Salmos 111:10 RVC
10 El principio de la sabiduría es el temor
al Señor. Quienes practican esto adquieren entendimiento y alaban al Señor toda
su vida.
Proverbios 1:7 RVC
7 El principio de la sabiduría es el temor al
Señor; Los necios desprecian la sabiduría y la enseñanza.
Proverbios 9:10 RVC
10 El principio de la sabiduría es el temor
del Señor; el conocimiento de lo santo es inteligencia.
Proverbios 10:27 RVC
27 El temor del Señor alarga la vida, pero
los años del impío son acortados.
Proverbios 14:26 RVC
26 El temor del Señor infunde plena
confianza, y da esperanza a nuestros hijos.
Proverbios 14:27 RVC
27 El temor del Señor es un manantial de
vida, que nos aparta de los lazos de la muerte.
Proverbios 16:6 RVC
6 El amor verdadero perdona el pecado; el
temor del Señor aparta del mal a los hombres.
Isaías 8:13 RVC
13 Santifiquen al Señor de los ejércitos, y
sólo a él. Que él sea para ustedes la única razón de su temor.
El temor es uno de los sentimientos más
básicos del hombre caído, absolutamente nada de lo que hacemos está exento de,
al menos, una cierta cuota de temor, cuando no está directamente motivado por
él. Sin embargo, el temor no es un sentimiento malo en sí mismo ni hay que
pretender “erradicarlo”, algo que de hecho es absolutamente imposible;
simplemente hay que encauzarlo correctamente.
El temor es uno de los “sentimientos
negativos” del hombre que las diversas corrientes de humanismo han tratado de
conjurar en su búsqueda estéril del autodesarrollo humano, es decir, de la
superación del ser humano aparte de Dios. En esencia, todos los que no creen en
Dios y buena parte de los que sí creen, es lo que están tratando de lograr, de
manera consciente o inconsciente; los primeros porque decididamente no van a
buscar ninguna directiva ni recurso divino, los segundos porque aún
conociéndolos, no les dan la debida importancia.
Mucho habla la Biblia del “temor del Señor”,
pero es interesante ver que Proverbios, un libro eminentemente práctico, lo
ubica como la raíz de todo lo bueno en la vida de una persona. La revelación
del “temor del Señor” es completada en el Nuevo Testamento con otra más
profunda:
Mateo 22:36-40 RVC
36 «Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en
la ley?»
37 Jesús le respondió: «“Amarás al Señor tu
Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.”
38 Éste es el primero y más importante
mandamiento.
39 Y el segundo es semejante al primero:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
40 De estos dos mandamientos dependen toda la
ley y los profetas.»
Que en realidad no tenía nada de nuevo:
Deuteronomio 6:4-5 RVC
4 »Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el
Señor es uno.
5 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas.
Y hacia el final de la revelación del Nuevo
Pacto leemos:
1 Juan 4:16-18 RVC
16 Y nosotros hemos conocido y creído el amor
que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor,
permanece en Dios, y Dios en él.
17 En esto se perfecciona el amor en
nosotros: para que tengamos confianza en el día del juicio, pues como él es,
así somos nosotros en este mundo.
18 En el amor no hay temor, sino que el
perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo. Por lo
tanto, el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.
Entonces, si el temor es el “principio de la
sabiduría”, su perfeccionamiento es el amor. Pero esto no debería ser un juego
de palabras, ni lo segundo debería ser una excusa para olvidar lo primero: el
amor perfecciona el conocimiento del Señor, ¡pero Dios sigue siendo fuego
consumidor! Y Él no hace diferencias de personas,
Hebreos 4:1 RVC
1 Por eso, temamos a Dios mientras tengamos
todavía la promesa de entrar en su reposo, no sea que alguno de ustedes parezca
haberse quedado atrás.
Decididamente, el temor es una parte integral
de nosotros y debemos mantenernos en él, para evitar caer en una confianza
excesiva delante de Dios que nos lleve a menospreciar las cosas santas, Su
Palabra y Su Servicio, e incluso a Él mismo.
Malaquías 1:6-14 RVC
6 »El hijo honra al padre, y el siervo
respeta a su señor. Pues, si soy padre, ¿dónde está la honra que merezco? Y si
soy señor, ¿dónde está el respeto que se me debe? »Yo, el Señor de los
ejércitos, les hablo a ustedes, los sacerdotes, que menosprecian mi nombre, y
que incluso dicen: “¿Y cómo puedes decir que menospreciamos tu nombre?”
7 ¡Pues porque ofrecen pan impuro sobre mi
altar! Y aun añaden: “¿En qué te hemos deshonrado?” ¡Pues en que piensan que mi
mesa es despreciable!
8 ¿Acaso no está mal que me ofrezcan en
sacrificio animales ciegos? ¿O que me ofrezcan animales cojos, o enfermos? ¡Presenten
esos animales a sus gobernantes! Yo, el Señor de los ejércitos, les digo:
¿Acaso piensan que ellos los aceptarán, y que quedarán complacido con ustedes?»
9 Busquemos, pues, ganarnos el favor de Dios,
para que se compadezca de nosotros. Porque el Señor de los ejércitos dice:
«¿Cómo pueden agradarme, con acciones como éstas?
10 ¿Quién de ustedes cierra las puertas o
alumbra mi altar sin cobrar nada? Lo que ustedes hacen no me agrada, y no voy a
aceptar ninguna ofrenda que me presenten. Lo digo yo, el Señor de los
ejércitos.
11 »Desde la salida del sol hasta su ocaso,
grande es mi nombre entre las naciones; en todo lugar se ofrece a mi nombre
incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones. Lo
digo yo, el Señor de los ejércitos.
12 »Pero ustedes profanan mi nombre cuando
dicen que mi mesa está impura, y cuando desprecian los alimento que allí se
ofrecen.
13 Además, ustedes han dicho: “¡Cuán
fastidioso es todo esto!”, y me desprecian y me traen como ofrenda animales
robados, cojos o enfermos. ¿Acaso voy a aceptar que me presenten eso? Lo digo
yo, el Señor de los ejércitos.
14 »¡Malditos sean los que engañan y los que,
teniendo machos en su rebaño, prometen ofrecérmelo y luego me presentan
animales dañados! Yo soy el Gran Rey, y mi nombre entre las naciones es
reverenciado. Lo digo yo, el Señor de los ejércitos.
Este es uno de los pasajes favoritos de los
falsos ministros de la prosperidad para luego meter la mano en lo más hondo del
bolsillo de sus feligreses, sin embargo aquí hay una enseñanza muy fuerte que
tiene que ver con la falta de temor de Dios, con el “acostumbramiento” en el
servicio, en el ministerio, y podríamos decir, en la vida cristiana; todo se
transforma en un ritual mecánico y sin vida, porque realmente no hay un verdadero
temor hacia Dios.
Ahora bien, convengamos que cuando el
servicio cristiano se vuelve “mecánico” es porque el amor se enfrió hace rato,
pero aquí incluso se había perdido el temor. Hermanos, no debemos llegar a ser
tan “familiares” con Dios que perdamos el temor: seguimos siendo seres humanos
débiles, apenas un soplo, no es sabio perder el temor santo.
Hechos 9:31 RVC
31 Mientras tanto, las iglesias en toda
Judea, Galilea y Samaria vivían en paz y eran edificadas en el temor del Señor,
y su número iba en aumento por la fuerza del Espíritu Santo.
Vivir sólo en el temor del Señor es
conformarse con un pedazo de pan cuando estamos sentados en un banquete, ¡pero en
ninguna comida falta el pan!
Danilo Sorti
No hay comentarios:
Publicar un comentario