lunes, 14 de agosto de 2017

146. Cuando tus amigos se apartan

Proverbios 19:4, 7 DHH
4 La riqueza atrae multitud de amigos,
pero el pobre hasta sus amigos pierde.

7 Si al pobre hasta sus hermanos lo desprecian,
con mayor razón sus amigos se alejarán de él.


Los amigos y la familia, y, en general, las relaciones de buena voluntad entre las personas son fundamentales para todos nosotros. Difícilmente alguien puede hacerse “a sí mismo”, sin no hay personas (familia, amigos o simplemente conocidos) que le ayudan a alcanzar un objetivo, conseguir un buen trabajo, obtener dinero prestado o lo que fuera. Cuando leemos las biografías de exitosos empresarios que, aparentemente, alcanzaron la fama “por sí mismos”, no es difícil encontrar entre líneas a personas claves que les dieron los consejos, la formación o el dinero que necesitaron en momentos especiales para hacer crecer sus fortunas. En la sociedad humana, nadie “se hace a sí mismo” sino que todos dependemos los unos de los otros.

Un ejemplo maravilloso lo encontramos en los primeros años de la Iglesia, en Jerusalén, cuando los hermanos de más recursos ayudaban a los que menos tenían. En las raíces de la Iglesia está el ayudarse unos a otros, Jesucristo estableció antes que nada una hermandad, no una pirámide de autoridad y dominación, como algunos están desesperados por armar hoy.

Pues bien, la presión de los tiempos presentes claramente atenta contra este principio, y se cumple muy bien lo que hace tres mil años se escribió en Proverbios: cuando estás en la pobreza, tus amigos se apartan, y con ellos, las posibilidades de crecer y salir de ese estado.

¿Qué es la pobreza? Económicamente está claro: falta de dinero, falta de recursos, falta de posibilidades. Pero también hay pobreza “de relaciones”: si tenés pocos amigos de valor, probablemente otros no tengan interés en acercarse a vos porque a través tuyo no van a conseguir contactos valiosos. Si no tenés estudios o formación profesional o habilidades útiles, no hay mucho que puedas aportar a otro. Si no sos “socialmente aceptado” (algo muy común en los que tienen ministerios proféticos) también sos “pobre en relaciones”. Aunque también hay “pobreza en actitudes”, esto es, cuando aún teniendo recursos de diverso tipo, no los compartís generosamente con otros; podríamos llamarla “pobreza de amor”. En cualquiera de estos casos hay pobreza y probablemente pocos quieran estar con vos. Obviamente hay algunos de estos tipos de pobreza que pueden ser solucionados con relativa facilidad, otros no tanto.

En la Biblia hay muchos consejos muy prácticos que nos sirven para vivir, y este es uno de ellos. Resulta bastante doloroso darnos cuenta de que entramos en la categoría de “pobre” y más doloroso descubrir que unas cuantas relaciones que no siguieron en realidad tenían que ver con nuestra condición de “pobres”. Doloroso, pero necesario. No para que nos llenemos de resentimiento o envidia, sino para que busquemos a Dios, quien es el Único que no nos rechaza, el Único que siempre está al lado nuestro, La Fuente de toda riqueza espiritual, El que nos dará la recompensa en los cielos. Una vez que los amigos se fueron, que las personas nos fallaron, que pocos se interesan de verdad en nosotros, ¿quién queda, sino El que siempre estuvo allí?

Dios quiere ocupar el primer lugar, pero cuando hay demasiados amigos y demasiadas relaciones dando vueltas, puede ser (no necesariamente, no en todos, pero puede ser) que no quede “mucho espacio vacante” para el Señor, y por eso Él permite la pobreza.

También nosotros, como familia de Dios, necesitamos aplicar la misericordia y aprender a ver al Señor en nuestro hermano pobre, sin recursos, sin estudios, necesitados. ¡Señor, ayúdanos!

Danilo Sorti




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