lunes, 14 de agosto de 2017

127. Quedarse en una lucha pasada

Daniel 10:19-21 RVC
19 y me dijo: «La paz sea contigo, amado Daniel. No tengas miedo, sino sobreponte y cobra ánimo.» Mientras aquel hombre me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: «Mi señor me ha infundido ánimo. Hábleme ahora.»
20 Y me dijo: «¿Sabes por qué he venido a verte? Pues porque ahora tengo que volver a pelear contra el príncipe de Persia, y cuando termine de pelear con él, vendrá el príncipe de Grecia.
21 Aparte de Miguel, el príncipe de ustedes, nadie me ayuda contra ellos. Pero yo voy a revelarte lo que está escrito en el libro de la verdad.


Esta escena de conflicto espiritual nos ilustra algunas verdades importantes de nuestra propia lucha, que en realidad no es demasiado diferente, aún más, ¡es la que motoriza la lucha en los aires!

Veamos el versículo 20: el ángel (¿Gabriel?) le cuenta a Daniel cuáles eran sus luchas en lo inmediato: primero contra el príncipe de Persia y luego contra el ángel principal de Grecia, el espíritu de Grecia.

El espíritu de Persia era un espíritu guerrero de confrontación directa, de guerra, que entre otras cosas estorbaba la llegada de la revelación (artículo “Principados: el príncipe de Persia”, Renato Garrido). Luego de él vendría el espíritu de Grecia, que es con quién hemos lidiado fuertemente durante estos dos milenios: es el espíritu filosófico, del razonamiento humano (no divino), que ha establecido una fortaleza increíblemente grande dentro de la Iglesia desde los primeros siglos. Y esta secuencia es lógica, porque una vez que el espíritu guerrero no pudo evitar que la revelación llegue, y ésta no solo llegó sino que se estableció, el espíritu filosófico se encarga de, sutilmente, desvirtuarla, quitarle poder y, si es posible, torcerla radicalmente o negarla; pero por lo menos hacerla infructífera.

Ahora bien, yendo a realidades más cercanas y de plazos más cortos, el mismo principio opera en lo “cotidiano”, mucho más en estas últimas décadas en las que los cambios se han acelerado: el principado o fortaleza que trabaja en un lugar en un momento no es necesariamente el mismo que va a estar en un tiempo futuro (o al menos, no con la misma fachada, pero no es raro que sea reemplazado). Y cada principado trae consigo una serie de doctrinas, estructuras mentales y fortalezas espirituales. En consecuencia, la lucha espiritual y de argumentos que es necesario librar en un momento y / o con determinado grupo de gente puede ser bastante diferente a la lucha que sea necesario librar en otro momento y / o con otro grupo de gente.

¿Cómo lo vemos en la práctica? Fácil, basta observar a cristianos de años, predicadores, maestros, pastores, etc. Es frecuente ver que tienen un tema que en su época (de jóvenes) fue muy necesario y que produjo muchos resultados para el Señor, pero que hoy no. Aunque la explicación es más compleja, una de las cosas que está pasando ahí es que ese tema resultaba necesario en aquella época y por lo tanto el Padre bendecía y daba fruto cuando se enseñaba y se “luchaba espiritualmente” en ese sentido. Pero ahora las cosas cambiaron (cambió el tiempo, cambió la gente, cambió la iglesia, cambiaron los principados) y hay otras necesidades, otras fortalezas y otros temas.

Algunos confunden los “temas eternos” con los asuntos más contingentes. El problema del pecado, la salvación, la vida del Reino son eternos; de qué forma encararlos, cuáles son los “subtemas” urgentes en cada momento, cuáles son las fortalezas prioritarias son asuntos más contingentes. En algún momento surgen determinados errores en relación con una doctrina; al pasar el tiempo aparecen otros distintos. Obviamente no podemos quedarnos peleando contra los primeros, pero suele ser muy común que los maestros y predicadores lo hagan, especialmente los que fueron formados fuertemente en determinados seminarios o los que han tenido que sostener una dura lucha en su juventud contra esos problemas.

En estos tiempos últimos las fortalezas y argumentos contra los cuales debemos luchar cambian, ¡y no podemos seguir peleando contra fantasmas! Espero que algunos de los más “viejos” puedan reevaluar en qué están creyendo y cuáles son sus preocupaciones en relación con el Reino, no necesariamente para cambiar ni su enfoque principal ni sus dones o ministerios, pero sí para ajustar su lucha a la realidad presente. Y mucho más espero que los “nuevos” aprendan de esto para no cometer los mismos errores.

Para concluir, digamos que el versículo 21 expresa otra verdad por demás de importante: así como este ángel de primer rango en los ejércitos celestiales estuvo casi solo en su lucha, más de una vez nosotros lo estamos y lo estaremos. Y nadie mejor que el mismo Señor, que llegó a estar COMPLETAMENTE solo en la cruz.

El campo de batalle que ya conocemos puede ser relativamente seguro, pero el batallón principal del ejército enemigo probablemente ya se haya ido de allí, así que somos llamados a un campo nuevo, desconocido y peligroso; en el que además muy probablemente peleemos sin compañeros humanos a nuestro lado. Pero mientras nos paseemos alrededor de la fortaleza enemiga, planeando la batalla inminente, se cumplirá en nosotros el mismo encuentro que tuvo Josué:

Josué 5:13-14 RVC
13 Un día en que Josué estaba cerca de Jericó, de pronto levantó la vista y vio delante de él a un hombre con una espada desenvainada en la mano. Se acercó a él y le preguntó: «¿Eres uno de los nuestros, o eres de nuestros enemigos?»
14 El hombre respondió: «Ni lo uno ni lo otro. Estoy al mando del ejército del Señor, y por eso he venido.» Entonces Josué se inclinó con el rostro en tierra, y lo adoró, mientras decía: «¿Qué órdenes tiene mi Señor para este siervo suyo?»



Danilo Sorti




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