viernes, 4 de agosto de 2017

84. Como en Sodoma… ¿pero qué era “Sodoma”?

Por razones obvias hoy se habla mucho del paralelo de nuestra sociedad actual con la Sodoma del Antiguo Testamento; normalmente referido al pecado sexual abierto y agresivo. Pero es interesante ver que, siglos después de su destrucción, Sodoma es presentada de “otra” manera; en la verdadera raíz de su pecado:

Ezequiel 16:49-50 RVC
49 »Tu hermana Sodoma y sus hijas pecaron de soberbias. Era tanto el pan que tenían, y tanto el tiempo que les sobraba, que no se ocuparon de dar fuerzas a los pobres y menesterosos.
50 Se llenaron de soberbia y, ante mis ojos, cometieron actos repugnantes; por eso decidí destruirlas.

La extrema degradación moral de Sodoma partió de algo muy “inocente” pero realmente terrible ante el Señor: recibir sobreabundancia de bienes, no compartirlos con los necesitados y terminar creyendo que uno los tiene porque se los merece y es perfectamente justo que así sea. ¿No se parece esto al panorama del mundo occidental de la post guerra, con todo su bienestar material y crecimiento económico?

Muchos cristianos de países prósperos han llegado a naturalizar su condición, es más, comparándose con sus vecinos más ricos consideraron que eran pobres y se esforzaron aún más, reclamándole al Señor por qué no eran bendecidos… siendo que tenían muchas más bendiciones que sus hermanos de la mayor parte del mundo.

Este pasaje nos da la pista también de por qué Dios muchas veces no nos bendice como queremos: sencillamente, no podríamos soportarlo. Antes que pedir bendición, necesitaríamos pedir transformación para poder recibir y administrar esa bendición, y no desviarnos seriamente por el camino.

Nos llama mucho la atención la inmoralidad sexual y en determinados ámbitos cristianos es una de las “principales batallas” que se libra; pero no es la raíz, solamente uno de los frutos de un árbol que se nos pasa desapercibido.

¡Señor, abre nuestros ojos!

Danilo Sorti




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1 comentario:

  1. Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan necesario;
    Proverbios 30:8

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