lunes, 14 de agosto de 2017

157. ¿Es correcto “luchar” contra el diezmo?

2 Pedro 2:1-3 RVC
1 Entre el pueblo hubo también falsos profetas, como también habrá entre ustedes falsos maestros que con disimulo introducirán herejías destructivas, y hasta llegarán a negar al Señor que los rescató, con lo que atraerán sobre sí mismos súbita destrucción.
2 Muchos imitarán su conducta indecente, y por causa de ellos se hablará mal del camino de la verdad.
3 Por su rapacidad, estos falsos maestros harán negocio con ustedes. Pero la condenación los espera desde hace mucho tiempo, y su perdición ya está en camino.


Se está escribiendo mucho en las redes sociales sobre el abuso que se comete con el diezmo. Este es un tema bastante largo para hablar, pero resumamos los principales puntos:

·         “El” diezmo nunca fue “el” sino varios (probablemente tres) que funcionaban como un sistema impositivo para la nación de Israel. Con los diezmos se sostenía al sistema levítico, que además cumplía muchas funciones que hoy corresponderían al poder judicial de una nación, abogados, escribanos, peritos, contadores e incluso médicos. También servían para alimentar a los necesitados y sostener el funcionamiento de la nación. Nada de eso tiene validez en el Nuevo Pacto porque no existe tal cosa como una “nación cristiana”; estamos en medio de diversas naciones, con sus propios impuestos y requerimientos.

·         El diezmo religioso lo cobraba el sacerdocio levítico para sus funciones. Nada de eso existe en el Nuevo Pacto.

·         El diezmo levítico también lo compartía el diezmante.

·         El diezmo no era necesariamente en dinero, sino más bien en especies.

·         Para que algo sea considerado doctrina o ley, para los cristianos, debe tener su fundamento en el Antiguo Testamento, estar avalado por las palabras de Jesús en los Evangelios y ser aplicado a la Iglesia en las Epístolas. Definitivamente la enseñanza del diezmo no cumple con esos requisitos. Si fundamentamos una doctrina solamente con pasajes del Antiguo Testamento, también deberíamos aceptar muchas otras cosas que son claramente pecado hoy o que no tendrían sentido: la poligamia, la esclavitud, no comer determinados alimentos, etc. No podemos tomar algunas doctrinas del Antiguo Testamento y enseñarlas mientras otras las ocultamos.

·         Si una enseñanza no la podemos elevar al nivel de doctrina cristiana, debe quedar incluida dentro de una doctrina de nivel superior, en este caso, las enseñanzas respecto del dar con generosidad y sostener a los ministros del Evangelio.

Ahora bien, si bien no podemos fundamentar doctrinalmente el diezmo bajo el Nuevo Pacto, no podemos dejar de decir que sirve a modo de ejemplo, según entiendo yo de “piso” para ofrendar. Tengamos en cuenta esto: si bien el Nuevo Testamento no avala de manera clara e indubitable el diezmo, tampoco lo niega. Simplemente lo engloba dentro de una enseñanza mayor.

¿Por qué tanto conflicto con el diezmo? Pues porque se ha convertido en el “caballito de batalla” de la dominación de los falsos maestros y pastores de hoy día. Y además porque resulta una “práctica religiosa” sencilla, que no requiere santidad de parte del diezmante, sino sólo un poco de esfuerzo y que, en el decir de estos mentirosos, “casi” garantiza mi relación correcta con Dios.

Pero está claro que el problema no es “el diezmo”, sino lo que dice Pedro más arriba: el abuso espiritual que lleva a transformar en mercadería a la gente… y la gente misma que está conforme con esa situación, porque ellos a su vez han transformado en “objeto de consumo” al “servicio religioso” y la figura pastoral o apostólica.

Hermanos, no me parece correcto luchar “contra” el diezmo porque finalmente es un ejemplo bíblico que no podemos ignorar, y porque la generosidad del Nuevo Pacto nos lleva a dar más que el 10 %. Lo que, según entiendo, deberíamos hacer es luchar contra el modelo de dominación que aplican estos falsos apóstoles. Ellos pretenden adueñarse del diezmo y las ofrendas, como los únicos a través de los cuales tendremos bendición; todos están de acuerdo en enseñar que los diezmos y ofrendas deben quedar en la iglesia local, y es obvio, ¡no se van a arruinar el negocio entre ellos!

Hermanos, el Señor nos llama a dar con generosidad, y, si seguimos el VERDADERO ejemplo del Antiguo Testamento, ese “dar” también incluye muchas otras cosas que no son dinero; en aquel entonces era trigo, vacas, lana, uvas, etc. Hoy en día, para muchos de nosotros puede ser también tiempo, trabajo y habilidades, que es lo que la mayoría de la gente tiene hoy.

Debemos sostener la obra de Dios, ¡ES VERDAD!, pero la obra DE Dios, no a los vivos que pretenden vivir a costa del pueblo de Dios. No se supone que estés atado a dar tu diezmo y ofrenda en tu congregación local, es más, yo diría que unas cuantas de ellas deberían dejar de recibirlos para que sus pastores se vuelvan al Señor.

Que el Señor nos ayude a ser generosos y no nos concentremos en “luchar contra el diezmo” sino contra el verdadero principio de manipulación espiritual. Hermanos, hoy en día el principal negocio de las grandes iglesias apóstatas no pasa tanto por el diezmo sino por la cantidad de gente, al haber mucha gente es más fácil inflar las ofrendas, mover más activos en las cuentas bancarias y lavar dinero, que no necesariamente viene de actividades ilícitas pero sí muchas veces de empresas que evaden grandes cantidades de impuestos. Si uno rastrea las actividades económicas del pastor de esas iglesias, de su familia y de los cercanos, se encuentra con participaciones en muchas empresas, testaferros, viajes al exterior y actividades inmobiliarias y financieras. Todo eso genera mucho dinero en impuestos, que resulta muy fácil hacer pasar como “ofrenda”.

Como siempre, no digo esto para echar un manto de duda sobre todos los siervos del Señor, sino para que prestemos especial cuidado en las grandes estructuras o en aquellos que rápidamente están creciendo y construyendo templos. Sin duda que el Señor bendice y prospera a los Suyos, pero también Satanás hace lo mismo. Que el Señor nos de discernimiento y enfoque correcto.



Danilo Sorti




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