lunes, 14 de agosto de 2017

138. ¿Y ahora qué hacemos?

Números 9:8 RVC
8 Y Moisés les respondió: «Esperen a que el Señor me diga qué hacer en el caso de ustedes.»


Para este momento Jetro, el suegro de Moisés, ya había visitado al pueblo, le había ayudado a su yerno a organizar la administración de justicia y resolución de problemas, y las cosas estaban marchando relativamente bien en joven nación. Aquí tenemos una situación, como tantas, en las que es necesario pedir sabiduría al Señor para resolver un problema, pero si vemos el contexto nos encontraremos con algunas “perlas” más:

Números 9:6-14 RVC
6 Pero algunos de ellos estaban impuros por haber tocado un cadáver, así que no pudieron celebrar la pascua ese día. Se presentaron entonces ese mismo día ante Moisés y Aarón,
7 y les dijeron: «Nosotros estamos impuros porque tocamos un cadáver. ¿Se nos impedirá por eso presentar nuestra ofrenda al Señor en su momento, junto con el resto de los hijos de Israel?»
8 Y Moisés les respondió: «Esperen a que el Señor me diga qué hacer en el caso de ustedes.»
9 Y el Señor habló con Moisés, y le dijo:
10 «Habla con los hijos de Israel, y diles: “Cualquiera de ustedes o de sus descendientes, que se encuentre impuro por haber tocado un cadáver, o que se halle lejos, o ausente, celebrará también la pascua del Señor;
11 pero la celebrará el día catorce del mes segundo, entre la tarde y la noche. Comerán la pascua con panes sin levadura y hierbas amargas,
12 sin dejar nada del animal sacrificado para el día siguiente, y sin quebrarle un solo hueso. La celebrarán siguiendo todos los ritos de la pascua.
13 Pero si alguien, estando limpio y sin encontrarse de viaje, deja de celebrar la pascua, será eliminado de entre su pueblo por no haber presentado en su momento la ofrenda del Señor. Esa persona cargará con su pecado.
14 “Si entre ustedes vive algún extranjero, y celebra la pascua del Señor, deberá celebrarla siguiendo el rito y las leyes de la pascua. Tanto los extranjeros como los nacidos en la tierra celebrarán un mismo rito.”»

Primero, para estos hombres la Pascua no era un rito más, como tantos ritos vacíos que habían conocido en Egipto y que a veces podían parecer los que el Eterno estaba estableciendo en Su pueblo (y como en efecto se transformaron muchos siglos después). Estas personas sabían cuanto valor tenía, pero más importante que eso, pudieron entender que Dios era mucho más que una lista de reglamentos y que podía haber una “excepción” en función de su fe.

Al día de hoy éstos son los que no se conforman con las cosas “como están”, y por cierto, causan algún tipo de problemas al liderazgo porque éste tiene que revisar sus programas y estructuras, y probablemente generar cambios.

Moisés tomó la decisión correcta, podía haber aplicado la ley que ya conocía, y de hecho sabía muchísimo más que el resto de los israelitas; tampoco no carecía de inteligencia y criterio para decidir por sí mismo. Sin embargo, con una actitud de humildad, reconoció la legitimidad del reclamo y fue a buscar una respuesta en la Fuente.

Notemos que Moisés muy bien hubiera podido dar una respuesta rápida conforme a la ley que ya sabía, el caso de estos hombres había sido contemplado, pero decidió buscar el camino más “largo” y más seguro.

¡Y Dios no dejó de responder! ¿Y cómo respondió? No solucionó el problema puntual de unas pocas personas que muy bien hubieran podido pasar desapercibidas en una nación de dos millones o más de personas, sino que estableció una nueva ordenanza para situaciones parecidas que duraría para siempre. La inquietud de unos pocos hombres de fe fue la ocasión para que se escribiera un nuevo párrafo eterno en la Ley de Dios. Siglos después, en medio de un maravilloso avivamiento nacional y luego de siglos de oscuridad, esta misma ley permitiría que muchos pudieran acercarse nuevamente a su Dios:

2 Crónicas 30:1-5, 13, 14, 18-21, 25-27; 31:1, 2, 5-10, 20, 21 RVC

1 Después Ezequías envió mensajeros por todo Israel y Judá, y escribió cartas a Efraín y a Manasés, para que vinieran a Jerusalén y celebraran la pascua del Señor y Dios de Israel en el templo del Señor.
2 El rey había acordado con sus príncipes y con toda la congregación de Jerusalén el celebrar la pascua en el mes segundo,
3 ya que entonces no la podían celebrar por no haber suficientes sacerdotes santificados, ni tampoco el pueblo se había reunido en Jerusalén.
4 Este acuerdo fue del agrado del rey y de toda la multitud,
5 así que decidieron hacer correr la voz por todo Israel, desde Berseba hasta Dan, para que vinieran a celebrar la pascua del Señor Dios de Israel en Jerusalén, pues hacía mucho tiempo que no la habían celebrado tal y como está escrito.


13 Y así, en el mes segundo mucha gente se reunió en Jerusalén para celebrar la fiesta solemne de los panes sin levadura. Hubo una vasta reunión
14 que se levantó y quitó los altares que había en Jerusalén, y que además quitó todos los altares de incienso y los echó al torrente de Cedrón.

18 Una gran multitud del pueblo de Efraín y Manasés, y de Isacar y Zabulón, no se había purificado, así que comieron la pascua sin cumplir con lo que está escrito; pero Ezequías oró por ellos, y dijo al Señor: «Tú, Dios nuestro, que eres bueno, sé propicio a todos los que de corazón se han preparado para buscarte,
19 aunque no estén purificados según los ritos de purificación del santuario. Tú eres el Señor, el Dios de sus padres.»
20 Y el Señor escuchó la oración de Ezequías, y sanó al pueblo.
21 Así, durante siete días, los israelitas que estaban en Jerusalén celebraron con gran gozo la fiesta solemne de los panes sin levadura; y todos los días los levitas y los sacerdotes glorificaban al Señor, mientras cantaban con sonoros instrumentos.

25 Y así, toda la congregación de Judá se regocijó, lo mismo que los sacerdotes y levitas, y toda la multitud que había venido de Israel, y también los forasteros que habían llegado de la tierra de Israel y los que habitaban en Judá.
26 Hubo gran regocijo en Jerusalén porque, desde los días de Salomón, el hijo del rey David de Israel, no había habido en Jerusalén una celebración semejante.
27 Después los sacerdotes y levitas se pusieron de pie y bendijeron al pueblo, y su voz fue escuchada, y su oración llegó hasta el cielo, hasta la mansión de Dios.

2 Crónicas 31

1 Al terminar la celebración, todos los israelitas que habían asistido salieron por las ciudades de Judá y destruyeron las estatuas y las imágenes de Asera, y derribaron los lugares altos y los altares por todo Judá y Benjamín, y también en Efraín y Manasés, hasta acabar con todo. Después todos los israelitas volvieron a sus ciudades, cada uno a su propia casa.
2 Ezequías arregló la distribución de turnos de los sacerdotes y de los levitas, cada uno según su oficio. Los sacerdotes y los levitas, para ofrecer el holocausto y las ofrendas de paz, para ministrar, para dar gracias y alabar a Dios dentro de las puertas de los atrios del Señor.

5 Cuando este edicto fue divulgado, los israelitas dieron muchas primicias de grano, vino, aceite y miel, y de todos los frutos de la tierra; y llevaron igualmente abundantes diezmos de todas las cosas.
6 También los israelitas y los habitantes de las ciudades de Judá dieron los diezmos de las vacas y de las ovejas, y presentaron los diezmos de lo santificado y de todo lo que habían prometido al Señor su Dios, y los depositaron en montones.
7 Comenzaron a formar aquellos montones en el mes tercero, y terminaron en el mes séptimo.
8 Cuando Ezequías y los príncipes vinieron y vieron los montones, bendijeron al Señor y a su pueblo Israel.
9 Ezequías preguntó a los sacerdotes y a los levitas acerca de esos montones,
10 y el sumo sacerdote Azarías, de la casa de Sadoc, le contestó: «Desde que comenzaron a traer las ofrendas al templo del Señor, hemos comido y nos hemos saciado, y nos ha sobrado mucho, porque el Señor ha bendecido a su pueblo. Esta abundancia de provisiones es lo que ha sobrado.»

20 Así lo hizo Ezequías en todo Judá, y llevó a cabo lo bueno, lo recto y lo verdadero delante del Señor su Dios.
21 En todo lo que emprendió para el servicio del templo de Dios, buscó a su Dios, y lo hizo de todo corazón y de acuerdo con la ley y los mandamientos, y fue prosperado.

A partir de esta pascua celebrada fuera de tiempo, gracias al contratiempo de unos pocos hombres de fe siglos atrás, el Espíritu del Señor pudo desatar una ola de avivamiento y restauración nacional en Israel.

Y no nos olvidemos del último versículo de la cita: el Padre agrega que aún los extranjeros podrían comer de la Pascua respetando las leyes divinas, es decir, está extendiendo la oportunidad de salvación para todo aquel que quisiera.

¡Cuántas decisiones apuradas tomamos, aun sabiendo la respuesta “correcta” por los muchos años que tenemos en el Evangelio! ¡Cuántos episodios “insignificantes” dejamos pasar! Pero el Espíritu nos sigue exhortando a que NUNCA dejemos de buscar la dirección divina en cada asunto, por más trivial que parezca. Y esto es un ejercicio que debemos practicar.


Danilo Sorti




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