lunes, 14 de agosto de 2017

129. ¿Un “llanero solitario”?

Hechos 18:24-28 RVC
24 Por esos días llegó a Éfeso un judío de Alejandría, que se llamaba Apolos. Era muy elocuente, y tenía un sólido conocimiento de las Escrituras;
25 además, había sido instruido en el camino del Señor, y con espíritu fervoroso hablaba y enseñaba con precisión todo lo concerniente al Señor. Pero sólo conocía el bautismo de Juan.
26 Apolos comenzó a hablar en la sinagoga sin ningún temor, pero cuando Priscila y Aquila lo oyeron, lo llamaron aparte y le expusieron con todo detalle el camino de Dios.
27 Apolos quería ir a Acaya, y los hermanos lo animaron; escribieron a los discípulos de allá para que lo recibieran y, cuando él llegó, fue de mucho provecho para los que, por la gracia de Dios, habían creído,
28 pues con mucha vehemencia refutaba en público a los judíos, y con las Escrituras les demostraba que Jesús era el Cristo.


Apolos es, en una primera lectura, el segundo mejor ejemplo del ministro “no sujeto” tal como les gusta definirlo hoy a la mayoría de los pastores; el primer mejor ejemplo es el mismo Pablo. Honestamente, no vemos que se hiciera mucho problema por eso. Es más, a pesar de no tener la revelación completa, no dejaba de enseñar con valentía lo que sabía.

Apolos había recibido algo de la verdad y sabía que era urgente compartirlo, ¡y así lo hizo! No sabemos si él sabía que era solo una parte, o si suponía que había algo más, solo sabemos que lo que tenía lo compartía.

Uno de los argumentos favoritos del establishment es que al no estar “bajo la cobertura” (concepto en sí satánico y antibíblico) de una institución establecida vamos a cometer errores y tener confusiones doctrinales. Y en parte es cierto, ¡es absolutamente cierto! Y habrá que corregir en algún momento los errores que hayamos enseñado. Lo que el establishment no dice es que, a lo largo de la historia, las grandes herejías y los grandes errores doctrinales se transmitieron y perpetuaron precisamente a través de las instituciones establecidas.

Bueno, no quiero hacer una “alabanza a los llaneros solitarios”, en realidad, no creo que sea la mejor forma de llevar adelante un ministerio, y de hecho el ejemplo de Apolos nos muestra que no. ¿Cuál es la “solución” bíblica?

Entendamos primero que Apolos no estaba errado en sí, aunque su enseñanza era incompleta, estaba en lo cierto. Hay ministerios “llaneros solitarios” que tienen importantes errores (al igual que muchos de los ministerios e iglesias establecidos), no deberíamos avalar eso. Pero el Señor vio el corazón de Apolos, su fervor y su amor, por lo que decidió unirlo al equipo que Él estaba formando.

Priscila y Aquila, un matrimonio del equipo apostólico de Pablo, al escucharlo vieron lo mismo que el Señor había visto. ¿Qué hicieron ellos? Podría decir muy fácilmente lo que haría el 90 % de los pastores hoy día: le dirían algunos halagos y luego de manera más o menos sutil le harían ver su falta de sujeción  y su error, para intentar después llevarlo a su ministerio, en donde, quizás, en algún momento, pudiera volver a predicar, generalmente apoyando la “obra del ungido”.

Pero Priscila y Aquila no hicieron lo mismo. Por supuesto que le explicaron lo que estaba equivocado, sin avergonzarlo públicamente, y luego lo ayudaron a seguir con su ministerio, incluso abriéndole puertas, ¡a un desconocido!

No vemos en ninguna parte que hayan obligado a Apolos a permanecer bajo la órbita apostólica de Pablo, pero sí lo vemos más adelante asociado (de manera más o menos independiente) con él, siendo incluso reconocido por el apóstol y siendo él mismo nombrado apóstol.

La historia posterior de Apolos demostró la sinceridad y el llamado que había en su corazón. No podemos decir lo mismo de todos los que aparecen “solitarios”, pero tampoco podemos negarlo en todos. Lo cierto es que Priscila y Aquila en primer lugar, y Pablo luego, lo evaluaron adecuadamente y le brindaron su ayuda; en ningún momento vemos que hayan pretendido dominar su voluntad o controlar su llamado. Como respuesta de amor, Apolos colaboró grandemente con el trabajo de Pablo y la dimensión de su obra la conoceremos solo cuando estemos en presencia del Amado.

Un ministerio llamado “llanero solitario”  por los que (dicen) están unidos a una estructura más grande no necesariamente está en el error; aunque hay un tiempo en el que el Señor lo integrará en una comunión mayor, puede ser un instrumento muy valioso para la obra.


Danilo Sorti




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