miércoles, 2 de agosto de 2017

82. ¡Y recién ahora se da cuenta!

Efesios 4:13 RVC
13 hasta que todos lleguemos a estar unidos por la fe y el conocimiento del Hijo de Dios; hasta que lleguemos a ser un hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;

“Hasta que” es una expresión interesante; indica proceso, tiempo, algo que se está desarrollando. Inevitablemente esta es una de las áreas más conflictivas en la comunión dentro de las iglesias: el “hasta que” se transforma rápidamente en el “hasta cuando”… debo soportar a mi hermano?? Y… hasta que sea transformado…

Aquí se nos abre “todo un mundo” de cuestiones y reflexiones, pero quiero hablar solo de un aspecto del “hasta que”, a veces difícil de entender: el proceso de crecimiento, de llegar a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (que dicho sea de paso, no hemos llegado aún, eso está reservado para el tiempo inmediatamente antes del arrebatamiento) no es parejo en todas las áreas. ¡Vaya novedad!

No debemos engañarnos: ni con los otros ni con nosotros mismo; haber recibido una revelación maravillosa en un aspecto de la vida cristiana, haber alcanzado una gran victoria en algún área, haber profundizado en vivir alguna enseñanza NO SIGNIFICA que automáticamente todas las otras también hayan crecido y madurado al mismo nivel. Lamentablemente NO.

Hermanos, debo decir que yo sería el más feliz si con solo avanzar en un aspecto de la vida cristiana se acomodaran todos los otros, pero no, no es así.

Y aquí es donde viene el problema: un día vemos al hermano Fulano contando un testimonio asombroso y realmente reconocemos que tiene una gran madurez en ese aspecto. Pero al día siguiente vemos al mismo hermano Fulano que metió la pata en otra área. ¿Entonces era falso lo primero? No, no lo era. Simplemente está todavía creciendo, y en ese proceso de madurez las áreas no se desarrollan armónicamente.

Uno desearía que así fuera, que todo creciera parejo; pero yo no lo he visto; ni en mí ni en mis hermanos cercanos ni en unos cuantos líderes de la iglesia a los que conozco relativamente bien, y hasta donde entiendo el funcionamiento de la naturaleza humana, dudo que pueda ocurrir. Deberíamos tener cuidado con predicar un “crecimiento ideal” del cristiano porque estamos conduciendo a la gente hacia la frustración.

Si entendemos esta verdad muy práctica no nos asustaremos cuando veamos a Fulano meter la pata, tampoco idolatraremos a Fulano por haber alcanzado un gran nivel de desarrollo en algún aspecto de la vida cristiana, ni mucho menos por tener dones maravillosos, que sólo son regalos del Espíritu; simplemente lo recibiremos como un hermano que tiene algo que enseñarnos y a quién también tenemos algo para enseñarle nosotros.

Y lo mismo que decimos para Fulano vale para nosotros; no me “la voy a creer” porque el Señor me haya bendecido en algún área; no voy a dejar de compartir lo que tengo y no voy a dejar de recibir ministración en lo que no tengo. Ese es uno de los principios básicos de la hermandad, el Cuerpo que Cristo vino a establecer.

Por otro lado, cuando el mismo Fulano da testimonio de algo y nosotros sabemos ciertísimamente que tiene algunas metidas de pata por ahí, solemos desestimarlo. Y realmente puede ser verdadero lo que dice y puede tener una palabra de bendición con la que Dios quiere ministrarnos.

Por las dudas volvamos a dejar en claro que aquí estoy hablando de los frutos del Espíritu, es decir, del carácter cristiano. NO me refiero a los dones del Espíritu, que se reciben por pura gracia y no implican madurez de carácter; mucho usan y abusan de sus dones con un temperamento no transformado y pretenden hacerse pasar por “grandes”. Manifestar dones maravillosos (milagros, profecía, conocimiento, etc., etc.) de ninguna manera significa tener un carácter transformado; es más, los falsos pastores (apóstoles, maestros, profetas, etc.) tienen muchas veces dones que le fueron dados una vez por gracia, cuando genuinamente se convirtieron, y que luego Dios no quitó (porque Él no los quita) cuando se desviaron.

“Hasta que” todos lleguemos, seremos incompletos y tendremos áreas del carácter más transformadas que otras (o al menos que se manifiestan así), con todo lo que eso implica en la práctica. Así es, no en lo ideal sino en lo real, así el Espíritu va trabajando en nosotros y así llegaremos a la plenitud de Cristo.

¡Señor, ayudanos a amar y ser pacientes con nuestros hermanos, y dales gracia a ellos para que también nos amen y sean pacientes con nosotros!

Danilo Sorti




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