubicamos en el valor del trabajo y la conciencia de dignidad personal que
recorre esos contextos culturales y nos acomodamos a una conciencia de
“dependencia perpetua” que existe en buena parte de nuestras sociedades hoy. No
quiero ser injusto en lo que digo, sé que las casusas son complejas y no
deberíamos “echarle la culpa a los pobres” tan fácilmente.
2 Tesalonicenses 3:10 RVC
10 Cuando estábamos con ustedes, también les
ordenamos esto: «Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma.»
La propuesta política más adecuada (y todas
distan muchísimo de la perfección…) debe necesariamente incluir la superación
de la pobreza, pero de una manera razonable y a través del trabajo y las
oportunidades, claro, para aquellos que puedan realizarlo; hay gente que ya no
puede y es una bendición sostenerlos.
Y dicho sea de paso, el concepto de “pobreza”
es bastante relativo y complejo de definir, aunque todos intuitivamente tenemos
una idea. En lo personal, durante unos cuantos años de mi vida estuve por
debajo de la línea de pobreza (económica), nunca en pobreza extrema por la
misericordia de Dios, y bastante mejor que mucha gente en el mundo, pero por
cierto bastante más abajo que la “línea media” de mi país, por eso me atrevo a
hablar con franqueza de un “tema políticamente tabú”, pero que, precisamente
por permanecer escondido, es campo fructífero para que Satanás mantenga
propuestas políticas que parecen desarrollistas pero son increíblemente
pecadoras.
Claro, el tema es muchísimo más amplio de lo
que se puede hablar en un artículo, pero puede servir para que el Señor empiece
a traer claridad al respecto.
Danilo Sorti
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