Apocalipsis 18:4-5 RVC
4 Oí entonces otra voz del cielo, que decía:
«Ustedes, los de mi pueblo, salgan de esa ciudad para que no participen de sus
pecados ni reciban parte de sus plagas;
5 pues son tantos sus pecados que llegan
hasta el cielo, y Dios ha tomado en cuenta sus injusticias.
Aparentemente Babilonia ocupa un lugar
importante pero no demasiado extenso en la Palabra. Sin embargo, cuando
rastreamos el sentido espiritual que tiene, la “potestad” o “principio” de
Babilonia, aparece tan temprano como Génesis 10, con Babel, y corre a lo largo
de casi todas las páginas bíblicas, a veces de manera bien manifiesta, otras
más oculta o indirecta, pero es el trasfondo de la mayor parte de la Historia
de la Redención. ¿Qué es Babilonia?
Este es un tema muy largo, pero podemos
resumir diciendo que representa al imperio opresor, el “espíritu del gran
imperio”, que une en sí todos los medios de control sobre las personas:
político, cultural, militar, económico y religioso, siendo este último
preponderante. Es el imperio y es la ciudad, o quizás sería mejor decir que es
la ciudad que alimenta y “da vida” al imperio.
Por un lado podemos decir que el “espíritu”
de Babilonia, desde Babel en adelante (y quizás desde Caín) se manifiesta por
doquier, desde lo más pequeño hasta lo más grande; por otro, “El” principado de
Babilonia, propiamente dicho, siempre tiene una ubicación geográfica y política
muy definida: es la gran potencia que en un momento da la historia domina sobre
las otras naciones. No hay que rebuscar en inexistentes ciudades del desierto,
como ciertas interpretaciones escatológicas dicen; “Babilonia”, en un momento
dado de la historia, es tan visible que cualquier persona un poco informada en
el mundo podría señalarla.
Pero queda claro que la potestad de
Babilonia, que yo supongo es la que expresa a la “Reina del Cielo”, uno de los
demonios de mayor rango después de Satanás, ha ido cambiando de lugar a lo
largo del tiempo; cuando el imperio sobre el cual regía terminó colapsando, se
movió hacia otro país para comenzar la construcción de un nuevo imperio,
proceso que pudo haber llevado siglos.
Pues bien, está claro cuál es en este momento
el imperio dominante, y cuál seguirá siendo durante un tiempo más. En las
profecías bíblicas vemos su destrucción final y definitiva, no la destrucción
del imperio que la expresaba, lo cual hubiera hecho que fuera a buscar otro
para comenzar el proceso de nuevo, sino la destrucción del propio principado,
de tal forma que nunca más se volverá a levantar sobre los hombres. En estos
tiempos últimos, previos a su destrucción definitiva o casi coincidiendo con
ella, el Señor está por traer juicio sobre muchas “babilonias”, tal como
repetidamente viene anunciando a través de Sus mensajeros.
En estos anuncios proféticos el Señor está
alertando a Sus hijos fieles para que salgan a tiempo de esos lugares: ciudades
o regiones enteras. No voy a repetir aquí lo que el Espíritu está diciendo a
través de tantos porque Sus mensajes pueden encontrarse, y discernirse,
fácilmente en la Web. Pero escribo esto para enfatizar un aspecto de esos
mensajes el cual siento que no es muy aceptado: el hecho de tener que “salir”
de un lugar geográfico.
Hemos estado acostumbrados a que el Señor nos
ha guardado muchas veces estando EN la ciudad donde Él nos ha puesto. Muchos de
nosotros hemos pasado por momentos difíciles de conmoción social, económica e
incluso ambiental, y hemos visto la protección del Señor; hemos testificado de
ello y nos hemos maravillado de Su protección. ¿No puede hacer lo mismo Dios en
los juicios que vendrán?
Finalmente, todo debe resolverse de acuerdo a
lo que diga la Palabra de Dios. Aún las muchas visiones y profecías que el
Espíritu Santo está trayendo justamente ahora no están en contra del mensaje
bíblico, simplemente lo aclaran y especifican para las distintas regiones y
países. Entonces, si son verdaderos esos mensajes de alerta que nos llaman a
salir de determinadas ciudades e incluso países, debería haber una base bíblica
para ello. Y la hay.
El pasaje de Apocalipsis no es el único, los
profetas ya lo dijeron (Isaías 48:20; Jeremías 50:8; 51:6, 45), Lot lo
prefiguró cuando tuvo que salir de Sodoma (Génesis 19:12ss), Jesús mismo lo
aplicó a Jerusalén (Mateo 24:16ss). Ahora bien, no es menos cierto que tenemos
otros pasajes que nos hablan de la protección divina EN MEDIO de los juicios.
El asunto aquí no consiste en una “competencia de fe” a ver quién tiene más fe
como para quedarse y “obligar” a Dios para que haga un milagro con él, o quién
tiene menos fe y prefiere escapar.
Debemos entender que hay distintos niveles de
juicio y distintas formas de actuar de parte de Dios. Hay momentos determinados
en los que el Señor nos mandará quedarnos en un lugar, y otros en los que
deberemos salir. E incluso Dios mismo puede hacer una diferencia a veces. Sin
embargo, hay momentos de juicios muy terribles y definitivos en los cuales ya
no hay ni redención ni lugar de refugio posible, o bien el sufrimiento será tan
grande que el Señor, por amor a Sus hijos, no quiere que lo atraviesen.
Hermanos, en la Biblia claramente hay
momentos en los que Dios urgió a Sus santos a salir del lugar del castigo,
porque si permanecían NO SERÍAN LIBRADOS. Y no nos olvidemos que Babilonia, el
imperio de la antigüedad, fue un lugar de prosperidad y bendición para muchos del
Pueblo de Dios; tener que salir, para ellos, significó “empezar de nuevo” en
otro lugar. No es fácil salir de “Babilonia”, el lugar donde nacimos, nos
criamos, fuimos bendecidos, tenemos nuestros amigos y lugares, nuestro trabajo
y nuestro ámbito de testimonio. Pero Dios es Dios, y Él tiene todo el derecho
tanto de edificar como de destruir.
Si las palabras proféticas específicas que
Dios está trayendo para tu ciudad o nación te llaman a salir, prepárate. Quizás
el tiempo sea ahora, quizás sea un poco más adelante; el Señor nos dará la
orden en el momento preciso, pero no dejes de prepararte, no te engañes
pensando en que Dios te va a proteger en medio del juicio, porque eso no
siempre ha ocurrido.
Danilo Sorti
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