viernes, 18 de agosto de 2017

170. El fundamento del Evangelio y el ministerio evangelístico

Efesios 6:15 RVC
15 y con los pies calzados con la disposición de predicar el evangelio de la paz.

Unos días antes de escribir esto escuché parte del testimonio del pastor Moise Lushiku, y me llamó la atención una escena, cuando es llevado por el camino que siguen todos los muertos, en un bifurcación se encuentra con los ángeles encargados de conducir a las almas hacia el cielo o el infierno. Para su sorpresa ellos no “tenían” pies, en realidad, él no los podía ver porque los pies simbolizan el Evangelio, y ellos no se regían por él sino por las obras de las personas, por lo que cada uno había hecho en su vida.

¡Qué maravilloso es que la gracia de Cristo anunciada en las Buenas Nuevas nos libra de tener que pagar el justo precio que nuestras obras merecían! ¡Qué gracia inmerecida es que Su sangre nos sigue lavando en nuestro caminar cristiano! Esta es la historia de todos los tiempos, nunca, por toda la eternidad, dejaremos de contarla, y nunca dejaremos de regocijarnos y maravillarnos por ella.

La proclamación del Evangelio es el “caminar” de la Iglesia, el avance sobre el Reino de las Tinieblas, y el ministerio encargado principalmente de esta función es el evangelístico. No solo el “calzado del Evangelio” nos permite caminar, también soporta todo el peso de nuestro cuerpo.

1 Corintios 3:11 RVC
11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.

Jesucristo es el fundamento de la Iglesia, es cierto, pero uno de los sentidos de esta expresión lo vemos claramente en el versículo anterior:

1 Corintios 3:10 RVC
10 Según la gracia que Dios me ha dado, yo, como perito arquitecto, puse el fundamento, mientras que otro sigue construyendo encima, pero cada uno debe tener cuidado de cómo sobreedifica.

Pablo llegó a Corinto llevando el mensaje del Evangelio, la salvación en Cristo, el Señorío de Cristo, el regreso de Cristo y el reino futuro de Cristo. Esos eran los elementos centrales de la predicación cristiana primitiva, pero no terminaba todo allí, había que sobreedificar, ese era el fundamento, pero todavía se hacía necesario construir mucho más.

Sin embargo, queda en claro que todo lo que se construyera debía estar firmemente basado en Cristo, lo cual implicaba que no estuviera apartado de las enseñanzas básicas del Evangelio, el mismo mensaje que debe escuchar y creer una persona para alcanzar la salvación.

Por eso la labor de los evangelistas es tan importante también dentro de la iglesia. No es que haya que volver a convertir a los convertidos (aunque nunca falta un “medio hermano” sentado entre nosotros que sí necesita escucharlo…), sino que debemos cuidar de no apartarnos del fundamento.

No obtuvimos la salvación por obras y no debemos manejar la vida cristiana haciendo un compromiso con las obras, negociando bendiciones con el Espíritu o autoridad a cambio de nuestro esfuerzo. No debemos corrernos del Espíritu Santo hacia un espíritu extraño. No debemos perder la centralidad de Cristo. Y en eso creo que la labor de los evangelistas nos puede ayudar mucho; no los releguemos solamente a las campañas o predicación en las plazas, y cuidémonos nosotros mismos también.

¡Señor, ayudanos a no desviarnos de La Roca inconmovible, que eres tú mismo!


Danilo Sorti




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