domingo, 13 de agosto de 2017

108. La necedad de este tiempo

Proverbios 12:15 RVC
15 El necio piensa que va por buen camino, pero el sabio presta atención al consejo.

Proverbios 18:2 RVC
2 Al necio, la inteligencia no le causa placer; tan sólo le interesa exhibir lo que piensa.

Proverbios 23:9 RVC
9 No trates de hacerte oír por un necio, porque éste no apreciará tus sabias razones.

Proverbios 26:5 RVC
5 Responde al necio conforme a su necedad, para que no se crea demasiado sabio.

Proverbios 26:12 RVC
12 ¿Has visto gente sabia en su propia opinión? ¡Más esperanza tiene el necio que esa gente!

Romanos 12:16 RV1960
16 Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.


La Real Academia Española define a “necio” como: Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber. Así de simple y así de terrible. No es nada nuevo, por supuesto, ya desde hace 3000 años la Biblia pudo describir con lujo de detalles en qué consistía la necedad práctica.

A fines de la década de los ’90, Justin Kruger y David Dunning, de la Universidad de Cornell (Nueva York, EE. UU.) realizaron una serie de estudios sobre lo que después se llamó “Efecto Dunning-Kruger” y que no es otra cosa que la “necedad práctica”. Sus hipótesis fueron:

·         Los individuos incompetentes tienden a sobrestimar su propia habilidad.
·         Los individuos incompetentes son incapaces de reconocer la habilidad de otros.
·         Los individuos incompetentes son incapaces de reconocer su extrema insuficiencia.
·         Si pueden ser entrenados para mejorar sustancialmente su propio nivel de habilidad, estos individuos pueden reconocer y aceptar su falta de habilidades previa.

El gran problema de la necedad es que implica una elección. Una cosa es ser ignorante, y ahí una parte importante de la responsabilidad puede no ser nuestra; pero otra muy distinta es ser necio, esto es, no querer saber pudiendo hacerlo.

Si bien el ser humano ha sido necio desde el principio, en ningún momento de la historia la necedad se ha manifestado con tanta fuerza como en el presente, por la sencilla razón de que en ningún otro momento de la historia hemos tenido tanto conocimiento disponible tan fácilmente.

La gran mayoría de los seres humanos prefiere hoy pasar su tiempo libre mirando televisión o charlando con amigos en vez de dedicar una parte de el a estudiar y capacitarse. La mayoría de los alumnos en las escuelas primarias y secundarias hacen hoy su mejor esfuerzo… para sacar la mínima nota necesaria para aprobar y no esforzarse más. Y aún desde los medios de comunicación y el quehacer político y social se exalta la necedad y florecen por doquier los “opinólogos profesionales”, muy expertos en hablar de lo que opinan sin haber hecho el suficiente esfuerzo para estudiar en profundidad el tema (digamos que muchos de ellos son los que se sientan en las sillas de nuestras legislaturas y ejecutivos).

Y la iglesia actual no es una excepción. Hermanos ¡esto no puede ser así! Ninguna generación será juzgada con mayor severidad que ésta en lo que respecta  al pecado de la necedad.

Dado que vivimos en un contexto donde la necedad es tan común, ninguno de nosotros puede decir que está absolutamente libre de ese pecado y por lo tanto es necesario mantener un corazón sensible a la voz del Espíritu. Tal como concluyeron Kruger y Dunning, se nos hace muy difícil reconocer cuánto nos falta saber precisamente en las áreas en las que menos sabemos, y por lo tanto nos aventuramos a opinar y decidir con gran seguridad de lo que ignoramos.

Gracias sean dadas a Dios de que el Espíritu siempre está dispuesto a perfeccionarnos y exponer lo oculto de nuestros corazones, por lo que debemos permitir que nos hable y ser sensibles a Su voz. Necesitamos la humildad de lo Alto, esto no es pensar que somos “un trapo de piso” de los demás, sino simplemente considerar que puede haber mucho más que no sabemos en las áreas en las que creemos saber. Es un ejercicio. Y hace falta valor para ser realmente humilde, porque a la par de la necedad dominante en el mundo de hoy, es muestra de “debilidad y desechabilidad” mostrarse humilde de verdad.

Pero las promesas para los humildes son maravillosas:

Salmos 25:9 RVC
9 El Señor muestra su camino a los humildes, y los encamina en la justicia.

Salmos 147:6 RVC
6 El Señor exalta a los humildes, y humilla hasta el polvo a los malvados.

Salmos 149:4 RVC
4 El Señor se complace en su pueblo, y bendice a los humildes con su salvación.

Proverbios 11:2 RVC
2 Con la soberbia llega también la deshonra, pero la sabiduría acompaña a los humildes.

Santiago 4:6 RVC
6 Pero la gracia que él nos da es mayor. Por eso dice: «Dios se opone a los soberbios, y da gracia a los humildes.»


¡Señor, enséñanos a ser humildes y líbranos de la necedad!


Danilo Sorti




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