sábado, 5 de agosto de 2017

85. Cómo rearmar un corazón hecho pedazos

Hay un pasaje muy conocido que cuando lo leemos de Reina Valera 1960 pierde un poco de su significado (para los lectores del siglo XXI, claro):

Salmos 34:18 RV1960
18 Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón;
Y salva a los contritos de espíritu.

Pero cuando vamos a una versión más actual empezamos a ver algunas cosas nuevas:

Salmos 34:18 DHH
18 (19) El Señor está cerca, para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos
y han perdido la esperanza.

El corazón abatido, propiamente “quebrantado” es el corazón “hecho pedazos”. Desde hace algún tiempo atrás se ha extendido entre los cristianos el concepto de “alma fragmentada”, explicando muy bien toda una serie de problemas y trastornos. En nuestro lenguaje material y terrenal, que tan pobremente puede explicar las realidades espirituales, es una metáfora esclarecedora. De hecho, el lenguaje de las cosas espirituales es necesariamente metafórico.

Bueno, volvamos al tema. Un “corazón hecho pedazos” no es una experiencia ajena a ningún hombre, es más, probablemente sea lo más común. Así ha sido desde que vino el pecado a la humanidad, y así Dios lo permite y lo seguirá permitiendo para que, en su “descomposición” interna el hombre busque a Dios. Y así muchos han llegado a Cristo y seguirán haciéndolo.

Solemos predicar que a Dios hay que darle lo mejor y con esa excusa llenamos de lujos nuestros lugares de reunión (mientras en el otro lado del mundo nuestros hermanos se mueren de hambre), siendo que en realidad nada de eso tiene verdadero valor para Dios:

Salmos 51:16-17 RVC
16 Aún si yo te ofreciera sacrificios, no es eso lo que quieres; ¡no te agradan los holocaustos!
17 Los sacrificios que tú quieres son el espíritu quebrantado; tú, Dios mío, no desprecias al corazón contrito y humillado.

¡Qué cosa tan absurda a los oídos de nuestras iglesias “modernas”! Lo que Dios anhela como ofrenda es nada más y nada menos que un alma hecha pedazos en Su presencia. Digamos que el pastor pidiera para el próximo domingo que, en vez de ofrendas, los hermanos llevaran artefactos rotos, y mientras más rotos mejor, ¿no iría a llamar urgentemente la comisión de diáconos a un servicio de asistencia psiquiátrica? Probablemente… Pero eso es exactamente lo que Dios anhela: que le llevemos nuestra alma, nuestro corazón, roto, desarmado, y a veces un poco sucio.

Porque entonces Él puede traer verdadera sanidad, es con eso que puede trabajar para recomponerlo a la imagen de Su Hijo, es sólo con eso que Él puede construir Su Reino aquí en la tierra y traer todas Sus bendiciones.

Ahora bien, Dios es el Único que tiene el derecho de hacerlo, y, obviamente, el Único que puede hacerlo bien. Pero cuidado, hay muchas herramientas y falsas soluciones, algunas muy potentes y atractivas para “reconstruir corazones quebrantados”. Éstas enseñanzas pueden incluso basarse (y normalmente lo hacen) en principios bíblicos, pero lejos de Su Hacedor. Constituyen una “escalera” propia para “llegar al cielo”.

La experiencia del “corazón hecho pedazos” es común a todos los seres humanos: algunos lo manifiestan más que otros, pero todos pasamos por allí, y generalmente varias veces… o muchas! Cómo salimos de allí es la cuestión: o nos saca Dios, reconstruyendo los pedazos conforme Su modelo, o “salimos” (aparentemente por lo menos) con nuestras propias fuerzas o gracias a filosofías humanistas, ayuda psicológica o lo que fuere; que podrá contener muchos principios genuinos de Dios pero aplicados SIN Dios.

Esa “reconstrucción” sin Dios es la que genera un corazón endurecido; a medida que más profundamente somos afligidos y más Satanás puede reconstruir los pedazos que quedan del corazón, más insensible y endurecido se vuelve, y más útil en sus manos.

El cristiano inevitablemente pasará por los momentos de quebranto, ABSOLUTAMENTE NADIE está exento de eso ni podría estarlo (cualquier predicación de “éxito constante” es una mentira satánica, así de simple), debe permitirle al Señor rearmar los pedazos, y el resultado será, eso sí, progresivamente más glorioso.

¡Señor, te llevamos los pedazos de nuestro corazón, para que Tú los unas en Tu diseño perfecto!


Danilo Sorti




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