sábado, 30 de septiembre de 2017

255. El ministerio profético hoy: ¿continúa?

Romanos 12:6 RVC
6 Ya que tenemos diferentes dones, según la gracia que nos ha sido dada, si tenemos el don de profecía, usémoslo conforme a la medida de la fe.

1 Corintios 12:8-10 RVC
8 A uno el Espíritu le da palabra de sabiduría; a otro, el mismo Espíritu le da palabra de ciencia;
9 a otro, el mismo Espíritu le da fe; y a otro, dones de sanidades;
10 a otro más, el don de hacer milagros; a otro, el don de profecía; a otro, el don de discernir los espíritus; a otro, el don de diversos géneros de lenguas; y a otro, el don de interpretar lenguas;

Efesios 4:11 RVC
11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,


El ministerio profético sigue siendo problemática en varios aspectos, sin embargo, ha quedado establecido claramente en las páginas del Nuevo Testamento; los tres pasajes principales que hablan de los dones espirituales dados al Cuerpo de Cristo lo mencionan. Si vamos al resto del Nuevo Testamento, que contiene las instrucción más “específicas” para la Iglesia (por supuesto que TODA la Biblia lo es), vemos que “profetas” o la mención a los profetas ocupa mucho más espacio que la referencia a los “pastores”; de hecho, si exageramos un poco lo que estoy diciendo, el ministerio profético es “mucho más bíblico” que el ministerio pastoral.

Por supuesto, ambos lo son, pero como el ministerio pastoral es “menos problemático” (aunque en el presente no menos corrompido) nos cuesta menos aceptarlo. Ahora bien, ¿cesaron los dones de señales? Todavía persiste una corriente teológica que afirma eso, supongo que tratando de justificar teológicamente su espanto (o quizás, desconocimiento o incapacidad para “controlar”) ante los excesos cometidos en nombre de los dones milagrosos. Bueno, es comprensible, pero si ese fuera el caso ¡ni siquiera deberíamos ser cristianos! ¿Cuántos excesos se han cometido y se siguen cometiendo en nombre del cristianismo? ¿Acaso no es posible “corromper” todos los dones y ministerios? De hecho sí, pero eso no anula el modelo original. Es como si por la existencia de billetes falsificados desecháramos los auténticos; simplemente aprendemos a diferenciar unos de otros.

A nivel social e incluso teológico vivimos en tiempos de MUCHÍSIMA argumentación basada en premisas incorrectas, fundamentalmente todas se resumen a atacar (supuestas) motivaciones y consecuencias antes que hechos concretos y verificables; es decir, MUCHÍSIMA de la discusión teológica (social y política) se centra en “cuán perverso y malintencionado” es mi contrincante, por lo que necesariamente todo lo que dice es falso. Algo así ha pasado con los dones milagrosos. Como hay también muchísimo escrito al respecto, no lo voy a repetir, pero para el que le interese dejo una referencia (entre tantas) que analiza este tipo de argumentos: “Carta abierta a mi amigo cesacionista, John MacArthur”, tomado de: El Protestante Digital ( http://protestantedigital.com/magacin/36269/Carta_abierta_a_mi_amigo_cesacionista_John_MacArthur).

Ahora bien, lo concreto son los argumento bíblicos, no los bonitos razonamientos periféricos. Si los dones iban expresamente a cesar, y cuándo seria eso, deberíamos poder encontrarlo claramente en las Escritura de tal forma que nadie pudiera ser engañado, es decir, no se trataría (como ninguna doctrina fundamental) de un conocimiento rebuscado sólo accesible después de un profundo análisis, sino algo claro y evidente para el lector disciplinado de la Palabra. ¿Cuál es el texto?

1 Corintios 13:8-10 RVC
8 El amor jamás dejará de existir. En cambio, las profecías se acabarán, las lenguas dejarán de hablarse, y el conocimiento llegará a su fin.
9 Y es que sólo conocemos y profetizamos de manera imperfecta,
10 pero cuando venga lo perfecto, lo que es imperfecto se acabará.

A este pasaje central se le agregan muchos “condimentos bíblicos”, pero en esencia la pregunta es: ¿basta un solo pasaje para fundamentar una doctrina? De ninguna manera, un solo pasaje lo único que hace es una HEREJÍA. En el artículo: 223. ¿Qué es doctrina? ¿Qué es la verdad eterna, qué es una aplicación de esa verdad y qué es enseñanza de hombres?  (https://plus.google.com/communities/110726217481567373447) expongo aquello que entiendo como doctrina en base a los principios bíblicos.

Entonces, aceptando que la interpretación de un solo pasaje, por su propia necesidad lógica, no puede bastar para sentar una doctrina capital de la fe, entendamos que en el contexto inmediato de I Corintios 13, que son los capítulos 12 y 14, se está hablando de todos los dones; y que el “conocimiento” que se menciona en el versículo 8 no necesariamente debe interpretarse como un don profético; la interpretación aceptada del don de “conocimiento” que “empieza” con los libros ya clásicos de Peter Wagner y que sigue con los autores posteriores lo define como:

“El don del conocimiento es la capacidad especial que Dios da a ciertos miembros del Cuerpo de Cristo para que detecten, recopilen, analicen y aclaren información e ideas correspondientes a la vida espiritual del Cuerpo.”

Entonces, si aceptamos que este pasaje define el fin de los dones “milagrosos”, ¿por qué no el de dones mucho menos espectaculares (y hasta “aburridos”) como es el de conocimiento? Yo tengo en alguna medida ese don, ¡y no tiene absolutamente nada ni de espectacular ni de llamativo! Decididamente, no sirve mucho para evangelizar directamente, aunque sí al Cuerpo de Cristo.

Esta mención del versículo 8 debe entenderse hacia todos los dones en general, es decir, que llegará el momento en que “lo perfecto” reemplace a los dones. Eso no ocurrió. Decir que “lo perfecto” ES la Biblia completa (que tenemos hoy pero que no tenían todavía ellos) es, de nuevo, una interpretación con poca base firme.

¿Hay más referencias?

Joel 2:28-31 RVC
28 »Después de esto, derramaré mi espíritu sobre la humanidad entera, y los hijos y las hijas de ustedes profetizarán; los ancianos tendrán sueños, y los jóvenes recibirán visiones.
29 »En aquellos días, también sobre los siervos y las siervas derramaré mi espíritu.
30 Y haré prodigios en el cielo y en la tierra, con sangre y fuego y columnas de humo.»
31 El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes de que venga el día grande y terrible del Señor.

Este pasaje es particularmente importante porque Pedro lo vuelve a citar:

Hechos 2:15-21 RVC
15 Contra lo que ustedes suponen, estos hombres no están borrachos, pues apenas son las nueve de la mañana.
16 Más bien, esto es lo que dijo el profeta Joel:
17 »Dios ha dicho: En los últimos días derramaré de mi Espíritu sobre toda la humanidad. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán; sus jóvenes tendrán visiones y sus ancianos tendrán sueños.
18 En esos días derramaré de mi Espíritu sobre mis siervos y mis siervas, y también profetizarán.
19 Haré prodigios en el cielo, y en la tierra se verán señales de sangre, de fuego y de vapor de humo.
20 El sol se oscurecerá, la luna se pondrá roja como sangre, antes de que llegue el día del Señor y se muestre en toda su grandeza.
21 Y todo el que invoque el nombre del Señor será salvo.

Oficialmente, Pedro está anunciando la “inauguración” de la era profética mencionada por Joel, y que empieza con la llegada del Espíritu sobre los discípulos unos minutos antes. Pedro está uniendo el bautismo del Espíritu con la manifestación profética, veamos bien que no habla ni de evangelización, ni de enseñanza, y ni siquiera de lenguas, sino de PROFECÍA. Si analizáramos esto más en profundidad diríamos que lo profético es la médula de la Iglesia. El hecho de que durante siglos no haya sido evidente o hubiera estado casi apagado no es ningún argumento válido para decir que cesó; simplemente quiere decir que en ese tiempo no se manifestó, nada más.

Ahora bien, ¿cuáles son los últimos tiempos?

1 Corintios 10:11 RVC
11 Todo esto les sucedió como ejemplo, y quedó escrito como advertencia para nosotros, los que vivimos en los últimos tiempos.

Esto es medio extraño, pero los “últimos tiempos” quedaron “inaugurados” hace… ¡dos mil años! Eso no nos parece que sea “muy último”, pero es el concepto bíblico. Sin embargo, la misma Biblia también diferencia momentos dentro de este período conocido como “últimos tiempos”:

1 Juan 2:18 RVC
18 Hijitos, han llegado los últimos tiempos; y así como ustedes oyeron que el anticristo viene, ahora han surgido muchos anticristos; por esto sabemos que han llegado los últimos tiempos.

Como el Anticristo no apareció públicamente todavía (no falta mucho), estos tiempos últimos no se han acabado. Por otro lado, la referencia de Joel, citada por Pedro, habla de una serie de eventos cósmicos que no se han cumplido aún, por lo que ese período mencionado proféticamente hace unos 2.800 años continúa al presente, aunque probablemente no por mucho más.

¿Cuál es la función de este ministerio profético? ¿Está al mismo nivel que los profetas bíblicos? Claro que no; aunque el ministerio profético tal como aparece registrado en la Biblia nos marca el modelo del ministerio profético actual, hay un límite que, justamente, está puesto (no únicamente) en un libro profético:

Apocalipsis 22:18-19 RVC
18 Yo le advierto a todo aquel que oiga las palabras proféticas de este libro, que a quien añada algo a estas cosas, Dios le añadirá las plagas que están descritas en este libro.
19 Y a quien quite algo de las palabras de este libro profético, Dios le quitará su parte del árbol de la vida, y de la santa ciudad y de lo que está descrito en este libro.

El ministerio profético hoy, de la misma forma que cualquier otro ministerio, no puede “crear” ninguna nueva doctrina, sino sólo explicar, ampliar y actualizar lo que ya fue escrito. Entonces, ¿qué necesidad hay de un “ministerio profético” si ya “todo” está escrito? Bueno, es que precisamente no todo lo que necesitamos saber para nuestra vida diaria está escrito, lo que está escrito es TODO LO NECESARIO PARA LA SALVACIÓN. Pero como este es un tema más, largo, lo desarrollaremos en otro artículo. Mientras tanto, oramos: ¡Señor, danos entendimiento bíblico sobre la realidad y las características del Ministerio Profético!



Danilo Sorti




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