1 Corintios 9:27 RV1995
27 sino que golpeo mi cuerpo y lo pongo en
servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser
eliminado.
1 Corintios 9:27 DHH
27 Al contrario, castigo mi cuerpo y lo
obligo a obedecerme, para no quedar yo mismo descalificado después de haber
enseñado a otros.
Una pregunta frecuente es si es posible “caer
de la gracia”. No voy a hablar aquí de “perder la salvación”, que ha sido un
tema malinterpretado que originó excesos tanto “a derecha” como “a izquierda”.
Concentrémonos en la función de mensajero del Señor; ¿es posible, luego de
haber llevado la antorcha durante mucho tiempo, incluso haber sido conocido
mundialmente por el poder de Dios manifestado a través nuestro, caer de esa
posición? Sí, es posible. El mismo Pablo, el mejor ejemplo de ministerio que
tenemos en todas las páginas del Nuevo Testamento después de Jesucristo nos lo
advierte.
Hermanos, estas palabras del apóstol no son
simbólicas, nada en el contexto nos hace suponer que estuviera haciendo una
“exageración literaria”. Son bien reales y fue un peligro constante durante
todo su ministerio. No ocurrió, por supuesto, pero podía haber pasado.
Ante esa perspectiva, Pablo no se descuidaba
a sí mismo, ni dejaba que la autocomplacencia lo dominara, sino que mantenía la
autodisciplina y el control sobre sí mismo. Era posible desviarse, por más que
hubiera recibido revelaciones tan maravillosas, aunque hubiera visto señales y
prodigios asombrosos, a pesar de que hubiera enseñado doctrinas celestiales.
Sí, a pesar de todo eso, era posible desviarse.
Y lo sigue siendo. No importa la grandeza de
la manifestación divina que uno haya recibido, con todo, podemos apartarnos del
Señor. Y de hecho es una realidad cotidiana. Lo podemos ver en algunos hermanos
que un día corrieron con fidelidad y que incluso manifestaron dones
maravillosos. Y también lo podemos ver en algunos “famosos”, líderes que el
Señor usó para traer bendición sobre naciones. De hecho, la motivación para
este artículo vino luego de leer la historia de un profeta cuyos escritos me
han bendecido mucho y que considero vienen directamente del Espíritu. Sin
embargo, ciertas decisiones que tomó hace unos años me resultan difíciles de
conciliar con el Evangelio. Bien, no me toca a mí juzgar ni condenar, pero sí
entender.
¿Será posible que esa persona, ese líder que
tanto nos bendijo y a quién considerábamos como un mensajero muy cercano al
corazón del Padre, se haya apartado? ¿Esos cambios que está teniendo en este
momento son una señal de su apostasía incipiente? Bueno, por supuesto que
habría que analizar cada caso individualmente, pero puede ser.
Puede ser que el Señor le esté dando una
nueva luz asombrosa sobre cosas que no sabíamos. Pero también puede ser que se
esté desviando sutilmente. En todo caso, deberemos analizarlo a la luz del
Espíritu. Pero escribo estas palabras para que no caigamos presa de la
confusión ni del desánimo. Pablo sabía perfectamente que corría ese peligro, y
no estamos en tiempos mejore que esos.
Algunos cristianos ni se atreven a considerar
la posibilidad que el pastor Mengano o el profeta Fulano se aparten de la
verdad, sin embargo la Biblia nos advierte que debemos mantenernos siempre vigilantes
y en oración. SÍ ES POSIBLE que se aparten, y como dije antes, es necesario
discernirlo, pero si en nuestra mente ni siquiera cabe la posibilidad de que
eso acontezca, ¿cómo escucharemos la voz de Dios hablándonos?
Siempre es algo muy triste. Es una enorme
victoria para el reino de las tinieblas. ¿Y cuál es la tentación que provoca la
caída? Pueden ser muchas, normalmente el orgullo, la autosuficiencia, la
autocomplacencia, el pensar que “de todas formas Dios se va a manifestar”.
Buscando la palabra “heraldo” en la Biblia
encontré un pasaje interesante:
Jeremías 49:14 DHH
14 Me ha llegado una noticia de parte del
Señor;
un heraldo proclama entre las naciones:
“¡Reúnanse y marchen contra Edom!
¡Prepárense para la batalla!
Digo “interesante” porque habla de algo
relacionado con lo que venimos diciendo, especialmente en el tiempo de hoy. La
función del heraldo aquí era convocar a la guerra. Y la función de los heraldos
hoy es lo mismo; convocar a la guerra, pero no con armas carnales, sino con las
armas espirituales. Una guerra que se está librando en todos los frentes
imaginables, que está en un crescendo espantoso y de la cual no podemos ni
debemos moralmente desentendernos.
Edom representaba proféticamente al imperio
(en realidad, el Imperio Romano que aparecería siglos después) y la guerra
actual es de la misma manera contra el imperio del mal, la semilla del reino
del Anticristo que pronto se revelará. Aquello que era antes “un reino” de
oscuridad hoy es ya un gran imperio.
Sin embargo, aquellos ministros y cristianos
que caen de su posición de heraldos dejan de llamar a la guerra contra las
tinieblas para terminar “negociando” con ellas, son los que cambian su mensaje
por palabras lindas que no cambian a la gente ni denuncian el pecado; son los que
proclaman el evangelio de la prosperidad o incluso el evangelio de la “buena
vida cristiana”, los que ocultan el anuncio de los juicios que vendrán, los que
se manejan políticamente para dejar a todos contentos. No llaman a la guerra,
no equipan a los soldados, no dicen la verdad, solo bonitas palabras para
mantener entretenido a un pueblo que así lo quiere.
¿Has visto cae a un gran líder, un referente
cristiano? Ora por él, pero no te escandalices, simplemente cuida que no te
pase a ti.
Y algo más. Si el Señor permite que caigan
los “grandes líderes” es porque ¿quién los llamó a ser “grandes”, a centrar la
atención sobre ellos mismos? Cuidémonos de eso, para no ser expuestos al lugar
desde donde es muy fácil caer.
Danilo Sorti
No hay comentarios:
Publicar un comentario