Números 9:8 RVC
8 Y Moisés les respondió: «Esperen a que el
Señor me diga qué hacer en el caso de ustedes.»
Para este momento Jetro, el suegro de Moisés,
ya había visitado al pueblo, le había ayudado a su yerno a organizar la
administración de justicia y resolución de problemas, y las cosas estaban
marchando relativamente bien en joven nación. Aquí tenemos una situación, como
tantas, en las que es necesario pedir sabiduría al Señor para resolver un
problema, pero si vemos el contexto nos encontraremos con algunas “perlas” más:
Números 9:6-14 RVC
6 Pero algunos de ellos estaban impuros por
haber tocado un cadáver, así que no pudieron celebrar la pascua ese día. Se
presentaron entonces ese mismo día ante Moisés y Aarón,
7 y les dijeron: «Nosotros estamos impuros
porque tocamos un cadáver. ¿Se nos impedirá por eso presentar nuestra ofrenda
al Señor en su momento, junto con el resto de los hijos de Israel?»
8 Y Moisés les respondió: «Esperen a que el
Señor me diga qué hacer en el caso de ustedes.»
9 Y el Señor habló con Moisés, y le dijo:
10 «Habla con los hijos de Israel, y diles:
“Cualquiera de ustedes o de sus descendientes, que se encuentre impuro por
haber tocado un cadáver, o que se halle lejos, o ausente, celebrará también la
pascua del Señor;
11 pero la celebrará el día catorce del mes
segundo, entre la tarde y la noche. Comerán la pascua con panes sin levadura y
hierbas amargas,
12 sin dejar nada del animal sacrificado para
el día siguiente, y sin quebrarle un solo hueso. La celebrarán siguiendo todos
los ritos de la pascua.
13 Pero si alguien, estando limpio y sin
encontrarse de viaje, deja de celebrar la pascua, será eliminado de entre su
pueblo por no haber presentado en su momento la ofrenda del Señor. Esa persona
cargará con su pecado.
14 “Si entre ustedes vive algún extranjero, y
celebra la pascua del Señor, deberá celebrarla siguiendo el rito y las leyes de
la pascua. Tanto los extranjeros como los nacidos en la tierra celebrarán un
mismo rito.”»
Primero, para estos hombres la Pascua no era
un rito más, como tantos ritos vacíos que habían conocido en Egipto y que a
veces podían parecer los que el Eterno estaba estableciendo en Su pueblo (y
como en efecto se transformaron muchos siglos después). Estas personas sabían
cuanto valor tenía, pero más importante que eso, pudieron entender que Dios era
mucho más que una lista de reglamentos y que podía haber una “excepción” en
función de su fe.
Al día de hoy éstos son los que no se
conforman con las cosas “como están”, y por cierto, causan algún tipo de
problemas al liderazgo porque éste tiene que revisar sus programas y estructuras,
y probablemente generar cambios.
Moisés tomó la decisión correcta, podía haber
aplicado la ley que ya conocía, y de hecho sabía muchísimo más que el resto de
los israelitas; tampoco no carecía de inteligencia y criterio para decidir por
sí mismo. Sin embargo, con una actitud de humildad, reconoció la legitimidad
del reclamo y fue a buscar una respuesta en la Fuente.
Notemos que Moisés muy bien hubiera podido
dar una respuesta rápida conforme a la ley que ya sabía, el caso de estos
hombres había sido contemplado, pero decidió buscar el camino más “largo” y más
seguro.
¡Y Dios no dejó de responder! ¿Y cómo
respondió? No solucionó el problema puntual de unas pocas personas que muy bien
hubieran podido pasar desapercibidas en una nación de dos millones o más de
personas, sino que estableció una nueva ordenanza para situaciones parecidas
que duraría para siempre. La inquietud de unos pocos hombres de fe fue la
ocasión para que se escribiera un nuevo párrafo eterno en la Ley de Dios.
Siglos después, en medio de un maravilloso avivamiento nacional y luego de
siglos de oscuridad, esta misma ley permitiría que muchos pudieran acercarse
nuevamente a su Dios:
2 Crónicas 30:1-5, 13, 14, 18-21, 25-27;
31:1, 2, 5-10, 20, 21 RVC
1 Después Ezequías envió mensajeros por todo
Israel y Judá, y escribió cartas a Efraín y a Manasés, para que vinieran a
Jerusalén y celebraran la pascua del Señor y Dios de Israel en el templo del
Señor.
2 El rey había acordado con sus príncipes y
con toda la congregación de Jerusalén el celebrar la pascua en el mes segundo,
3 ya que entonces no la podían celebrar por
no haber suficientes sacerdotes santificados, ni tampoco el pueblo se había
reunido en Jerusalén.
4 Este acuerdo fue del agrado del rey y de
toda la multitud,
5 así que decidieron hacer correr la voz por
todo Israel, desde Berseba hasta Dan, para que vinieran a celebrar la pascua
del Señor Dios de Israel en Jerusalén, pues hacía mucho tiempo que no la habían
celebrado tal y como está escrito.
13 Y así, en el mes segundo mucha gente se
reunió en Jerusalén para celebrar la fiesta solemne de los panes sin levadura.
Hubo una vasta reunión
14 que se levantó y quitó los altares que
había en Jerusalén, y que además quitó todos los altares de incienso y los echó
al torrente de Cedrón.
18 Una gran multitud del pueblo de Efraín y
Manasés, y de Isacar y Zabulón, no se había purificado, así que comieron la
pascua sin cumplir con lo que está escrito; pero Ezequías oró por ellos, y dijo
al Señor: «Tú, Dios nuestro, que eres bueno, sé propicio a todos los que de
corazón se han preparado para buscarte,
19 aunque no estén purificados según los
ritos de purificación del santuario. Tú eres el Señor, el Dios de sus padres.»
20 Y el Señor escuchó la oración de Ezequías,
y sanó al pueblo.
21 Así, durante siete días, los israelitas
que estaban en Jerusalén celebraron con gran gozo la fiesta solemne de los
panes sin levadura; y todos los días los levitas y los sacerdotes glorificaban
al Señor, mientras cantaban con sonoros instrumentos.
25 Y así, toda la congregación de Judá se
regocijó, lo mismo que los sacerdotes y levitas, y toda la multitud que había
venido de Israel, y también los forasteros que habían llegado de la tierra de
Israel y los que habitaban en Judá.
26 Hubo gran regocijo en Jerusalén porque,
desde los días de Salomón, el hijo del rey David de Israel, no había habido en
Jerusalén una celebración semejante.
27 Después los sacerdotes y levitas se
pusieron de pie y bendijeron al pueblo, y su voz fue escuchada, y su oración
llegó hasta el cielo, hasta la mansión de Dios.
2 Crónicas 31
1 Al terminar la celebración, todos los
israelitas que habían asistido salieron por las ciudades de Judá y destruyeron
las estatuas y las imágenes de Asera, y derribaron los lugares altos y los
altares por todo Judá y Benjamín, y también en Efraín y Manasés, hasta acabar
con todo. Después todos los israelitas volvieron a sus ciudades, cada uno a su
propia casa.
2 Ezequías arregló la distribución de turnos
de los sacerdotes y de los levitas, cada uno según su oficio. Los sacerdotes y
los levitas, para ofrecer el holocausto y las ofrendas de paz, para ministrar,
para dar gracias y alabar a Dios dentro de las puertas de los atrios del Señor.
5 Cuando este edicto fue divulgado, los
israelitas dieron muchas primicias de grano, vino, aceite y miel, y de todos
los frutos de la tierra; y llevaron igualmente abundantes diezmos de todas las
cosas.
6 También los israelitas y los habitantes de
las ciudades de Judá dieron los diezmos de las vacas y de las ovejas, y presentaron
los diezmos de lo santificado y de todo lo que habían prometido al Señor su
Dios, y los depositaron en montones.
7 Comenzaron a formar aquellos montones en el
mes tercero, y terminaron en el mes séptimo.
8 Cuando Ezequías y los príncipes vinieron y
vieron los montones, bendijeron al Señor y a su pueblo Israel.
9 Ezequías preguntó a los sacerdotes y a los
levitas acerca de esos montones,
10 y el sumo sacerdote Azarías, de la casa de
Sadoc, le contestó: «Desde que comenzaron a traer las ofrendas al templo del
Señor, hemos comido y nos hemos saciado, y nos ha sobrado mucho, porque el
Señor ha bendecido a su pueblo. Esta abundancia de provisiones es lo que ha
sobrado.»
20 Así lo hizo Ezequías en todo Judá, y llevó
a cabo lo bueno, lo recto y lo verdadero delante del Señor su Dios.
21 En todo lo que emprendió para el servicio
del templo de Dios, buscó a su Dios, y lo hizo de todo corazón y de acuerdo con
la ley y los mandamientos, y fue prosperado.
A partir de esta pascua celebrada fuera de
tiempo, gracias al contratiempo de unos pocos hombres de fe siglos atrás, el
Espíritu del Señor pudo desatar una ola de avivamiento y restauración nacional
en Israel.
Y no nos olvidemos del último versículo de la
cita: el Padre agrega que aún los extranjeros podrían comer de la Pascua
respetando las leyes divinas, es decir, está extendiendo la oportunidad de
salvación para todo aquel que quisiera.
¡Cuántas decisiones apuradas tomamos, aun
sabiendo la respuesta “correcta” por los muchos años que tenemos en el
Evangelio! ¡Cuántos episodios “insignificantes” dejamos pasar! Pero el Espíritu
nos sigue exhortando a que NUNCA dejemos de buscar la dirección divina en cada
asunto, por más trivial que parezca. Y esto es un ejercicio que debemos
practicar.
Danilo Sorti
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