viernes, 18 de agosto de 2017

178. Cuando todo marcha viento en popa…

2 Samuel 6:1-7 RVC
1 David volvió a reunir a todos los mejores soldados de Israel, que sumaban treinta mil.
2 Partió de Baalá de Judá con todo su ejército, para trasladar de allí el arca de Dios, donde se invocaba el nombre del Señor de los ejércitos, que habita entre los querubines.
3 Sacaron el arca de Dios de la casa de Abinadab, que estaba sobre una colina, y la pusieron sobre un carro nuevo al que iban guiando Uzá y Ajió, los hijos de Abinadab.
4 Cuando sacaron de la casa de Abinadab el arca de Dios, Ajió iba delante del carro,
5 mientras que David y todo el pueblo danzaban alegremente delante del Señor, al son de instrumentos musicales de madera de haya, y de arpas, salterios, panderos, flautas y címbalos.
6 Al llegar a la era de Nacón, los bueyes tropezaron y Uzá estiró la mano para sujetar el arca.
7 Pero el Señor se enojó muchísimo contra Uzá por haberse atrevido a tocar el arca, y allí mismo hirió a Uzá, y éste cayó fulminado.


David estaba realmente en un momento de esplendor. Todavía faltaba mucho por consolidar en el reino, pero ya habían pasado los largos y amargos años de persecución a manos de Saúl, el posterior conflicto entre Judá y el resto de Israel se había solucionado y los mismos ancianos de las otras tribus fueron a pedirle que sea su rey. Los éxitos militares se sucedían uno tras otro y Dios estaba mostrando claramente Su mano a favor de Su pueblo y del rey escogido. ¡Todo iba viento en popa! ¿Por qué no llevar el Arca de la Alianza a la recientemente conquistada Jerusalén? ¡Claro que sí!

Y todo iba bien, conforme David decidía, así se hacía y Dios respaldaba, ¿cómo iba a pensar que algo tan sencillo como llevar una caja de madera podía salir mal, si el mismo Dios había respaldado hasta ahora todo lo que se propuso?

Pero salió mal. Y eso fue devastador, no tanto por la muerte de un hombre porque de hecho en la guerra morían muchos más, sino por el hecho en sí: públicamente Dios había desaprobado el proyecto de David, ¡nada menos que de David! Y el arca fue a parar a la casa de…¿un sacerdote? No. ¿Un levita? Tampoco. ¿Un israelita? Menos aún. ¡Un extranjero de los odiados e idólatras filisteos! Caramba, creo que tenemos que hacer un alto para digerir esto.

Algunos piensan que este Obed Edom hubiera sido probablemente un levita que venía de Gat Rimón, de Dan o de Manasés. Es probable, aunque la sola mención de “Gat” nos deja pensando. Pero bueno, menos mal que Dios es Dios y nunca dejará de serlo, así que tomó todo ese desastre, bendijo y prosperó a su familia, y Obed Edom y sus parientes quedaron para siempre al cuidado del Arca. Hayan sido extranjeros o no, finalmente les fue dado un lugar de privilegio.

Volvamos con David. Evidentemente se confió, tan emocionado estaba con el respaldo divino y las muchas victorias que obtenía, que pensó que ya “tenía la sartén por el mango”, pero evidentemente en su impulso sobrepasó los límites que el mismo Señor había puesto y se tomó atribuciones que no le correspondían. Algo parecido haría años después con Betsabé, pero esta vez con consecuencias mucho peores.

Y la enseñanza es clara: en medio de un avivamiento genuino, en medio de un avance liderado por el mismo Señor, cuando entramos en un período de gran manifestación del Espíritu, corremos el riesgo de meternos en lo que no debemos, pensando más de nosotros de lo que debemos. Algo parecido le había pasado a Saúl cuando ofreció el sacrificio que debía ofrecer Samuel. Por más respaldo divino que tengas, Dios ha puesto un límite en tu ministerio y hay cosas que no te corresponden, sino que han sido reservadas para otros.

Esto es por demás de común hoy día, con la diferencia que David, a pesar de sus errores, tenía un corazón como el de Dios, mientras que buena parte de los que ocupan puestos visibles en la iglesia no. El límite está en los dones, los ministerios y los niveles de autoridad que Dios ha dado a cada uno, y los líderes no son una excepción. Es común que los pastores o apóstoles de grandes iglesias hoy se crean superpoderosos, pero ellos también tienen un límite, como todos. Aunque haya cosas que uno materialmente pueda hacer, eso no significa que deba.

David aprendió rápidamente, que el Señor nos ayude a aprender nosotros también rápido.



Danilo Sorti




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