2 Timoteo 3:16-17 RVC
16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y
útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,
17 a fin de que el hombre de Dios sea
perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
Hay mensajes muy profundos que podemos dar,
hay tesoros de conocimientos que el Espíritu está revelando en este tiempo y
que nos pueden llevar a bucear en lo más hondo de las realidades espirituales
conocidas (hasta hoy). Pero ningún buceo en “aguas profundas” es seguro si el
“buzo” no permanece conectado a un lugar inconmovible: la Palabra de Dios.
Llega un momento en que los versículos
bíblicos parecen “demasiado simples” y empezamos a explayarnos utilizando otras
herramientas: psicología, historia, teología… Y una tentación más sutil: utilizar profecías y revelaciones,
por más genuinas que sean. Claro que ningún predicador o maestro va a decir
esto con todas las letras, formalmente siempre ponemos a la Biblia por encima
de otra autoridad porque, al fin y al cabo, es lo que nos “diferencia”.
Aquí estamos de nuevo en una “línea delgada”
ya que por un lado es válido utilizar todas estas herramientas y más (por
ejemplo, los conocimientos de la Física, o la Biología, o la Matemática, por
ejemplo) pero por otro nunca hay que perder de vista que son auxiliares, solo ayudas
en lo que al Camino de la Salvación se refiere. Son valiosas y necesarias,
porque el Espíritu no repite (o no mucho) en Su Palabra lo que está “escrito”
en otra parte, por ejemplo, en el mundo natural, obra del Creador que refleja Su
Esencia.
Como vivimos en un tiempo de gran aumento del
conocimiento, tanto natural como espiritual, es por demás de fácil dejarse
llevar por lo nuevo que el Señor está mostrando y desprendernos del ancla
segura. Es un proceso gradual, muy sutil al principio, y que probablemente no
incluya ningún error teológico en esos primeros pasos, sólo el “muy pequeño” de
prestar más atención a lo que el profeta Fulano o el apóstol Mengano dicen
respecto de una doctrina que lo que la misma Biblia dice. Repito, probablemente
no haya aquí ningún error grave, y lo que esos siervos digan sea verdad (según
el conocimiento que tienen), pero el problema consiste en prestarles más
atención a ellos y pasar más tiempo con sus palabras que con Su Palabra.
A veces se ha comparado a la Biblia como una
“mina de oro”, tanto por la riqueza que contiene como por el esfuerzo necesario
para obtenerla. La lectura o el estudio de la Palabra puede dejarnos bastante
frustrados, porque finalmente no alcanzamos a ver más de lo que ya sabemos o
nos enseñaron sobre el tema que estemos buscando. Aquí es donde precisamente se
ve el valor de los ministerios que el Señor dio a Su Iglesia: el profeta nos va
a dar nuevas líneas o paradigmas para interpretar lo que leemos, va a completar
y actualizar los cuadros proféticos para que se ajusten cada vez más a la
realidad; el maestro nos dará esquemas y estructuras ordenadas que, como un
esqueleto, servirán para ir añadiendo el resto del cuerpo, el evangelista nos
mostrará a Cristo en cada página, para que nunca lo perdamos de vista, el
pastor sacará a luz el amor, la paciencia y la misericordia divina, el apóstol
nos llevará a pensar en proyectos y avances sobre territorios naturales y
espirituales; y todos los otros dones y ministerios aportarán un particular
enfoque sobre la Palabra, trayendo ideas y conceptos en los que no pensábamos.
Pero todos estos finalmente nos llevarán a la
Palabra Escrita, que junto con La Palabra Viva brotarán como un río con
entendimiento y revelación fresca, nuevas cada día, más profundas con cada
oportunidad.
Si luego de escuchar a un ministro no tenemos
ganas de ir a la Biblia y a escuchar la voz del Espíritu para conocer más, hay
un problema. Si la revelación que recibimos ya es “suficiente”, ya nos
“satisface”, tenemos un problema. Si lo que escuchamos está “completo y
perfecto” sin nada más que agregar, ¡tenemos otro serio problema!
Hay muchos pasajes que nos hablan de la
importancia y la centralidad de la Palabra de Dios. En siglos pasados se tomaba
a la Biblia como un libro de ciencia, de filosofía, de historia, etc. Eso fue
una exageración, porque si bien habla de todo eso, no es su objetivo. En el
presente, la Biblia puede quedar muy fácilmente tapada bajo una montaña de
palabras y revelaciones. ¡Es tan fácil para nosotros escribir y publicar hoy!
Hermanos, todo lo que enseñamos, todo lo que
predicamos, todo lo que profetizamos debe servir para que los creyentes busquen
más intensamente a Dios, para que lo conozcan mejor, sí, pero para que al
conocerlo mejor, puedan acercarse más a Él. Y es tan fácil NO hacerlo.
¡Señor, danos la gracia para mantener en todo
momento Tu Palabra y Tu Voz en el centro de nuestras propias vidas y de lo que
enseñamos!
Danilo Sorti
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