Proverbios 12:15 RVC
15 El necio piensa que va por buen camino,
pero el sabio presta atención al consejo.
Proverbios 18:2 RVC
2 Al necio, la inteligencia no le causa
placer; tan sólo le interesa exhibir lo que piensa.
Proverbios 23:9 RVC
9 No trates de hacerte oír por un necio,
porque éste no apreciará tus sabias razones.
Proverbios 26:5 RVC
5 Responde al necio conforme a su necedad,
para que no se crea demasiado sabio.
Proverbios 26:12 RVC
12 ¿Has visto gente sabia en su propia
opinión? ¡Más esperanza tiene el necio que esa gente!
Romanos 12:16 RV1960
16 Unánimes entre vosotros; no altivos, sino
asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.
La Real Academia Española define a “necio”
como: Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber. Así de simple y así
de terrible. No es nada nuevo, por supuesto, ya desde hace 3000 años la Biblia
pudo describir con lujo de detalles en qué consistía la necedad práctica.
A fines de la década de los ’90, Justin
Kruger y David Dunning, de la Universidad de Cornell (Nueva York, EE. UU.)
realizaron una serie de estudios sobre lo que después se llamó “Efecto
Dunning-Kruger” y que no es otra cosa que la “necedad práctica”. Sus hipótesis
fueron:
·
Los
individuos incompetentes tienden a sobrestimar su propia habilidad.
·
Los
individuos incompetentes son incapaces de reconocer la habilidad de otros.
·
Los
individuos incompetentes son incapaces de reconocer su extrema insuficiencia.
·
Si
pueden ser entrenados para mejorar sustancialmente su propio nivel de
habilidad, estos individuos pueden reconocer y aceptar su falta de habilidades
previa.
El gran problema de la necedad es que implica
una elección. Una cosa es ser ignorante, y ahí una parte importante de la
responsabilidad puede no ser nuestra; pero otra muy distinta es ser necio, esto
es, no querer saber pudiendo hacerlo.
Si bien el ser humano ha sido necio desde el
principio, en ningún momento de la historia la necedad se ha manifestado con
tanta fuerza como en el presente, por la sencilla razón de que en ningún otro
momento de la historia hemos tenido tanto conocimiento disponible tan
fácilmente.
La gran mayoría de los seres humanos prefiere
hoy pasar su tiempo libre mirando televisión o charlando con amigos en vez de
dedicar una parte de el a estudiar y capacitarse. La mayoría de los alumnos en
las escuelas primarias y secundarias hacen hoy su mejor esfuerzo… para sacar la
mínima nota necesaria para aprobar y no esforzarse más. Y aún desde los medios
de comunicación y el quehacer político y social se exalta la necedad y florecen
por doquier los “opinólogos profesionales”, muy expertos en hablar de lo que opinan
sin haber hecho el suficiente esfuerzo para estudiar en profundidad el tema
(digamos que muchos de ellos son los que se sientan en las sillas de nuestras
legislaturas y ejecutivos).
Y la iglesia actual no es una excepción.
Hermanos ¡esto no puede ser así! Ninguna generación será juzgada con mayor
severidad que ésta en lo que respecta al
pecado de la necedad.
Dado que vivimos en un contexto donde la
necedad es tan común, ninguno de nosotros puede decir que está absolutamente
libre de ese pecado y por lo tanto es necesario mantener un corazón sensible a
la voz del Espíritu. Tal como concluyeron Kruger y Dunning, se nos hace muy
difícil reconocer cuánto nos falta saber precisamente en las áreas en las que
menos sabemos, y por lo tanto nos aventuramos a opinar y decidir con gran
seguridad de lo que ignoramos.
Gracias sean dadas a Dios de que el Espíritu
siempre está dispuesto a perfeccionarnos y exponer lo oculto de nuestros
corazones, por lo que debemos permitir que nos hable y ser sensibles a Su voz.
Necesitamos la humildad de lo Alto, esto no es pensar que somos “un trapo de
piso” de los demás, sino simplemente considerar que puede haber mucho más que
no sabemos en las áreas en las que creemos saber. Es un ejercicio. Y hace falta
valor para ser realmente humilde, porque a la par de la necedad dominante en el
mundo de hoy, es muestra de “debilidad y desechabilidad” mostrarse humilde de
verdad.
Pero las promesas para los humildes son
maravillosas:
Salmos 25:9 RVC
9 El Señor muestra su camino a los humildes,
y los encamina en la justicia.
Salmos 147:6 RVC
6 El Señor exalta a los humildes, y humilla
hasta el polvo a los malvados.
Salmos 149:4 RVC
4 El Señor se complace en su pueblo, y
bendice a los humildes con su salvación.
Proverbios 11:2 RVC
2 Con la soberbia llega también la deshonra,
pero la sabiduría acompaña a los humildes.
Santiago 4:6 RVC
6 Pero la gracia que él nos da es mayor. Por
eso dice: «Dios se opone a los soberbios, y da gracia a los humildes.»
¡Señor, enséñanos a ser humildes y líbranos
de la necedad!
Danilo Sorti
No hay comentarios:
Publicar un comentario