lunes, 14 de agosto de 2017

141. Los límites del cristiano

Génesis 2:15 RVC
15 Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara.

Números 34:12 RVC
12 De allí la frontera bajará al Jordán, y terminará en el Mar Salado. Ésta será su tierra y sus fronteras alrededor.”»

Deuteronomio 2:4-5 RVC
4 Ordena al pueblo lo siguiente: ‘Cuando ustedes pasen por el territorio de sus hermanos, es decir, los hijos de Esaú, que habitan en Seir, ellos van a tener miedo de ustedes. Pero tengan mucho cuidado.
5 No se metan con ellos, porque yo no les voy a dar de su tierra ni siquiera lo que alcancen a cubrir con un pie. A Esaú le he dado en propiedad el monte de Seir.

Mateo 15:24 RVC
24 Él respondió: «Yo no fui enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.»

2 Corintios 10:13 RVC
13 Nosotros no vamos a jactarnos de manera exagerada, sino que nos ceñiremos a los límites establecidos por Dios, que llegan también hasta ustedes.


Para afirmar que algo es doctrina debemos poder encontrar claramente su fundamento tanto en el Antiguo Testamento, como en los Evangelios como en las Epístolas. En el día de hoy la iglesia cristiana acepta como doctrina algunas enseñanzas que consisten en un montón de palabras y razonamientos aparentemente lógicos que no tienen tal fundamento, mientras rechaza otras verdades muy claras que sí lo tienen.

Una de ellas es la de los “límites”. En toda la Biblia vemos al Padre estableciendo límites: límites de tiempo, límites de territorios, límites de posesiones. Otra cosa muy distinta es si las personas alcanzan a ocupar adecuadamente todo el espacio comprendido dentro de esos límites, pero lo cierto es que todo lo que Dios tiene para nosotros se encuentra dentro de ciertos límites.

Una enseñanza que se ha difundido extensamente dentro de las iglesias, de la mano del pensamiento positivo y la prosperidad, es considerar que “no hay límites” a la bendición de Dios, y que por lo tanto los cristianos no tenemos límites en todo lo que queramos conseguir. Aunque esto contiene algo de verdad y, por sobre todo, “suena muy lindo al oído”, es profundamente satánica, ¿por qué?

Sencillamente porque, por un lado, nos impide reconocer los límites genuinos que Dios nos puso. Ahora bien, casi todos consideran a los límites de manera negativa, como un techo, una imposibilidad; y en parte lo es, pero pocos se dan cuenta de que los límites son, al mismo tiempo, posibilidades. Veamos: si pensamos en un lienzo o en una hoja en blanco, sus límites están claros: los cuatro bordes; pero también está claro que esos límites contienen una superficie que permite dibujar un hermoso cuadro. “No hay” límites en el aire, pero ¿se podría pintar allí? ¡Claro que no! Para pintar hace falta una superficie: si no es una hoja o un lienzo, puede ser un mural, una pared, ¡un edificio completo! Pero, sea lo que sea, finalmente tiene límites.

Los países tienen límites, y creo que ninguno de nuestros países podría decir que ha alcanzado el “límite” de lo que puede desarrollar fronteras adentro, ¿no es cierto que aún falta mucho por hacer?

Los seres vivos tienen “límites”: no crecen indefinidamente, se mueven en un determinado ambiente, viven durante un lapso de tiempo determinado. La Tierra tiene límites.

Volvamos a nuestro tema; lo “límites” en realidad “contienen” el escenario de nuestra vida, ministerio, servicio, luchas. ¿Y cuántos pueden decir que han alcanzado verdaderamente a hacer todo lo que estaba dentro de sus “límites” dados por Dios? Pocos en realidad. En los pasajes que vimos más arriba, Adán no pudo cuidar adecuadamente los límites de terreno que les fueron dados; Israel prácticamente nunca pudo alcanzar los límites del territorio asignado, y a veces se extendió hacia donde no debía; solamente podemos ver a Jesucristo cumpliendo adecuadamente Su labor dentro de los límites dados por el Padre, ¡y Él no hubiera tenido ningún problema en ir más allá de ellos! Pero también lo vemos a Pablo, el principal ejemplo de ministerio dejado por el Espíritu en las páginas del Nuevo Testamento (y había muchos ministros en esa época), por lo que podemos tener ánimo sabiendo que nosotros podemos también alcanzarlo.

El otro problema terrible que conlleva el pensamiento “ilimitado” es que, sutilmente, nos hace pensar que “somos dioses”, ¿quién es ilimitado sino sólo el Trino Dios? ¿No resulta parecido a la vieja tentación “… y serán como Dios…”? Hermanos, ¡somos creaturas, no Dios! El Señor nos puso Su imagen, tenemos Su Espíritu, aunque caídos, podemos decir que tenemos Su naturaleza… en proceso de manifestarse plenamente; nos ha hecho superiores a los ángeles, aunque muchas veces estemos sometidos a los ángeles de las tinieblas. Pero, decididamente, no somos Dios y tenemos límites. De hecho, ¡hasta el mismo Creador se ha impuesto “un límite” por amor a nosotros!

Salmos 115:16 RVC
16 Los cielos son los cielos del Señor; a los mortales nos ha dado la tierra.

Y hay un tercer problema con el pensamiento “ilimitado”: inevitablemente nos empuja hacia territorios que Dios no nos asignó y en los cuales no nos respaldará, todo lo contrario, caeremos presa de las trampas del enemigo.

Entonces, el mensaje tantas veces repetido, especialmente en congresos juveniles, de “bendición sin límites”, “pensamiento sin límites”, “futuro sin límites”, en realidad es ¡UNA TRAMPA SIN LÍMITES!

Pero, cuando aceptamos y conocemos los “límites” que Dios nos da encontramos verdadera paz: no se me pide realizar obras que están más allá de mis limitadas capacidades y recursos (Dios no tiene limitaciones de recursos, pero los seres humanos sí), nos libra de culpas innecesarias (no soy responsable de aquello que no me fue asignado), no voy a estar expuesto a ninguna tentación que sea superior a las fuerzas que Dios me da (el Señor no está obligado a cumplir Su promesa de protección en los desobedientes), me voy a sentir satisfecho porque voy a ver fruto en mi trabajo (fruto según las medidas divinas, claro) y, por sobre todo, porque habiendo cumplido la labor que se me asignó, ¡esa obra va a trascender mis límites!

Jesucristo se movió dentro de los límites que el Padre le asignó, ¡y Su obra alcanzó para recuperar TODA LA CREACIÓN! Pablo se esforzó en cubrir el territorio que el Espíritu le dio, ¡y su testimonio resultó uno de los principales fundamentos de la Iglesia de todos los tiempos! Si Adán hubiera protegido adecuadamente los límites del terreno asignado, ¡toda la humanidad hubiera sido libre del pecado!

El mensaje de una “conquista ilimitada” es, como dijimos, profundamente satánico, pero la fidelidad en moverse dentro de los límites asignados (sea de dones, ministerio, territorio, tiempo, palabras, etc.) en realidad nos proyecta mucho más allá de ellos.

¡Señor, haznos ver claramente cuáles son los límites asignados a cada uno de nosotros!



Danilo Sorti




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