domingo, 13 de agosto de 2017

115. Solo una cosa…

Salmos 27:4-5 DHH
4 Solo una cosa he pedido al Señor,
solo una cosa deseo:
estar en el templo del Señor
todos los días de mi vida,
para adorarlo en su templo
y contemplar su hermosura.
5 Cuando lleguen los días malos,
el Señor me dará abrigo en su templo;
bajo su sombra me protegerá.
¡Me pondrá a salvo sobre una roca!


Los expertos en administración y liderazgo hablan continuamente de la importancia del “enfoque”, es decir, de establecer unos pocos objetivos realistas, y esforzarse por alcanzarlos sin desanimarse antes de avanzar hacia otros.

En varias partes de la Palabra de Dios encontramos este principio expresado explícitamente y en muchas otras lo vemos en acción.

No quiero explayarme sobre el tema porque realmente no podría agregar más a lo que muchos siervos del Señor, ungidos especialmente en esas áreas, han dicho ya. Pero simplemente voy a hacer un par de comentarios que creo que pueden ser importantes.

Primero, el enfoque no solo debe ser en la voluntad y los hechos, sino también en la oración. Para muchos cristianos la oración nunca pasa de ser una especie de charla, a veces monólogo, a veces verdadero diálogo, pero en definitiva algo sobre lo que no profundizamos demasiado. Y la oración es mucho más que eso. Por lo pronto diremos que la mayoría de nosotros no conocemos en profundidad todas las dimensiones de la oración, y uno de estos aspectos “misteriosos” es el hecho de perseverar en ella.

Lucas 18:1-8 RVC
1 Además, Jesús les contó una parábola en cuanto a la necesidad de orar siempre y de no desanimarse.
2 Les dijo: «En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a nadie.
3 En esa misma ciudad había también una viuda, la cual acudía a ese juez y le pedía: “Hazme justicia contra mi adversario.”
4 Pasó algún tiempo, y el juez no quiso atenderla, pero después se puso a pensar: “Aunque no temo a Dios ni respeto a nadie,
5 esta viuda me molesta tanto que voy a hacerle justicia, no sea que siga viniendo y me agote la paciencia.”»
6 Dijo entonces el Señor: «Presten atención a lo que dijo el juez injusto.
7 ¿Acaso Dios no les hará justicia a sus elegidos, que día y noche claman a él? ¿Se tardará en responderles?
8 Yo les digo que sin tardanza les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?»


Creo que pocos cristianos han entendido la dimensión de “perseverar”. Esto no quiere decir orar un par de minutos sobre el tema por día, sino, muchas veces, orar quizás durante horas por día hasta obtener la respuesta. Y orar sobre un tema, es decir, orar enfocados. Puede parecer “vanas repeticiones” como el mismo Señor dijo en otra oportunidad, pero es algo muy diferente porque no viene de una mente que está recitando una “fórmula mágica” para obtener algo sino de un corazón acongojado que desea con todas sus fuerzas que una situación cambie. Parece lo mismo por afuera pero es muy diferente por adentro.

Y he aquí un “secreto”: si estamos ocupando nuestro tiempo de oración con UN TEMA que es prioritario en este momento, ¡no podemos incluir muchos otros! Obvio, ¿no? Pero cuidado, esto significa que habrá otros asuntos que no estaremos cubriendo en oración (por el momento), sino que deberemos dejarlos en las manos de Dios. Es algo que tenemos que saber y aceptar.

La trampa consiste en que Satanás muy hábilmente nos susurra al oído sobre la importancia de cubrir tal o cual tema en oración, y lo peor de todo es ¡que tiene razón!

Pero no toda la razón. Y aquí viene el segundo tema. Al principio leímos un par de versículos del Salmo 27; en el versículo 4 David muestra su enfoque: permanecer en la presencia del Señor a cada momento. Es extraño. ¡David tenía cientos de cosas muy urgentes por las que ocuparse cada día! Y cada día aparecían otras tantas nuevas, de hecho. Pero de todo ello, que requería su máxima atención, pudo priorizar UNA COSA que era la central, y a esa dedicó sus fuerzas. Porque de ella luego dependían todas las otras.

El versículo 5 habla de los “días malos”, ¡y nadie puede dudar que David era experto en pasar “días malos”! ¿No era más lógico orar por el problema de turno? Bueno, David también hacía eso, por supuesto, pero no era su principal enfoque.

Cuando los problemas nos abruman, y entendemos que claramente hay que librar una batalla espiritual contra ellos pero estamos rodeados de problemas urgentes y es difícil enfocar nuestro esfuerzo de oración en uno de ellos, pidamos sabiduría para saber priorizar y ordenar. Recordemos:

1 Corintios 10:13 RVC
13 A ustedes no les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero Dios es fiel y no permitirá que ustedes sean sometidos a una prueba más allá de lo que puedan resistir, sino que junto con la prueba les dará la salida, para que puedan sobrellevarla.

Uno de los significados de esto es, precisamente, que en medio de cualquier cúmulo de dificultades que tengamos los hijos de Dios, habrá siempre una “punta del ovillo” para iniciar la batalla en oración.

Cuál sea esa “punta” le corresponderá al Bendito Espíritu mostrárnosla en cada momento. ¡A Él sea toda la gloria!


Danilo Sorti




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