lunes, 14 de agosto de 2017

130. La oración es central… pero no todo se resuelve con oración

Romanos 10:13-15 RVC
13 porque todo el que invoque el nombre del Señor será salvo.
14 Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?
15 ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Como está escrito: «¡Cuán hermosa es la llegada de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!»

¡Los cristianos somos tan afectos a irnos a los extremos! Y es que resulta tan fácil… Tener una visión simplificada de “como son las cosas” es lo que en el fondo todos queremos, ¿quién quiere complicarse la vida? Entonces, SIEMPRE SIEMPRE SIEMPRE tenemos la tendencia reducir la vida del Reino de Dios a alguna fórmula simple, con la que podamos resolver todo; algunas prácticas espirituales que conocemos y que dominamos bien, y resolvemos la vida y misión de la Iglesia con eso.

Algunas de esas simplificaciones claramente no resisten el menor análisis bíblico, como es el tan extendido evangelio de la prosperidad. Otras tienen fama de ser tan espirituales que pocos se atreverían a cuestionarlas: mientras que hoy se cuestiona de manera exagerada a las iglesias que son “demasiado bíblicas”, se alaba a las que son “súper espirituales”. Éstas últimas resuelven todo con la oración, con el crecimiento espiritual, con procura acercarse a Dios cada vez más.

Debo decir que me atraen dichas congregaciones, entiendo que necesito ser desafiado constantemente a crecer en mi relación con el Señor, a someter más mi voluntad y mis deseos, a escuchar Su voz con más claridad, a amarle y seguirle sin vacilaciones, ¡y nada mejor que la ministración de una iglesia profética para eso! Claro, uno tiene que tener cuidado porque cuando abunda la profecía es difícil salir de esas reuniones sin la espada de la Palabra “clavada”, pero esas son heridas que el mismo Señor nos hace para curarnos.

Bueno, con todo lo hermoso y necesario que son esas iglesias, no debemos olvidarnos que suelen cometer un error básico: llegar a pensar que todo se resuelve con oración: que los perdidos creerán si oramos lo suficiente, que la ciudad cambiará si hacemos guerra espiritual, que Satanás liberará a sus cautivos a través de la declaración profética. ¡Y todo eso es válido, necesario y nunca haremos lo suficiente! Pero no es lo único.

Jesucristo tuvo que venir en carne humana, caminar y vivir en una sociedad en un tiempo, tuvo que morir literalmente; el Evangelio necesita ser predicado por mensajeros humanos, estos mensajeros necesitan ser enviados y sostenidos, es decir, ¡hay que pagarles para que puedan hacer la obra, mis queridos hermanos! He aquí un secreto: los siervos del Señor no se alimentan de aire ni se visten con nubes…

Cuando profundizamos tanto en las dimensiones espirituales es por demás de fácil que nos olvidemos de las “cosas terrenales”, es más, las descartamos como de menor valor, ¡pero cuidado! Ése es precisamente el error del espíritu de Grecia. Y es que cuando nos “metemos en el mundo espiritual” debemos saber que también hay otros espíritus dando vueltas por ahí…

La oración es fundamental en la vida cristiana, y no me voy a cansar de decir que la gran mayoría de los cristianos hoy prácticamente no ora. Pero cuidado, una vez que hayamos presentado nuestras necesidades y que hayamos escuchado los planes del Eterno, hay un tiempo de acción.

Aclaremos, hay llamados ministeriales expresos a la oración y hay personas que el Señor aparta de cualquier otra actividad para que se dedique a eso, y son un verdadero tesoro. Pero siguen siendo llamados específicos, no es para todo el Cuerpo de Cristo.


Danilo Sorti




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