Romanos 10:13-15 RVC
13 porque todo el que invoque el nombre del
Señor será salvo.
14 Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en el
cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo
oirán si no hay quien les predique?
15 ¿Y cómo predicarán si no son enviados?
Como está escrito: «¡Cuán hermosa es la llegada de los que anuncian la paz, de
los que anuncian buenas nuevas!»
¡Los cristianos somos tan afectos a irnos a
los extremos! Y es que resulta tan fácil… Tener una visión simplificada de
“como son las cosas” es lo que en el fondo todos queremos, ¿quién quiere
complicarse la vida? Entonces, SIEMPRE SIEMPRE SIEMPRE tenemos la tendencia
reducir la vida del Reino de Dios a alguna fórmula simple, con la que podamos
resolver todo; algunas prácticas espirituales que conocemos y que dominamos
bien, y resolvemos la vida y misión de la Iglesia con eso.
Algunas de esas simplificaciones claramente
no resisten el menor análisis bíblico, como es el tan extendido evangelio de la
prosperidad. Otras tienen fama de ser tan espirituales que pocos se atreverían
a cuestionarlas: mientras que hoy se cuestiona de manera exagerada a las
iglesias que son “demasiado bíblicas”, se alaba a las que son “súper
espirituales”. Éstas últimas resuelven todo con la oración, con el crecimiento
espiritual, con procura acercarse a Dios cada vez más.
Debo decir que me atraen dichas
congregaciones, entiendo que necesito ser desafiado constantemente a crecer en
mi relación con el Señor, a someter más mi voluntad y mis deseos, a escuchar Su
voz con más claridad, a amarle y seguirle sin vacilaciones, ¡y nada mejor que
la ministración de una iglesia profética para eso! Claro, uno tiene que tener
cuidado porque cuando abunda la profecía es difícil salir de esas reuniones sin
la espada de la Palabra “clavada”, pero esas son heridas que el mismo Señor nos
hace para curarnos.
Bueno, con todo lo hermoso y necesario que
son esas iglesias, no debemos olvidarnos que suelen cometer un error básico:
llegar a pensar que todo se resuelve con oración: que los perdidos creerán si
oramos lo suficiente, que la ciudad cambiará si hacemos guerra espiritual, que
Satanás liberará a sus cautivos a través de la declaración profética. ¡Y todo
eso es válido, necesario y nunca haremos lo suficiente! Pero no es lo único.
Jesucristo tuvo que venir en carne humana,
caminar y vivir en una sociedad en un tiempo, tuvo que morir literalmente; el
Evangelio necesita ser predicado por mensajeros humanos, estos mensajeros
necesitan ser enviados y sostenidos, es decir, ¡hay que pagarles para que
puedan hacer la obra, mis queridos hermanos! He aquí un secreto: los siervos
del Señor no se alimentan de aire ni se visten con nubes…
Cuando profundizamos tanto en las dimensiones
espirituales es por demás de fácil que nos olvidemos de las “cosas terrenales”,
es más, las descartamos como de menor valor, ¡pero cuidado! Ése es precisamente
el error del espíritu de Grecia. Y es que cuando nos “metemos en el mundo
espiritual” debemos saber que también hay otros espíritus dando vueltas por
ahí…
La oración es fundamental en la vida
cristiana, y no me voy a cansar de decir que la gran mayoría de los cristianos
hoy prácticamente no ora. Pero cuidado, una vez que hayamos presentado nuestras
necesidades y que hayamos escuchado los planes del Eterno, hay un tiempo de
acción.
Aclaremos, hay llamados ministeriales
expresos a la oración y hay personas que el Señor aparta de cualquier otra
actividad para que se dedique a eso, y son un verdadero tesoro. Pero siguen
siendo llamados específicos, no es para todo el Cuerpo de Cristo.
Danilo Sorti
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