Proverbios 16:32 RVC
32 Ser paciente es mejor que ser valiente; es
mejor dominarse uno mismo que tomar una ciudad.
Lucas 9:25 RVC
25 Porque ¿de qué le sirve a uno ganarse todo
el mundo, si se destruye o se pierde a sí mismo?
2 Pedro 2:19 RVC
19 Les prometen libertad, pero ellos mismos
son esclavos de la corrupción, pues todo aquel que es vencido, se vuelve
esclavo del que lo venció.
Existen diversas tentaciones o “extremos” que
necesitamos evitar en nuestro caminar cristiano. Uno de ellos es el “exceso” de
servicio.
Hubo un tiempo en que era muy común entre los
ministros de las iglesias, quizás hoy no lo sea tanto, pero siempre permanece
el peligro al acecho. Puede ser que no haya mucho problema cuando tenemos un
ministerio que no es demasiado “exitoso”, pero en la medida que el Señor
bendice (y siempre es un gran problema para Dios bendecirnos…) y se multiplican
las puertas y las oportunidades, crece en la misma proporción la tentación de
“sumergirse” en la “obra de Dios” de tal forma que el servicio y el trabajo
hacia afuera ocupen todo el tiempo, energía y recursos disponibles… descuidando
la propia vida espiritual.
Pero seamos sinceros, queridos hermanos, la
verdad es que cuando nos “sumergimos” en el ministerio de tal forma que
descuidamos nuestra comunión con el Señor, la familia y aún nuestra propia
salud, es porque realmente no queremos encontrarnos con el Señor, cara a cara,
en la intimidad.
Resulta que cuando estamos en quietud y
silencio, el Espíritu nos puede hablar, y entonces va sacando a luz unas
cuantas cosas que tenemos que cambiar, más otras tantas que tendríamos que
haber cambiado hace rato, ¡y no es agradable! El proceso de cambiar uno mismo
es largo y frustrante; resulta mucho más fácil “negociar” con Dios: yo le
ofrezco mi trabajo abnegado y sacrificial a cambio de que el Señor no se meta
demasiado con mi vida personal. ¿Suena a blasfemia, no es cierto? Pero en el fondo
es lo que hacemos a veces.
Y mientras más “éxito” obtenga, tanto mejor,
significa que estamos haciendo algo muy bueno para Dios y que nos está
aprobando, y si aprueba mi ministerio necesariamente me aprueba a mí, ¿o no?
Bueno, no.
La Biblia nos deja bien en claro que es posible
alcanzar grandes éxitos humanos, incluso ministeriales, pero descuidar la
propia vida espiritual (la salud, la familia, etc.). Y que en el fondo es un
falso éxito, porque tampoco puede lograr aquello que proclama: si yo he
descuidado mi propia vida y mi propia salud espiritual, por más que haya
millones que me escuchen y que digan que soy un gran hombre, realmente no les
estoy dando vida sino solo una “apariencia de”.
Creo que entre determinado grupo de
ministros, especialmente unos cuantos de los más “exitosos” este es un error
muy común, y que en el fondo termina corrompiendo su mensaje. Además, si mi
objetivo como cristiano es servir a Dios con mis dones, en mi ámbito familiar,
laboral, escolar, etc., ¿de qué me sirve el mensaje ampuloso de aquel que
realmente no está obteniendo victoria en su propia vida personal? ¿Podré
alimentarme de esas palabras?
Hermanos, no nos engañemos, cuando hay un
gran ministerio, con mucha gente (y mucha plata circulando) es muy fácil que
todos alrededor de él terminen haciendo “como si”, es decir, “como si fuera un
buen padre”, “como si fuera un buen marido”, “como si tuviera una profunda vida
espiritual”, “como si fuera un buen pastor”.
Bueno, puede parecer que estoy echando un
manto de sospecha sobre cualquier ministerio medianamente exitoso, pero no es
así. Como siempre, necesitamos el discernimiento para saber qué está bien y qué
no; y amor para saber qué decir, cuándo y a quién (aunque mejor orar antes de
hablar). Pero mi objetivo principal es que nosotros mismos estemos alertas,
porque, como dije más arriba, siempre es un problema para Dios bendecirnos,
porque cuando lo hace muy fácilmente nos desviamos. En el fondo, si no
aprendemos lecciones como esta, el Padre no podrá nunca bendecirnos más allá de
cierto límite porque sabe que nos desviaríamos apenas viéramos un poco de
“éxito”.
Y quiero agregar algo más: ser bendecidos no
es una opción para tomar o dejar, porque en el fondo no tiene que ver tanto
conmigo o con mi bienestar sino con la potencialidad de ministrar a otros. Dios
desea bendecirnos para bendecir a muchos otros a través nuestro, pero no puede
hacerlo con la mayoría de nosotros.
Hermanos, transitemos el difícil camino de la
muerte del yo hasta llegar al lugar de la genuina bendición. Si no por
nosotros, al menos por aquellos que lo necesitan.
Danilo Sorti
No hay comentarios:
Publicar un comentario