lunes, 14 de agosto de 2017

131. ¿De dónde viene tu autoridad?

Hechos 5:29 RVC
29 Pedro y los apóstoles respondieron: «Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.


Este principio tan obvio y claro puede fácilmente ser oscurecido en la práctica cristiana, cuando determinados ministros de la Palabra enseñan sutilmente que obedecerlos a ellos equivale a obedecer a Dios. De hecho, esta es una de las enseñanzas más extendidas en todas las iglesias y, sorprendentemente, pastores de las más diversas corrientes teológicas suelen coincidir en este tema…

Dejemos algo en claro: nadie está llamando a que nos transformemos en “rebeldes sin causa”, pero nadie puede equiparar la palabra de los hombres con la Palabra del Alto y Sublime que habita en la eternidad.

Y así como en cierto momento de la historia la naciente iglesia protestante se dio cuenta de que la voz del Papa no era infalible, tampoco lo es la voz de ningún ministro de Dios hoy, por más legítimo que sea.

Una doctrina que nación en los Estados Unidos (¡cuando no!) hace algunas décadas y que se diseminó por todas las iglesias dice que no importa que el líder esté equivocado, si el seguidor lo obedece va a ser bendecido, Dios lo va a aprobar por su obediencia. Además del error que contiene, apela a motivaciones incorrectas: aunque no está para nada mal querer ser bendecido, mi motivación debe ser servir y glorificar al Rey de Reyes, aunque al hacerlo no sea bendecido y encima me gane enemigos y problemas.

Bien, los apóstoles muy bien hubieran podido apelar en las circunstancias de Hechos 5 a esta supuesta verdad espiritual, pero no, claramente sabían que antes que nada y por encima de cualquiera está la obediencia al Señor.

Algunos pastores buscan fundamento en ejemplos del Antiguo Testamento, propiamente bajo un pacto y unas condiciones sociales y de la revelación muy diferentes a las actuales. Siempre que alguien se fundamenta (únicamente) en pasajes del Antiguo Testamento para algunos temas y en pasajes del Nuevo para otros, tiene una mescolanza teológica y utiliza la Biblia para manipular.

Pero cuidado, “obedecer a Dios antes que a los hombres” NECESARIAMENTE  significa que yo puedo escuchar con claridad la voz de ese Dios al que digo obedecer (y no la de otro dios). Creo que la mayoría de los cristianos que hoy se ufanan de su “fidelidad y obediencia al pastor” en realidad no quieren pagar el precio de oír ellos mismos la voz del Espíritu, ni mucho menos de obedecerlo e ir contra la corriente.

Para concluir: nada de esto significa que debamos ser rebeldes y desobedientes “porque sí” a las autoridades, porque las autoridades que legítimamente fueron establecidas por el Señor normalmente nos transmitirán las palabras que el Señor nos está dando; pero ninguna autoridad, por más santa que sea, es perfecta, e inevitablemente no tendrá toda la revelación ni toda la guía que necesitemos en algún momento, y puede ser que alguna vez nos guía hacia algo incorrecto. Bueno, ¡bienvenido al club de los seres humanos imperfectos! No por eso deja de ser una autoridad puesta por el Señor, pero no necesariamente tengo que obedecer lo que sea incorrecto.

Los pastores santos pocas veces enfatizan en su autoridad, normalmente mantienen un perfil bajo en ese sentido. Pero a los “superpastores” les encanta hablar del tema; ¡cuidado con ellos! Que el Señor nos guarde y abra nuestros oídos.



Danilo Sorti



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