miércoles, 9 de agosto de 2017

93. ¿Cómo nos relacionamos con los “hermanastros”?

2 Timoteo 4:3 DHH
3 Porque va a llegar el tiempo en que la gente no soportará la sana enseñanza; más bien, según sus propios caprichos, se buscarán un montón de maestros que solo les enseñen lo que ellos quieran oir.

El conjunto de significados de la palabra “soportar” en griego (según Strong) incluye los conceptos de: aguantar, padecer, soportar, sufrir, tolerar; no muy diferente a lo que entenderíamos en castellano. En definitiva, el significado es bastante claro: la gente de ese tiempo que menciona Pablo no toleraría escuchar la verdad, pero a su vez tendría “comezón de oir” (como traduce VRV60). Esta palabra en la Biblia (según Strong) quiere decir codicia por lo prohibido, concupiscencia (deseos humanos materiales y sexuales, exacerbados o desordenados), deseo, pasión.

Creo que no hace falta aclarar que se trata de la gente que tenemos hoy, pero veámoslo más en detalle. Estas personas están desesperadas por oir algo “espiritual”, que los aliente, que trascienda

Entonces, tenemos gente que está desesperada por oir, porque (según interpreto yo) el contexto de este tiempo, la vacuidad del mundo material, los desastres que ocurren todos los días y la misma voz del Espíritu hablando a toda carne, generan una inquietud en el corazón de prácticamente todas los seres humanos hoy día. Pero a su vez están tan cerrados a la verdad y tan endurecidos en su estilo de vida pecaminoso que no quieren cambiar y no soportan siquiera que se les mencione su error. No lo soportan, claro, porque en el fondo de su corazón (en su espíritu, “medio despierto” por los acontecimientos que están ocurriendo) saben que están mal, pero su alma acalla con todas las fuerzas esa voz. No soportan porque saben en lo profundo que es verdad, aunque no lo entiendan con su mente, por eso necesitan desesperadamente acallar esa voz.

Más arriba dije que esta gente es la que hoy tenemos, quizás haga falta aclarar que constituyen buena parte de nuestras iglesias populosas. Pues bien, ¿cómo nos relacionamos con ellos? Específicamente los líderes, los ministros, ¿qué hacemos con ellos?

Supongo que muchos de los que están sirviendo al Señor ya se han hecho esta pregunta y han llegado a respuestas más o menos adecuadas. En todo caso, una respuesta inadecuada es ser “políticamente correcto”, aunque tampoco corresponde ofender innecesariamente.

Unos versículos antes, Pablo le hace un encargo muy enfático a Timoteo, de que no se desanime de predicar, aun cuando no quieran escuchar; y que sea muy paciente; sabiendo que en algún momento su auditorio sería esta clase de gente, que tendría su cabeza llena de “toda clase de cuentos”.

Por un lado debemos tener bien en claro a quiénes les estamos hablando y qué clase de respuesta podemos esperar; hermanos, no nos hagamos ilusiones. Por otro, creo que tampoco debemos ser imprudentes ni exponernos sin necesidad. ¡Cuidado! Son gente peligrosa, unos versículos antes Pablo le dijo a Timoteo:

2 Timoteo 3:5 DHH
5 Aparentarán ser muy religiosos, pero con sus hechos negarán el verdadero poder de la religión.
No tengas nada que ver con esa clase de gente.

“No tengas nada que ver”; es decir, podemos predicarles con prudencia (bajo la guía del Espíritu) pero no relacionarnos con ellos; lo que en el ámbito de la iglesia significa no tener comunión con ellos. Suena paradójico porque el Señor nos llama a amarnos unos a otros y mantener la relación fraternal, pero se entiende bien si consideramos que la relación fraternal la podemos mantener sólo con los hermanos, ¡no con los que aparentan serlo!

No nos involucremos con ellos: no los tengamos como líderes, no organicemos ministerios junto con ellos, no compartamos ni tiempo ni charlas con ellos porque nos van a enredar con sus palabras y van a terminar hablando mal de nosotros, y mucho menos nos asociemos en actividades económicas. Sólo transmitir una palabra (que inevitablemente será siempre de exhortación) y nada más.

Querido hermano, por un lado escuchás una voz que te dice que tenés que estar en comunión, que tenés que participar en tal o cual grupo, etc., etc., y te sentís culpable cuando no lo hacés. Pues bien, eso no es, hoy en día, un consejo correcto, y no deberías sentirte culpable en lo más mínimo por no estar en comunión con determinadas personas. Podés amarlos, podés orar por ellos, podés darles una palabra (y nada más que eso), pero no debés relacionarte con ellos, no hasta que no tengan un verdadero cambio en el Espíritu.

Y si fuiste herido por ellos, bueno, ¡bienvenido al club! Aprendamos de los errores.

No desperdicies el poquísimo tiempo que nos queda sobre la tierra, seguro que hay hermanos y pastores fieles que necesitan tu compañía, tus oraciones y tus ofrendas; seguro que hay muchos inconversos con un genuino deseo de conocer más sobre el Señor. Y te aseguro que hay mucho más de lo que parece. ¡Que el Señor te guíe hacia relaciones santas y de bendición mutua!

Post data, ¿cómo andamos por casa? Si nosotros mismos somos los que no soportamos el mensaje de algunos profetas y maestros que nos amonestan… bueno, ¿podríamos revisar qué nos está pasando, no?

Danilo Sorti




Ayúdanos a llevar el mensaje.
Oprima aquí para enviarnos tu ofrenda.
🙏

No hay comentarios:

Publicar un comentario