domingo, 3 de septiembre de 2017

225. No sea que habiendo sido yo heraldo…

1 Corintios 9:27 RV1995
27 sino que golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.

1 Corintios 9:27 DHH
27 Al contrario, castigo mi cuerpo y lo obligo a obedecerme, para no quedar yo mismo descalificado después de haber enseñado a otros.


Una pregunta frecuente es si es posible “caer de la gracia”. No voy a hablar aquí de “perder la salvación”, que ha sido un tema malinterpretado que originó excesos tanto “a derecha” como “a izquierda”. Concentrémonos en la función de mensajero del Señor; ¿es posible, luego de haber llevado la antorcha durante mucho tiempo, incluso haber sido conocido mundialmente por el poder de Dios manifestado a través nuestro, caer de esa posición? Sí, es posible. El mismo Pablo, el mejor ejemplo de ministerio que tenemos en todas las páginas del Nuevo Testamento después de Jesucristo nos lo advierte.

Hermanos, estas palabras del apóstol no son simbólicas, nada en el contexto nos hace suponer que estuviera haciendo una “exageración literaria”. Son bien reales y fue un peligro constante durante todo su ministerio. No ocurrió, por supuesto, pero podía haber pasado.

Ante esa perspectiva, Pablo no se descuidaba a sí mismo, ni dejaba que la autocomplacencia lo dominara, sino que mantenía la autodisciplina y el control sobre sí mismo. Era posible desviarse, por más que hubiera recibido revelaciones tan maravillosas, aunque hubiera visto señales y prodigios asombrosos, a pesar de que hubiera enseñado doctrinas celestiales. Sí, a pesar de todo eso, era posible desviarse.

Y lo sigue siendo. No importa la grandeza de la manifestación divina que uno haya recibido, con todo, podemos apartarnos del Señor. Y de hecho es una realidad cotidiana. Lo podemos ver en algunos hermanos que un día corrieron con fidelidad y que incluso manifestaron dones maravillosos. Y también lo podemos ver en algunos “famosos”, líderes que el Señor usó para traer bendición sobre naciones. De hecho, la motivación para este artículo vino luego de leer la historia de un profeta cuyos escritos me han bendecido mucho y que considero vienen directamente del Espíritu. Sin embargo, ciertas decisiones que tomó hace unos años me resultan difíciles de conciliar con el Evangelio. Bien, no me toca a mí juzgar ni condenar, pero sí entender.

¿Será posible que esa persona, ese líder que tanto nos bendijo y a quién considerábamos como un mensajero muy cercano al corazón del Padre, se haya apartado? ¿Esos cambios que está teniendo en este momento son una señal de su apostasía incipiente? Bueno, por supuesto que habría que analizar cada caso individualmente, pero puede ser.

Puede ser que el Señor le esté dando una nueva luz asombrosa sobre cosas que no sabíamos. Pero también puede ser que se esté desviando sutilmente. En todo caso, deberemos analizarlo a la luz del Espíritu. Pero escribo estas palabras para que no caigamos presa de la confusión ni del desánimo. Pablo sabía perfectamente que corría ese peligro, y no estamos en tiempos mejore que esos.

Algunos cristianos ni se atreven a considerar la posibilidad que el pastor Mengano o el profeta Fulano se aparten de la verdad, sin embargo la Biblia nos advierte que debemos mantenernos siempre vigilantes y en oración. SÍ ES POSIBLE que se aparten, y como dije antes, es necesario discernirlo, pero si en nuestra mente ni siquiera cabe la posibilidad de que eso acontezca, ¿cómo escucharemos la voz de Dios hablándonos?

Siempre es algo muy triste. Es una enorme victoria para el reino de las tinieblas. ¿Y cuál es la tentación que provoca la caída? Pueden ser muchas, normalmente el orgullo, la autosuficiencia, la autocomplacencia, el pensar que “de todas formas Dios se va a manifestar”.

Buscando la palabra “heraldo” en la Biblia encontré un pasaje interesante:

Jeremías 49:14 DHH
14 Me ha llegado una noticia de parte del Señor;
un heraldo proclama entre las naciones:
“¡Reúnanse y marchen contra Edom!
¡Prepárense para la batalla!

Digo “interesante” porque habla de algo relacionado con lo que venimos diciendo, especialmente en el tiempo de hoy. La función del heraldo aquí era convocar a la guerra. Y la función de los heraldos hoy es lo mismo; convocar a la guerra, pero no con armas carnales, sino con las armas espirituales. Una guerra que se está librando en todos los frentes imaginables, que está en un crescendo espantoso y de la cual no podemos ni debemos moralmente desentendernos.

Edom representaba proféticamente al imperio (en realidad, el Imperio Romano que aparecería siglos después) y la guerra actual es de la misma manera contra el imperio del mal, la semilla del reino del Anticristo que pronto se revelará. Aquello que era antes “un reino” de oscuridad hoy es ya un gran imperio.

Sin embargo, aquellos ministros y cristianos que caen de su posición de heraldos dejan de llamar a la guerra contra las tinieblas para terminar “negociando” con ellas, son los que cambian su mensaje por palabras lindas que no cambian a la gente ni denuncian el pecado; son los que proclaman el evangelio de la prosperidad o incluso el evangelio de la “buena vida cristiana”, los que ocultan el anuncio de los juicios que vendrán, los que se manejan políticamente para dejar a todos contentos. No llaman a la guerra, no equipan a los soldados, no dicen la verdad, solo bonitas palabras para mantener entretenido a un pueblo que así lo quiere.

¿Has visto cae a un gran líder, un referente cristiano? Ora por él, pero no te escandalices, simplemente cuida que no te pase a ti.

Y algo más. Si el Señor permite que caigan los “grandes líderes” es porque ¿quién los llamó a ser “grandes”, a centrar la atención sobre ellos mismos? Cuidémonos de eso, para no ser expuestos al lugar desde donde es muy fácil caer.



Danilo Sorti




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