miércoles, 9 de agosto de 2017

98. El único sobre quien realmente tengo control

Proverbios 16:32 RVC
32 Ser paciente es mejor que ser valiente; es mejor dominarse uno mismo que tomar una ciudad.

Lucas 9:25 RVC
25 Porque ¿de qué le sirve a uno ganarse todo el mundo, si se destruye o se pierde a sí mismo?

2 Pedro 2:19 RVC
19 Les prometen libertad, pero ellos mismos son esclavos de la corrupción, pues todo aquel que es vencido, se vuelve esclavo del que lo venció.


Existen diversas tentaciones o “extremos” que necesitamos evitar en nuestro caminar cristiano. Uno de ellos es el “exceso” de servicio.

Hubo un tiempo en que era muy común entre los ministros de las iglesias, quizás hoy no lo sea tanto, pero siempre permanece el peligro al acecho. Puede ser que no haya mucho problema cuando tenemos un ministerio que no es demasiado “exitoso”, pero en la medida que el Señor bendice (y siempre es un gran problema para Dios bendecirnos…) y se multiplican las puertas y las oportunidades, crece en la misma proporción la tentación de “sumergirse” en la “obra de Dios” de tal forma que el servicio y el trabajo hacia afuera ocupen todo el tiempo, energía y recursos disponibles… descuidando la propia vida espiritual.

Pero seamos sinceros, queridos hermanos, la verdad es que cuando nos “sumergimos” en el ministerio de tal forma que descuidamos nuestra comunión con el Señor, la familia y aún nuestra propia salud, es porque realmente no queremos encontrarnos con el Señor, cara a cara, en la intimidad.

Resulta que cuando estamos en quietud y silencio, el Espíritu nos puede hablar, y entonces va sacando a luz unas cuantas cosas que tenemos que cambiar, más otras tantas que tendríamos que haber cambiado hace rato, ¡y no es agradable! El proceso de cambiar uno mismo es largo y frustrante; resulta mucho más fácil “negociar” con Dios: yo le ofrezco mi trabajo abnegado y sacrificial a cambio de que el Señor no se meta demasiado con mi vida personal. ¿Suena a blasfemia, no es cierto? Pero en el fondo es lo que hacemos a veces.

Y mientras más “éxito” obtenga, tanto mejor, significa que estamos haciendo algo muy bueno para Dios y que nos está aprobando, y si aprueba mi ministerio necesariamente me aprueba a mí, ¿o no? Bueno, no.

La Biblia nos deja bien en claro que es posible alcanzar grandes éxitos humanos, incluso ministeriales, pero descuidar la propia vida espiritual (la salud, la familia, etc.). Y que en el fondo es un falso éxito, porque tampoco puede lograr aquello que proclama: si yo he descuidado mi propia vida y mi propia salud espiritual, por más que haya millones que me escuchen y que digan que soy un gran hombre, realmente no les estoy dando vida sino solo una “apariencia de”.

Creo que entre determinado grupo de ministros, especialmente unos cuantos de los más “exitosos” este es un error muy común, y que en el fondo termina corrompiendo su mensaje. Además, si mi objetivo como cristiano es servir a Dios con mis dones, en mi ámbito familiar, laboral, escolar, etc., ¿de qué me sirve el mensaje ampuloso de aquel que realmente no está obteniendo victoria en su propia vida personal? ¿Podré alimentarme de esas palabras?

Hermanos, no nos engañemos, cuando hay un gran ministerio, con mucha gente (y mucha plata circulando) es muy fácil que todos alrededor de él terminen haciendo “como si”, es decir, “como si fuera un buen padre”, “como si fuera un buen marido”, “como si tuviera una profunda vida espiritual”, “como si fuera un buen pastor”.

Bueno, puede parecer que estoy echando un manto de sospecha sobre cualquier ministerio medianamente exitoso, pero no es así. Como siempre, necesitamos el discernimiento para saber qué está bien y qué no; y amor para saber qué decir, cuándo y a quién (aunque mejor orar antes de hablar). Pero mi objetivo principal es que nosotros mismos estemos alertas, porque, como dije más arriba, siempre es un problema para Dios bendecirnos, porque cuando lo hace muy fácilmente nos desviamos. En el fondo, si no aprendemos lecciones como esta, el Padre no podrá nunca bendecirnos más allá de cierto límite porque sabe que nos desviaríamos apenas viéramos un poco de “éxito”.

Y quiero agregar algo más: ser bendecidos no es una opción para tomar o dejar, porque en el fondo no tiene que ver tanto conmigo o con mi bienestar sino con la potencialidad de ministrar a otros. Dios desea bendecirnos para bendecir a muchos otros a través nuestro, pero no puede hacerlo con la mayoría de nosotros.

Hermanos, transitemos el difícil camino de la muerte del yo hasta llegar al lugar de la genuina bendición. Si no por nosotros, al menos por aquellos que lo necesitan.


Danilo Sorti




Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprima aquí para enviarnos tu ofrenda.
🙏

No hay comentarios:

Publicar un comentario