2 Pedro 1:20-21 RVC
20 Pero antes que nada deben entender esto:
Ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada,
21 porque la profecía nunca estuvo bajo el
control de la voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron
bajo el control del Espíritu Santo.
2 Pedro 1:20-21 DHH
20 Pero ante todo tengan esto presente: que
ninguna profecía de la Escritura es algo que uno pueda interpretar según el
propio parecer,
21 porque los profetas nunca hablaron por
iniciativa humana; al contrario, eran hombres que hablaban de parte de Dios,
dirigidos por el Espíritu Santo.
2 Pedro 1:20-21 TLA
20 Pero, antes que nada, deben saber que
ninguna enseñanza de la Biblia se puede explicar como uno quisiera.
21 Ningún profeta habló por su propia cuenta.
Al contrario, todos ellos hablaron de parte de Dios y fueron guiados por el
Espíritu Santo.
Qué es doctrina y qué no sigue siendo un tema
complicado dentro del cristianismo. Pedro nos da una perspectiva importante: la
profecía no se puede interpretar según la opinión o el parecer individual; y
cuando decimos “profecía” podríamos decir “toda” la Escritura, pero finalmente
lo más “discutible” siguen siendo las secciones proféticas de la Palabra.
“Interpretación privada”, “propio parecer” o
“como uno quisiera”, según las traducciones, dan la pauta de una interpretación
conforme la propia opinión, criterios individuales, pensamientos propios. Ahora
bien, es indiscutible que cuando alguien interpreta la Palabra de Dios está
aplicando SU PROPIO entendimiento y SUS PROPIOS criterios; y esto es
inevitable, ¿cómo podría, un ser humano, entender algo si no utiliza su mente,
cargada de conceptos, ideas y criterios? ¡Así nos diseñó el mismo Creador!
Entonces, ¿qué es esta “interpretación privada”?
Algunos han mal utilizado este pasaje para
anular y condenar todo intento de los hermanos de leer y entender la Biblia
conforme a la guía del Espíritu Santo directamente a sus vidas. Les han dicho
que ellos no pueden “interpretar privadamente” las Escrituras, por lo que deben
aceptar la interpretación “de la Iglesia”, que es la “oficial” y segura… es
decir, la interpretación que otros, en otro momento, han hecho y que luego han
impuesto a una multitud.
Pero es por demás de obvio que aquí estamos
ante el mismo problema: alguien en algún momento interpretó la Palabra,
conforme lo que mejor entendió o conforme lo que más le convino para sus
propios intereses. Esa persona o grupo de personas ocupaban una posición de
autoridad, por lo que fácilmente pudieron imponer su interpretación sobre una
cierta cantidad de gente sencilla y sin mucha capacidad de buscar por sí solos
en la Biblia. Luego, al tener ya una cantidad de gente relativamente grande que
cree lo que dicen, se vuelve muy fácil utilizar el argumento de la
“interpretación privada” versus la “interpretación de la Iglesia” (es decir,
del grupo grande) para “someter” a las mentes disidentes.
Este proceso ocurrió en el pasado y se está
repitiendo exactamente ahora, especialmente en las grandes estructuras
piramidales de iglesias (como ellos dicen que son).
Pero notemos una cosa, en el pasaje no se
contrapone la “interpretación privada” versus la “interpretación oficial”, y
aunque este tema finalmente no quedara lo suficientemente claro en este texto,
sabemos que un solo pasaje NUNCA, ABSOLUTAMENTE NUNCA puede definir una
doctrina, y tenemos otros tantos que podemos leer para aclarar el tema.
Pero volvamos al pasaje: la “interpretación
privada” se contrapone con la “guía del Espíritu Santo”, no con la
“interpretación comunitaria”, como sería lo más “lógico” para nosotros.
Entonces, la “interpretación privada” puede ser tanto la interpretación de uno,
propia, según mi parecer como la interpretación de una gran multitud que aplica
sus propios pareceres: ambos casos pueden estar muy lejos de la voz del
Espíritu. Por otro lado, la voz del Espíritu puede ser escuchada por uno y nada
más que uno dentro de una multitud (lo cual no sería nada raro) o por una
multitud (hoy en día es bastante raro…), lo verdaderamente decisorio es que la
forma de interpretar, los criterios utilizados, los marcos paradigmáticos sean
finalmente los del Espíritu y no los humanos.
Por un lado tenemos entonces la
interpretación “oficial”, que directa o indirectamente sigue la mayoría de los
cristianos y de los líderes; directamente en estructuras eclesiásticas más
verticalistas en donde claramente se busca la conformidad doctrinal de los
niveles inferiores; indirectamente en estructuras más abiertas en las que, sin
embargo, los líderes estudian en determinados seminarios y se nutren de
determinados líderes teológicos.
Por otro lado, tenemos a aquellos que ya han
entendido en parte esta verdad y que pueden leer las Escrituras por ellos
mismos, pero utilizan sus propios conceptos u opiniones. Liberarse de la
“dominación teológica” es una gran cosa, pero caer en los grilletes del “propio
pensamiento” no es ninguna solución. ¿Y entonces?
Pues entonces no hay ninguna respuesta
“mágica” ni ninguna “fórmula instantánea”, como a la gran mayoría de los
cristianos les gustaría pensar; sólo hay un proceso continuo: buscar
continuamente la voz del Espíritu, escucharlo continuamente y estar
continuamente dispuestos a corregir lo que pensamos o entendemos. Notemos que
el pasaje no está ni criticando ni apoyando la interpretación que pueda venir
de seminarios o líderes teológicos, nadie dice que sean necesariamente falsas,
de hecho hay muchísimas verdades que vienen de allí, pero también unas cuantas
mentiras importantes. Tampoco dice que la interpretación según mi propio
entendimiento sea necesariamente verdadera o falsa. El pasaje dice que tenemos
que buscar la interpretación del Espíritu Santo, según Sus criterios y Su voz,
conforme principios que pueden SER ENTENDIDOS Y COMPARTIDOS por todos los
creyentes fieles.
Está claro que “un iluminado” solitario que
tiene “la verdad” que ningún otro puede descubrir. queda absolutamente fuera de
discusión y por eso no me explayé sobre el tema.
Hermanos, estas palabras pueden no resultar
muy “espirituales” y puede ser que no nos “eleven” hasta el séptimo cielo, pero
constituyen la base para “poner la escalera” para subir allí: si la base son
arenas movedizas, está claro que nunca llegaremos…
Danilo Sorti
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