viernes, 18 de agosto de 2017

164. En el lugar escondido te preparó Dios

1 Crónicas 17:7 RVC
7 Así que ve a decirle a mi siervo David que yo, el Señor de los ejércitos, he dicho: ‘Yo te tomé del redil, cuando andabas detrás de las ovejas, para que fueras el príncipe de mi pueblo Israel.


El ejemplo de David no es nada fuera de lo común en las páginas bíblicas, podemos mencionar muchos siervos de Dios a quienes el Señor preparó “en lo oculto”; gente que no venía de una larga tradición ni de la cual alguien hubiera razonablemente pensado que podía ocupar un rol poderoso en el propósito divino. Sin ir más lejos, el mismo Rey del Universo nació en un humilde establo y se crió jugando con la viruta de una carpintería, ¿acaso el Salvador y Soberano de la Creación podía salir de ahí?

Ninguno de los apóstoles venía de tradición religiosa propiamente dicha, si bien no eran pobres, se trataba de hombres de negocios, pequeños empresarios o profesionales, ¡nada que ver con la función que después desempeñarían, como cimientos de la Iglesia! Bueno, a decir verdad, uno de ellos sí venía de un ámbito cercano a la más poderosa tradición religiosa de la época: Judas Iscariote…

Casi todos los hombres de las páginas bíblicas que desempeñaron un rol trascendental en el Reino “no debían haber estado allí” desde el punto de vista humano. Dicho de otra forma, Dios mismo se encargó de formarlos en “lo oculto”. ¿Por qué?

Hay varias razones. Una de ellas es que si Dios quería traer un cambio no podía hacerlo con las personas a las que les estaba “yendo bien” con las cosas como estaban. Pero la otra razón muy importante es que el lugar más seguro y relativamente libre de los ataques más directos del Adversario es, precisamente, “el lugar oculto”.

¿Qué es lo que mira Satanás? Lo mismo que vemos en la tentación:

Mateo 4:8-9 RVC
8 De nuevo el diablo lo llevó a un monte muy alto. Allí le mostró todos los reinos del mundo y sus riquezas,
9 y le dijo: «Todo esto te daré, si te arrodillas delante de mí y me adoras.»


Creo que Satanás fue absolutamente sincero aquí: le estaba mostrando a Jesús lo que él mismo más deseaba y más quería: poder, riquezas, fama, dominio. El “pequeño” inconveniente era que nada de eso le importó nunca al Señor, Él estaba procurando la salvación eterna de los hombres, ¡nada que ver con lo que Satanás quería! Jesús no necesitaba preocuparse por ningún reino, ¡era Rey y nunca dejaría de serlo! Tampoco debía preocuparse por el dominio ¡es el Creador del Universo! ¿Y para qué quería la fama, si al final de los tiempos ABSOLUTAMENTE TODA rodilla se doblará ante Él?

Este episodio ilustra, entonces, la razón por la cual Dios elige el “lugar escondido”, ¡Satanás “no mira” allí! Ahora bien, no seamos inocentes, Satanás conoce mucho mejor que nosotros los planes y la forma de obrar de Dios, propiamente dicho, “no hay” lugar escondido para él en esta tierra caída; pero debido a su naturaleza, su enfoque siempre ha sido el poder y dedica la mayoría de sus recursos a mantener a los poderosos bajo su control, y también a aquellos que están en ese camino, los que van a sucederlos. No es que se descuide de los “no poderosos”, pero su ejército es limitado y tiene que priorizar sus actividades.

Además, él también necesita de sus siervos para llevar a cabo sus planes aquí, y estos siervos, que tienen su misma mentalidad, necesariamente se van a enfocar en los poderosos y en los que llegarán a serlo, porque es lo que desean y lo que les interesa. Por más que Satanás sepa que un “don nadie” está siendo preparado por Dios para conmover el reino de las tinieblas, es difícil conseguir una gran cantidad de sus siervos para obrar en contra de él.

Así, hay una cuestión estratégica por la cual conviene que el siervo de Dios sea preparado en lo oculto hasta el día de su manifestación. Así, conviene que el que está siendo preparado no trate de adelantar ese día, ni de “asomar la nariz” fuera de tiempo. ¡Pero hace falta mucha paciencia para esto! Paciencia y dominio propio, más aún, literalmente morir a uno mismo, al yo y a los propios deseos.

Nunca nos olvidemos que Juan el Bautista necesitó solo seis meses de ministerio para cumplir su función, y sin Juan el Bautista no hubiéramos tenido el ministerio de Jesús, ¡así que fue muy importante! Pueden ser muchos años el tiempo de preparación del Señor sobre vos, y quizás un “breve” ministerio, pero ese “breve” ministerio, en el propósito y tiempos perfectos del Señor, es absolutamente suficiente.

Hermanos, ¡animémonos unos a otros con estas verdades!



Danilo Sorti




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