Hechos 18:24-28 RVC
24 Por esos días llegó a Éfeso un judío de
Alejandría, que se llamaba Apolos. Era muy elocuente, y tenía un sólido
conocimiento de las Escrituras;
25 además, había sido instruido en el camino
del Señor, y con espíritu fervoroso hablaba y enseñaba con precisión todo lo
concerniente al Señor. Pero sólo conocía el bautismo de Juan.
26 Apolos comenzó a hablar en la sinagoga sin
ningún temor, pero cuando Priscila y Aquila lo oyeron, lo llamaron aparte y le
expusieron con todo detalle el camino de Dios.
27 Apolos quería ir a Acaya, y los hermanos
lo animaron; escribieron a los discípulos de allá para que lo recibieran y,
cuando él llegó, fue de mucho provecho para los que, por la gracia de Dios,
habían creído,
28 pues con mucha vehemencia refutaba en
público a los judíos, y con las Escrituras les demostraba que Jesús era el
Cristo.
Apolos es, en una primera lectura, el segundo
mejor ejemplo del ministro “no sujeto” tal como les gusta definirlo hoy a la
mayoría de los pastores; el primer mejor ejemplo es el mismo Pablo.
Honestamente, no vemos que se hiciera mucho problema por eso. Es más, a pesar de
no tener la revelación completa, no dejaba de enseñar con valentía lo que
sabía.
Apolos había recibido algo de la verdad y
sabía que era urgente compartirlo, ¡y así lo hizo! No sabemos si él sabía que
era solo una parte, o si suponía que había algo más, solo sabemos que lo que
tenía lo compartía.
Uno de los argumentos favoritos del establishment
es que al no estar “bajo la cobertura” (concepto en sí satánico y antibíblico)
de una institución establecida vamos a cometer errores y tener confusiones
doctrinales. Y en parte es cierto, ¡es absolutamente cierto! Y habrá que
corregir en algún momento los errores que hayamos enseñado. Lo que el
establishment no dice es que, a lo largo de la historia, las grandes herejías y
los grandes errores doctrinales se transmitieron y perpetuaron precisamente a
través de las instituciones establecidas.
Bueno, no quiero hacer una “alabanza a los
llaneros solitarios”, en realidad, no creo que sea la mejor forma de llevar
adelante un ministerio, y de hecho el ejemplo de Apolos nos muestra que no.
¿Cuál es la “solución” bíblica?
Entendamos primero que Apolos no estaba
errado en sí, aunque su enseñanza era incompleta, estaba en lo cierto. Hay
ministerios “llaneros solitarios” que tienen importantes errores (al igual que
muchos de los ministerios e iglesias establecidos), no deberíamos avalar eso.
Pero el Señor vio el corazón de Apolos, su fervor y su amor, por lo que decidió
unirlo al equipo que Él estaba formando.
Priscila y Aquila, un matrimonio del equipo
apostólico de Pablo, al escucharlo vieron lo mismo que el Señor había visto.
¿Qué hicieron ellos? Podría decir muy fácilmente lo que haría el 90 % de los
pastores hoy día: le dirían algunos halagos y luego de manera más o menos sutil
le harían ver su falta de sujeción y su
error, para intentar después llevarlo a su ministerio, en donde, quizás, en
algún momento, pudiera volver a predicar, generalmente apoyando la “obra del
ungido”.
Pero Priscila y Aquila no hicieron lo mismo.
Por supuesto que le explicaron lo que estaba equivocado, sin avergonzarlo
públicamente, y luego lo ayudaron a seguir con su ministerio, incluso
abriéndole puertas, ¡a un desconocido!
No vemos en ninguna parte que hayan obligado
a Apolos a permanecer bajo la órbita apostólica de Pablo, pero sí lo vemos más
adelante asociado (de manera más o menos independiente) con él, siendo incluso
reconocido por el apóstol y siendo él mismo nombrado apóstol.
La historia posterior de Apolos demostró la
sinceridad y el llamado que había en su corazón. No podemos decir lo mismo de
todos los que aparecen “solitarios”, pero tampoco podemos negarlo en todos. Lo
cierto es que Priscila y Aquila en primer lugar, y Pablo luego, lo evaluaron
adecuadamente y le brindaron su ayuda; en ningún momento vemos que hayan
pretendido dominar su voluntad o controlar su llamado. Como respuesta de amor,
Apolos colaboró grandemente con el trabajo de Pablo y la dimensión de su obra
la conoceremos solo cuando estemos en presencia del Amado.
Un ministerio llamado “llanero
solitario” por los que (dicen) están
unidos a una estructura más grande no necesariamente está en el error; aunque
hay un tiempo en el que el Señor lo integrará en una comunión mayor, puede ser
un instrumento muy valioso para la obra.
Danilo Sorti
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